Arcos

La Velada

" ... entre unos y otros, año tras año, hemos construido una feria Barrio Bajo que en nada tiene que ver con aquella de los años setenta que vengo añorando"

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Tengo ya edad suficiente como para haber conocido las veladas de María Auxiliadora cuando eran eso, unas veladas vecinales, sin grandes pretensiones, donde todo el barrio se reunía dos o tres noches de mayo para honrar a su Virgen y para tomarse unas copitas en comunidad. Yo tenía novia en el Barrio Bajo, así que comprenderán ustedes con qué ilusión bajaba a aquellas veladas que ahora, en la distancia, me parecen maravillosas, modestas, ejemplares.

Pero qué ocurre. Pues que en este pueblo nuestro tendemos a lo grandioso, a lo fastuoso, a lo aparatoso, y entre unos y otros, año tras año, hemos construido una feria del Barrio Bajo que en nada tiene que ver con aquella de los años setenta que vengo añorando. Ahora todo son pretensiones, intentos de competir con no se sabe qué, como si las cosas fueran mejores por ser más grandes, como si por encima de la convivencia estuviese el consumismo, el negocio a lo grande.
Respeto profundamente a los empresarios. Me parece que son personas encomiables que invierten su dinero y a todos les deseo que les vaya muy bien. Pero resulta que ahora parece que se hacen las fiestas para que los bares ganen dinero, como si la única función de una velada no fuese la de honrar a un  santo o celebrar una cosecha, sino llenar los bares y terrazas. Y todo, claro, a costa de unos ciudadanos, de unos arcenses que ostentan el triste record de paro de muchos pueblos a la redonda.
Me parece a mi, y lo digo con todo el respeto, que debemos volver a la racionalidad y acometer los eventos lúdicos, llámense ferias, veladas o fiestas vecinales, con el principal objetivo de incentivar la convivencia vecinal, de conseguir que por unas noches la gente abandone sus televisores y se dedique a hablar con el vecino, a tomar una copa, a bailar si se tercia. Pero montar una feria, o arrimar a un barrio una actuación artística como reclamo para el consumo, me parece un síntoma de  nuestra desorientación social.

Luego le pedimos a los zagales que no se emborrachen, cuando les estamos uniendo la diversión con el consumo de alcohol, cuando los estamos enfilando, como a ganado menor, hacia el abrevadero de los  bares.

El tiempo no vuelve atrás y del mismo modo que yo ya no podré ir al Barrio Bajo a buscar a mi novia, tampoco volverán aquellas veladas familiares. Son los desastres del tiempo, pero también nuestros desastres como ciudadanos.

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