Cerró ayer el Xerez el mejor ciclo deportivo de su historia, pero también el más convulso a nivel institucional. Por eso la interrogante de si el fin de ciclo es total. Se cierra el ciclo deportivo, pero ¿se cierra de verdad el ciclo institucional de los problemas, de los juzgados, de los impagos, de los embargos, de las malas relaciones con el Ayuntamiento, de la ruptura entre consejo y afición e, incluso, de la ruptura de la propia afición con ese encono que este ciclo del siglo XXI dejó a raíz de aquella manifestación pro Gil Silgado que tantos desencuentros dejó en el camino? Parece que el fin de ciclo no va a ser, afortunadamente, el fin del club, pero por qué derroteros va a caminar ese club a partir de ahora, qué manos con las que lo van a manejar, cómo se va a desenvolver en una categoría de la que algunos, los chavales que tengan dieciocho años o menos, ni se acuerdan y algunos no quieren ni acordarse. Son demasiadas incógnitas en el día en el que la nostalgia de aquel gol de Jesús Mendoza en El Palmar, en septiembre de 2001, nubla la vista de emociones reencontradas.
Son excesivas imágenes las que en estos momentos recorren las mentes de todos los xerecistas. Muchas buenas, como aquella temporada del recién estrenado ascenso en que se tocó la Primera División con la yema de los dedos, aunque desde las alturas se birló el salto por aquello de que el equipo jugaba en La Juventud y la guerra con el Ayuntamiento de Pacheco era absoluta. O aquella otra segunda de Schuster en la que se estuvo luchando hasta que se tiró la toalla o aquella llegada de Morales que levantó esperanzas tras una gestión nefasta en los despachos de Gil Silgado, que le había comprado el club a un Oliver que puso los cimientos de este Xerez de ensueño deportivo tanto para lo bueno -Santamaría, Higuera, Salado y Santacruz en el recuerdo- como para lo malo-Viqueira y compañía vendiendo entradas en las puertas de Chapín o los jugadores, ya con Silgado, casi en pelotas en Interviú, cuando no los supuestos sobres municipales de los que ya nunca más se volvió a hablar- . O aquella temporada en la que se arrasó en la primera vuelta, con Lucas Alcaraz, y se murió antes de llegar a la orilla de Primera o aquella otra de la permanencia imposible o ese 13-J-2009 grabado en letras de oro porque fue la fecha del ascenso histórico a Primera. Y momentos malos, como el ascenso, nunca asumido, del eterno rival en Chapín o aquel partido en La Juventud ante el Salamanca donde el robo arbitral originó un escándalo sin precedentes y llevó al equipo a jugar cuatro partidos en Bahía Sur, por sanción federativa. Momentos, momentos de una ciclo que se ha terminado en lo deportivo, aunque no sé si en lo institucional.
Porque lo institucional fue de mal a peor. De Oliver y Silgado a Morales y de Morales al concurso de acreedores y del concurso de acreedores a Morales y de Morales casi a la disolución. De por medio intentos de compra de personajes como Rincón, otro Morales, Luis Parra, etcétera, etcétera, que llegaron pero no compraron. Y el que supuestamente compró, como Souza, parece que tampoco lo hizo y que aquello fue más una pantomima que otra cosa. Y aún en los juzgados la compra de Energy y sus recursos y los fallos que están por venir. Por eso, aunque el ciclo deportivo ha terminado, el circo que no el ciclo institucional sigue hacia adelante. Esperemos que ese circo se convierta en un nuevo ciclo exitoso en lo deportivo, en lo social y en lo económico.
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