Publicidad Ai
Publicidad Ai

Ronda

\"Mi marido ha olvidado como se llaman su mujer y sus hijos, pero recuerda Ronda\"

Hablamos con María del Carmen Pérez, esposa del pintor rondeño Antonio Jiménez, que marchó a Madrid en 1959 y que sufre un avanzado alzheimer. Este viernes se inauguró en El Retiro una singular exposición que homenajea a la mujer con 45 de sus cuadros

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
  • El pintor Antonio Jiménez -

"Me parió mi madre en una casa de campo, como una metamorfosis de secano, entre olivos, almendros y eucaliptos rondeños. Crecí como un pinzapo sin escuela primaria”. La cita es de Antonio Jiménez, un rondeño residente en Madrid desde 1959, cuando marchó a la capital en busca de una nueva vida, y que desde ayer expone buena parte de su obra en la sala de exposiciones del Distrito del Retiro. Lo singular de esta muestra es que el autor de los cuadros, pese a tener cada día entre sus manos un lapicero, no es consciente de su protagonismo. Desde hace 10 años, Antonio Jiménez sufre alzheimer, y ya hace dos que dejó de pintar, por estar muy avanzada la enfermedad.

A conocer la historia de Antonio nos ayudan su esposa, María del Carmen Pérez, y también su hermano José, éste residente en Ronda. Ambos han destacado estos días, antes de la inauguración de la exposición, el extraordinario legado pictórico y escultórico de nuestro protagonista: “Era un hombre avanzado a su tiempo, como buen pintor, como lo fue Picasso y tantos y tantos pintores”, afirmó su mujer.

Antonio, que se crió cuidando ganado, fue autodidacta, y marchó a Madrid “porque tenía sed de aprender”. Probó suerte en el mundo de los toros, “pero lo suyo era la pintura, y se lo dijo alguien a quien le hizo caso”, relata su mujer. Él mismo definía su pintura como “cargada de ánimo, empujada por la frescura de la intuición”, llegó a decir, como también que “el arte se adelanta a la persona”. Tras un primer período de obras más figurativas o realistas, la abstracción se apoderó de su trabajo, y el trazo de sus dibujos adivinó incluso ciertas tendencias que llegarían años después.

De las 400 obras que la familia atesora en la casa de Madrid donde reside el pintor, que siempre pudo dedicarse al arte, vendiendo muchos de sus cuadros, 45 de las obras han sido seleccionadas para la exposición, que es un ‘Homenaje a la mujer’, al estudio de cuya fisonomía dedicó numerosos de sus trabajos: “Quienes paren en la figura del dolor”, afirmó el artista. La historia de la muestra es asimismo reveladora, puesto que hace 10 años que se pensó, “pero los políticos le dieron entonces una patada en el culo y la exposición se quedó preparada pero no se pudo ver”, relataba su esposa. Tras recibir una década después una invitación por parte del Ayuntamiento de Madrid, su esposa se encargó de actualizarla: “En su día preparé con él esta muestra, y ahora me he propuesto ayudarle en la que será la última exposición de su vida”, cuenta María del Carmen, resignada aunque feliz por los acontecimientos.

La esposa conoció al marido cuando ella apenas contaba 14 años y él tenía 28: “Me lo ha enseñado todo. Me ha llenado totalmente. Me da rabia que cuando hay 40.000 matrimonios que se tiran los trastos a la cabeza, la enfermedad se haya cruzado en un matrimonio feliz”. Y los hechos lastiman: “Antonio ha olvidado el nombre de su mujer, y el de sus hijos”, pero cuenta su esposa cómo “cuando escucha el nombre de Ronda, sin embargo, pega un brinco. Antonio ha olvidado nuestros nombres, pero recuerda Ronda. Tengo reportajes en casa, y se los pongo y presta atención. Mi marido siempre llevó Ronda en su corazón”, afirma la mujer.

UN GRAN PINTOR

“Mi marido come bien, anda y duerme bien; y pese a que su cabeza se ha quedado vacía, el pintor sigue dentro”, relata María del Carmen al contar cómo siempre sujeta lápices entre sus manos. En la galería en que se enseña su exposición se han colocado hasta doce de sus pensamientos, aquellos que han abandonado ya su cabeza: “Parece mentira lo que hace la enfermedad. Pese al trasiego de cuadros en casa, pese al trasiego de sus cuadros, no dice nada. La enfermedad es maldita”.

Y para que los rondeños no olviden su legado y el cariño que siempre profesó por Ronda, su mujer ha escrito estos días sendas cartas que han sido remitidas a la alcaldesa y a la concejal de Cultura en el Ayuntamiento “para que sus obras puedan quedarse en una sala o algún otro lugar de que disponga el Ayuntamiento, para que Ronda pueda disponer de los cuadros de un pintor rondeño que ha llevado a su ciudad siempre por todo lo alto”, concluyó la esposa de Antonio Jiménez.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN