De pronto suena un teléfono y alguien te dice que otro u otra que ambos conocíais falleció la noche anterior tras una larga enfermedad y te quedas perplejo ante el esquivo paso de la muerte por tu perímetro y no sabes como reaccionar, porque es agosto y todo el mundo está de vacaciones y piensas que la muerte también lo está pero te das cuenta que ésta no descansa, no se toma días a pie de playa ni sabe de fechas para ejecutar su sentencia guadaña en mano. Llega y remata y, a pesar de calor, lo deja todo frío. La siguiente media hora la pasas hablando con uno y con otro, midiendo lo que importa y lo que no, buscando cercanías personales para reconfortarte del frío que ha dejado la señora y dándote cuenta que a pesar de conocer desde hace más de veinte años a quien se acaba de ir no sabes nada, y tú y todos se lamentan durante un rato la frialdad de la condición humana que entre tú y todos fomentan. Y caes que tenía tu edad exacta y, claro, te acuerdas de tu familia, de tus hijos y, aún frío, piensas en la que no se coge la primera quincena de agosto de vacaciones porque no cobra por horas ni por fechas y trabaja full-time, noche y día, verano e invierno, y te quieres ir a tu casa a ver a tu gente por si se ha quedado con tu cara y vuelve a por ti ya que está cerca. Y vuelves a lamentarte de la condición humana cuando pasada media hora, recopilada toda la información del natural atentado, traspasada la misma a las personas más cercanas, hechos los juramentos de propósito de enmienda, recuperado del frío glacial, vuelves a lo mismo. La muerte lo sabe, impacta fuerte pero dura poco. No se puede vivir de otro modo. Salvo para la familia directa, ahí el dolor dura para siempre.
Josefina Escudero, directora de la delegación de El Puerto de Publicaciones del Sur, falleció la noche del martes tras una larga enfermedad. Siempre te recordaremos con el cariño ganado fruto de tu condición. Descansa en paz.

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