Punta Umbría

El Museo de Málaga analiza el caballo, que atrajo a Picasso desde niño

El Museo Picasso de Málaga analiza en su nueva exposición temporal la figura del caballo, que interesó al artista malagueño desde su infancia, puesto que la primera obra está fechada cuando tenía 8 años.

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El Museo Picasso de Málaga analiza en su nueva exposición temporal la figura del caballo, que interesó al artista malagueño desde su infancia, puesto que la primera obra está fechada cuando tenía 8 años, hasta su vejez, ya que el recorrido concluye en 1971, cuando el pintor había alcanzado los 90 años.

La comisaria de la exposición, Dominique Dupuis-Labbé, sabía antes de abordar este trabajo que el caballo era importante en Picasso y que estaba presente en las obras dedicadas a la corrida de toros o al circo, pero ha admitido su “sorpresa” al comprobar que “es un elemento esencial en Picasso, casi como la mujer”.

El hecho de que se trate de un animal “a la vez viril y femenino” puede ser la razón por la que a Picasso “le gustaba tanto”, afirmó la comisaria en la presentación de la exposición.

Picasso también creó juguetes para sus hijos con forma de caballo, en chapa o madera, o también con papel recortado, como el que se expone en la muestra.

El artista malagueño, que en su juventud había vivido “con la civilización del caballo”, cuando este animal “estaba presente en los quehaceres de la vida cotidiana, trabajando para el hombre”, asistió además al “cambio de civilización hacia el caballo de vapor”, una evolución que Picasso “entendió perfectamente”.

Según Dupuis-Labbé, el caballo “estimuló también el imaginario” del artista, que lo representó en blanco, gris o negro, y lo utilizó “como símbolo de vida y de juventud, pero también de muerte o de tristeza”.

También hay una gran “carga simbólica” en las creaciones en las que Picasso ve al caballo “como un animal femenino frente al toro masculino”, y se entabla entre ambos “una relación de juego amoroso”.

En el primer espacio de la exposición dan la bienvenida al visitante las obras de juventud, como la citada El pequeño picador amarillo (1889-1890) o La playa de la Barceloneta (1896), en la que está la visión realista de un niño, y también piezas como La corrida (1900) o Las víctimas (1901), que ofrecen una visión más dramática.

El segundo espacio muestra, entre otras, la obra Caballo corneado (1917), en el que el animal aparece herido por un cuerno de toro que surge del suelo, dentro de la representación de la corrida como “una lucha amorosa y sexual entre la mujer, que es el caballo, y el hombre, que es el toro”, y como “un combate en el que debe haber un vencedor”, apuntó Dupuis-Labbé.

Dentro del siguiente espacio está el papel recortado con forma de caballo que Picasso creó como juguete o una réplica del traje de escena del personaje de caballo en Parade, que concibió el malagueño para los Ballets Rusos de Diaghilev.

Las piezas de Picasso se complementan con libros ilustrados y grabados de Goya sobre la misma temática y con una selección de veintiséis fotografías. efe

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