Publicidad Ai
Publicidad Ai

Jaén

Luky, la sonrisa de cada día en el semáforo del hospital

No desvela su nombre, se presenta como Luky y todo Jaén lo conoce porque mañana y tarde dedica su tiempo a arrancar sonrisas a los conductores que paran con sus coches y motocicletas en el semáforo de la calle Doctor Luzón, zona de paso también de viandantes al estar frente al Complejo Hospitalario.

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
  • Luky, el sonrisista. -

No desvela su nombre, se presenta como Luky y todo Jaén lo conoce porque mañana y tarde dedica su tiempo a arrancar sonrisas a los conductores que paran con sus coches y motocicletas en el semáforo de la calle Doctor Luzón, zona de paso también de viandantes al estar frente al Complejo Hospitalario.

Cumple cuarenta años el próximo viernes y asegura que es un “terrícola” que apareció en ese rincón de la capital. Presentado así, muchos pueden no tomarlo en serio, pero este jienense con humor alegra las mañanas de muchos y arranca sonrisas a los menos pensados. “Aún se me escapa alguno serio”, comenta.

Asegura que no tiene estudios, pero que ha leído mucho y que ha aprendido que necesita poco para vivir y que la sonrisa nunca hay que perderla. De ahí que dedique su tiempo a sonreír a los demás. Escucharlo un par de minutos es aprender de psicología lo que otros ya quisieran.

Le gusta que le llamen el sonrisista, aunque siempre se ha presentado como 'Luky el payaso', pues sus gestos y saludos se caracterizan además por la nariz roja que se pone. Con los brazos en la cadera, se acerca a los vehículos y se dirige a sus conductores, a los que no pide nada. “Les doy los buenos días, les sonrío y si me quieren dar la voluntad ellos me llaman, pero yo no pido nada”, concreta.

Asegura que “muchas personas se extrañan de que no pida dinero” y la intención es sólo que piensen, que se paren a reflexionar de que “en todas las casas hay problemas, se cuecen habas, y que con una sonrisa todo es más fácil”.

Lleva dos años en el mismo semáforo y asegura que allí continuará hasta que el cuerpo se lo siga pidiendo. “Hace falta en estos tiempos este tipo de gestos, sin otra intención más que sonreír y hacer feliz a las personas. Hay que vivir el día a día y dedicarle una sonrisa. Hay motivos para sonreír y hay que agradecer abrir los ojos por la mañana y saber que hay una nueva oportunidad”.

Reconoce que se han reído de él, que le han mirado por encima del hombro, pero que no le van a robar la sonrisa. Por eso, muchos días el que se ríe de los demás es él asegurando que no pide, pero que si se lo dan se lo gastará en un viaje a Punta Cana.

Si no está él están sus carteles. Pega en las paredes papeles en los que se puede leer 'Deposite aquí su sonrisa, ya vuelvo' o 'Sonrisas de emergencia' y por eso quiere que se le conozca.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN