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Sevilla

El último ultramarino de Castilblanco cierra tras 30 años despachando productos serranos

La tienda de chacina ibérica y quesos de la Sierra Morena que regenta Eduardo Romero, que se jubila, ha estado abierto de 5 de la mañana a 9 de la tarde

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Eduardo Romero, al frente del ultramarino.

Eduardo Romero y su mujer, en la tienda en la actualidad.

Eduardo Romero y su mujer, en la tienda hace años.

  • Antonio Romero enfrenta este tránsito hacia la jubilación con sentimientos encontrados tras tres décadas tras el mostrador
  • Un Libro de Visitas recoge desde este lunes los agradecimientos de los vecinos, que leerán cuando cierren por última vez la persiana
  • Desde el obrero que a las cinco y media tiene su bocata calentito, a la artista de Corea del Sur que le dedicó unas viñetas

La popular tienda de ultramarinos de la travesía de Castilblanco de los Arroyos, Comestibles Romero Márquez, se encuentra en fase de liquidación durante este mes de junio. El propietario de este negocio familiar se jubila y echa el cierre de una persiana que ha estado en servicio con una fórmula dura pero exitosa: abrir de forma ininterrumpida desde 1995 en horario maratoniano de 5 de la mañana a 9 de la tarde ofreciendo pan de pueblo, bocatas, chacina ibérica y quesos de oveja y de cabra de la Sierra Morena.

"Hay monasterios y conventos con una clausura más leve que la que yo me impuse al abrir la tienda casi todos los días del año", bromea Eduardo Romero, emocionado por las muestras de agradecimiento que viene recibiendo desde que anunció el cierre de este emblemático ultramarinos. Enfrenta este tránsito hacia la jubilación con sentimientos encontrados. No en vano, Romero sumaba 36 años cuando se puso al mando de este negocio de la Avenida Antonio Machado de Castilblanco de los Arroyos, y se acerca a los 67 al tiempo de cerrar esta etapa.

"Esta tienda es una parte importante de la vida de mi familia, por eso de un lado está la sensación de alivio de acabar con los deberes hechos, y de otro también cierta pena porque este negocio llega a su fin", detalla. Este mostrador ha servido también para apoyar la actividad local, contribuyendo con asociaciones, hermandades y eventos que se llevan a cabo a nivel local a lo largo del año. Y como reclamo, dado que muchos clientes acudían al municipio buscando productos de la comarca en este despacho, el último de este tipo que quedaba en servicio.

Eduardo Romero y su mujer, en la tienda hace años.

Romero avanza que, hasta fines de junio, el negocio se encuentra en fase de liquidación del stock disponible en el establecimiento. Ofrece además una variedad de productos de proximidad a precios de saldo con el objetivo de agradecer así la fidelidad de una clientela "que ha estado con nosotros estos 30 años", añade el propietario, consciente de que el pequeño despacho tiene clientes de lugares dispares más allá de Castilblanco, y se ha convertido con los años en una referencia del pequeño comercio en la provincia de Sevilla.

Sobre el traspaso del despacho a otros emprendedores, "no se descarta", explica Romero. Asegura que, si no se llegase a concretar un traspaso a lo largo del mes de junio, se continuaría la fase de liquidación de esta tienda con la venta de maquinaria como la vitrina, el peso, la cortadora, los congeladores o las cámaras frigoríficas, así como con el resto del mobiliario del establecimiento. La pérdida de este negocio familiar va más allá de la actividad económica del municipio y, por sus características, tiene un importante componente afectivo y social.

Eduardo Romero y su mujer, en la tienda en la actualidad.

PROMOTOR DE OTROS NEGOCIOS FAMILIARES

El negocio regentado por Eduardo Romero y Dolores Márquez es un emblema de Castilblanco de los Arroyos y sus bocatas "al gusto" han sido degustados y celebrados por varias generaciones de vecinos y visitantes. Por el despacho tradicional han pasado hasta 3 de las 6 panaderías que llegó a tener el municipio en los años noventa, de las que hoy siguen apenas 2 en activo, pero también mataderos de Almadén de la Plata o Constantina, queserías de campo o almazaras de aceite como las cooperativas de Guadalcanal y Cazalla de la Sierra, negocios que encontraron aquí un lugar para acercar su producción a sus clientes.

La algarabía más internacional ha sido cosa del día a día en Comestibles Romero Márquez. "A lo largo del año son centenares las personas que vienen haciendo el Camino de Santiago por la Vía de la Plata o para la ermita de San Benito Abad, una de las grandes devociones de Sevilla, y pasan por nuestra tienda parar comprar el bocadillo, la fruta fresca, algunos embutidos o frutos secos", detalla Eduardo Romero desde el mostrador del ultramarino, "y otras muchas familias de la provincia que tienen en las urbanizaciones y las fincas de nuestro pueblo su segunda residencia y pasan cada vez más tiempo en Castilblanco", añade.

La hora de apertura maratoniana de este negocio en la calle principal de Castilblanco ha sido otra de las bazas que han dado fama a la tienda: "a las 5 de la mañana abro, y sobre las 5:30 horas ya tenemos el pan recién hecho en el mostrador, eso hace que muchos trabajadores puedan llevarse su bocata caliente". Por ese motivo una artista de Corea del Sur le dedicó una serie de viñetas durante su estancia en la Sierra Morena de Sevilla, como parte de un proyecto de intervención artística.

El cierre de Comestibles Romero Márquez trasciende a la vida de la familia que lo regenta. Conscientes de ello, se ha puesto a disposición desde este lunes un Libro de Visitas para que los vecinos, visitantes y clientes puedan escribir unas palabras a modo de recuerdo "que no queremos leer hasta que cerremos por última vez esta persiana", detalla Eduardo Romero. Una idea con la que esperan canalizar el agradecimiento de las personas a las que han despachado en esta larga etapa laboral.

Más allá de la clientela, detalla Romero, el vínculo ha sido también intenso con los proveedores, distribuidores y negocios de la Avenida: "de todos me llevo un buen recuerdo", subraya el tendero descontando otra jornada laboral previa a la jubilación, "aunque tendré que acostumbrarme a estar al otro lado del mostrador cuando acuda a otra tienda a comprar el pan o las chacinas a partir de este verano", concluye.

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