Lo que queda del día

Los abrazos necesarios

Cuánto tiempo perdido en la confrontación inútil en ese arrabal de odios en que se han convertido muchos hemiciclos o pretendidos ágoras para el debate como X

Publicado: 16/11/2024 ·
11:22
· Actualizado: 16/11/2024 · 21:07
  • El abrazo de Sagredo y Camps en el Senado -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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El sentido de un abrazo. Los hay que valen por mil besos robados. Otros en los que se detiene el tiempo y se vuelve borroso todo lo que hay alrededor para tomar conciencia del aquí y ahora. Abrazos de felicidad, de duelo, de protocolo, de reencuentro y de hasta nunca. También cálidos, temblorosos, sinceros, simbólicos, necesarios. 

Así debió ser el que se dieron esta semana Juan Antonio Sagredo y Gerardo Camps. Los dos son senadores, los dos de la comunidad valenciana, el primero del PSOE y el segundo del PP. En la cámara alta se debatía la gestión de la DANA. Sagredo, que también es alcalde de Paterna, subió al estrado con una bandera de su tierra manchada de barro de Paiporta y cerró su discurso con estas palabras: “Espero que se sumen al grito de Valencia y le demos lo que nos pide, algo tan sencillo como cambiar la confrontación por la unión”.

A continuación le correspondía el turno de palabra a Camps, que se fue directamente al escaño del senador socialista para fundirse con él en un abrazo en respuesta a sus palabras -cambiar confrontación por unión-, pero, sobre todo, hermanados en ese dolor que no entiende de siglas ni banderas y que nos sigue atravesando a todos por igual en estos momentos.

Con ese abrazo insólito daban ganas de llorar, por las víctimas, por la tragedia, por la difícil superación del trauma, pero además por cuánto tiempo perdido en la confrontación hueca e interesada en ese arrabal de odios en que se han convertido muchos hemiciclos o esos pretendidos ágoras para el diálogo, caso de Twitter, ahora X, donde -¡oh, sorpresa! aquí se juega-, empiezan a darse de baja determinadas celebridades y supuestos líderes de opinión porque no soportan el lenguaje y las falsedades que circulan a diario.

Hace más de cuatro años escribí que la única forma de derrotar a Donald Trump era abandonando Twitter. La red social no sólo ha engrandecido su poder manipulador, sino que fue adquirida por el multimillonario Elon Musk, el hombre sentado ahora “a la derecha del padre” para dirigir desde la Casa Blanca el Departamento de Eficiencia Gubernamental. El tipo no sólo tiene pinta de villano de película de James Bond, sino que sabe elegir los nombres para que la gente se ponga a temblar mientras él se dedica a lo suyo: ganar dinero.

Según un estudio publicado por la Universidad de Londres, X se ha convertido en una plataforma dominada por el “abuso político” en la que tanto desde la derecha como desde la izquierda se relega a los “moderados” para tratarlos como “enemigos”. Afortunadamente, perviven perfiles ajenos a ese campo de batalla diario en el que se lanzan insultos y fake news como cañonazos, perfiles en los que la sensatez y el sentido del humor capean las descargas enemigas con banderas de la paz y carcajadas aliviadoras, como un resquicio a la esperanza o un espacio en  el que poder seguir respirando frente al exagerado afán apocalíptico de ciertos discursos dominantes.

Uno de esos perfiles sanadores es de un andaluz de Dos Hermanas que a su destreza humorística añade un coeficiente intelectual envidiable. Se llama Manu Sánchez y aunque muchos lo conocen porque contaba chistes y ahora presenta espectáculos de entretenimiento en Canal Sur, ejerce de productor teatral, hace gira con sus monólogos y deslumbra en el cara a cara con su extraordinario bagaje cultural. Esta semana ha recibido el premio Paloma de Plata en un acto en el Parlamento andaluz donde ofreció un discurso que debería ser obligatorio en las escuelas e institutos, y también para sus señorías.

Dijo Manu Sánchez: “Es verdad que sólo el pueblo salva al pueblo, pero este Parlamento es la forma en la que se ha organizado el pueblo para salvar al pueblo. Jóvenes, que no os convenzan de que el político va por un sitio y el pueblo por otro. Lo que hay que exigir a los políticos, que son los elegidos por el pueblo, es que se pongan a trabajar”. Amén, con abrazo de admiración.

 

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