El próximo lunes debe ser el definitivo. No habrá más informes ni más seguimientos en la distancia. Ahora toca tenerlo en otro hábitat, otro escenario y bajo el control de los que han apostado de lleno en él. Carlos Neva, el todavía jugador recreativista, ahora sí, debe estampar su firma como nuevo jugador del Real Madrid.
Tal y como anunciábamos el viernes pasado en la edición de papel, el interés del equipo blanco había crecido y había servido para intentar cerrar un acuerdo que consume sus últimos detalles. Sus últimas horas.
El asunto está tan adelantado y ultimado, que el propio futbolista se desplazará a la capital junto a su familia, bajo el asesoramiento del que ha sido su técnico, Carlos Camacho, para terminar de cerrarlo y firmar lo que hasta ahora eran simples flecos.
El extremo se comprometerá por lo que resta de temporada, con opción a que su estancia se prologue para las próximas tres temporadas.
Es por ello que el propio Madrid apuesta por el jugador, a la espera, cómo no, de su integración y de que su desarrollo se ajuste a lo esperado por todos.
Neva militará en el equipo juvenil de División de Honor. Lugar perfecto para que en su intento de aclimatación y su crecimiento, sirva para que el portuense continúe escribiendo su fulgurante futuro aún por determinar.
Entorno favorable
Los nervios parecen haber rondado más en los que han visto la ocasión perfecta de rondar por su posible representación, que por el propio jugador. La templanza y su tranquilidad mostrada ha servido para calibrar su equilibrada mentalidad. La mayor preocupación de Carlos Neva era seguir con sus estudios y poder acabar sin problemas 2º de Bachillerato.
Ni que decir tiene que el Madrid, tras el cambio de residencia, instalará al jugador en otro Instituto en la intención de que éste continúe sin problemas con su formación académica y acabe el curso.
Otro detalle más que no ha pasado desapercibido. Sin estridencias, sin exigencias, sin representante y alejado de todo el ruido del ambiente tóxico que suele acercarse, la seriedad, la discreción y la tranquilidad han asentado un asunto que lleva tiempo cociéndose. De igual manera, el entorno familiar, igualmente, ha prevalecido y servido para apostar de lleno por la perla portuense.
Partidos, a priori sin mucha historia, como el que disputó el Juvenil del Recreativo Portuense en Guadalcacín el año pasado y que sirvió para despertar el interés en un jugador que ha ido a más. Sebastián Herrera, ojeador madridista para Andalucía Occidental, fijó sus ojos.
Mere no dudó en hacerlo debutar con el primer equipo del Racing y ya intentó, sin suerte, llevárselo este año al Conil. El tiempo, su trabajo y su calidad le guardaba otro reto. Éste, se firma bajo un contrato en Madrid.
