La escritura perpetua

Sin Ciudadanos

Después del complicado camino transitado a través de la áspera Cataluña del ‘procés’, quizás quede en la memoria política como el partido que no quiso gobernar

Publicado: 25/01/2023 ·
11:23
· Actualizado: 25/01/2023 · 11:23
  • La presidenta de Ciudadanos (Cs), Patricia Guasp. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Después del largo y complicado camino transitado a través de la áspera Cataluña del ‘procés’, Ciudadanos (CS) quizás quede en la memoria política como el partido que no quiso (o no se atrevió) a gobernar España. CS nació como un proyecto moral frente a la “locura independentista”, en palabras de Albert Boadella, uno de sus fundadores. CS surgió para reivindicar aquella Cataluña luminosa, culta y europeísta, que describían los versos de Santiago Rusiñol. Y allí estaba Inés Arrimadas, una andaluza inteligente, valiente y remorena, que ganó las elecciones catalanas frente a la furia llena de tópicos macabros del “España nos roba”. Pero Arrimadas decidió después marcharse a Madrid a hacer política, y allí perdió el don, el brillo, su discurso se oscureció, y el paso del tiempo incluso ha podido dar la razón a las palabras de Quim Torra, que era un radical vestido de Pierre Cardin, cuando exclamó en el Parlament durante la despedida de la dirigente de CS:” Señora Arrimés, contemple lo que deja aquí: la nada”.

La nada, como escribió alguien, se nadifica. Y la nada se extendió por CS como una epidemia. Albert Rivera pudo gobernar con Pedro Sánchez (aunque había muchas dificultades para construir aquella coalición) tras las elecciones generales de abril de 2019. No ocurrió así y, desde entonces, CS se derrumbó. Y hasta ahora. El partido emprendió en julio un proceso de refundación, que ha culminado en unas primarias envueltas en un ambiente tóxico. La balear Patricia Guasp, una política desconocida, ha resultado elegida como presidenta. Francisco Igea, procurador de CS en las Cortes de Castilla y León, lo dijo en su día: “La sociedad debe visualizar que un partido es válido. De lo contrario, estás perdido”.

Ciudadanos ha pasado de lo concreto a lo abstracto. De la posibilidad de gobernar España, escribiendo diariamente en el Boletín Oficial del Estado, que es el libro más determinante pese a su prosa insufrible, al vacío. CS es un partido liberal al que le falta una ideología identificable. Esa carencia ha limitado a los partidos centristas en España, desde el CDS de Adolfo Suárez a la UPyD de Rosa Díez. Patricia Guasp ha decidido sumar el color verde oscuro al naranja en el nuevo logo de Ciudadanos. Esa elección supone un guiño a la histórica UCD. Pero CS lleva idéntico trayecto que aquel partido. Va hacia la dispersión, a la desaparición. En la primavera de hace cuatro años las calles se llenaron de cartelones con la optimista imagen de Albert Ribera rodeado de personas sonrientes bajo el lema electoral de “Vamos Ciudadanos”. Tan lejos, tan cerca.

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