Toca mirar al frente y comenzar a ser realistas. Y lo primero que se otea en el horizonte es una clasificación liguera que comienza a ser una quimera si el objetivo real es volver a disputar la Champions dentro de unos meses.
La vía de la Liga aleja a los de Nervión a nada más y nada menos que a once puntos de una posibilidad cada vez más remota, sobre todo teniendo en cuenta la fiabilidad que viene mostrando el Villarreal del conocido Marcelino y teniendo en cuenta que sólo restan doce jornadas por disputarse. Y como no, a sabiendas que el Sevilla es el único equipo que aún no ha ganado un partido lejos de su feudo, lo que lo condena a situarse, como mucho, donde está.
Pero no todo es desidia e infortunio. Hay que remarcar y señalar bien en rojo el próximo 22 de mayo como una nueva cita histórica en la que los pupilos de Unai Emery vestirán sus mejores galas para lidiar toda una final de Copa frente el FC Barcelona. Todo un éxito en el haber de este equipo. Y por supuesto, este Sevilla sigue más que vivo en la competición que más le gusta, la Europa League. El torneo fetiche de los rojiblancos es ahora, sin duda, el gran consuelo del plantel y de los aficionados para albergar un nuevo alegrón a la europea y eso quiere decir jugar una final para ganarla.
Así, los de Nervión tienen ahora como único y principal objetivo centrarse cien por cien en esta competición, teniendo en cuenta que además se enfrentará en octavos a uno de los rivales más favorables de los que estaban en el bombo. Si es capaz de eliminar al Basilea, opción más que viable, la Europa League volvería a tornarse en ese sueño de tantos con unos cuartos de final en los que ya la cosa comenzaría a ponerse seria.
El premio de la Champions
Además, el Sevilla ya sabe lo que es alcanzar la máxima competición europea a través del torneo que más ha levantado en la última década y este año, sin la Liga a tiro, es sin duda alguna la más segura vía de escape. Por lo tanto, al Sevilla sólo le queda una cosa, darlo todo por Europa.
