Jerez

Un ataque mortal por detrás, sin forcejeo ni opción a defenderse

Forenses del Instituto de Medicina Legal avalan su hipótesis en la trayectoria de las dos heridas de la víctima en el pecho y aseguran que "sabía lo que hacía"

Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
  • Juicio en la Audiencia -

Los forenses que realizaron la autopsia al cadáver de Raquel Barrera, la jerezana de 42 años que murió en abril de 2014 después de que, presuntamente, su marido le asestara dos puñaladas, consideraron ayer “inverosímil” que José Antonio C.B,  acusado de un presunto delito de asesinato, realizara un “ataque frontal y directo” sobre ella con el cuchillo que cogió de la cocina.
En la cuarta sesión del juicio que se celebra en la Sección Octava de la Audiencia Provincial, los forenses de Instituto de Medicina Legal de Cádiz que examinaron el cuerpo descartaron  la versión que dio el procesado, que el pasado lunes habló siempre de una agresión de frente. Para ello, los peritos se basaron en la trayectoria y los ángulos de las heridas que presentaba Raquel “cerca del corazón”y “de derecha izquierda y de arriba abajo”, llegando en un momento dado a escenificar la agresión en la sala entre ellos después de que otros dos forenses contratados por la defensa rebatieran esa hipótesis.


Los facultativos encargados de examinar el cuerpo de la víctima concluyeron que en el momento del ataque el autor confeso, que además es diestro, se situaba detrás de su esposa en posición “posterolateral derecho”, y descartaron “signos de lucha” ante la ausencia de hematomas, erosiones y arañazos en el cadáver. Estos mismos especialistas  señalaron que de las dos heridas “paralelas” en la región izquierda y derecha que recibió en el pecho, una le “penetró el corazón” provocándole un fallo cardíaco que le causó la muerte, mientras que la segunda, “que también podría haber sido mortal”, le atravesó el pulmón. Debido a la gravedad de estas lesiones, Raquel perdía la vida “entre las 2.30 y 3.00 horas”. Además de estas heridas, también presentaba otras dos  cortantes en un dedo y en una mano.

Orden en la escena del crimen
Una de las comparecencias que arrojó más información fue la  de la médico forense que realizó el acta del levantamiento del cadáver de Raquel tras recibir un aviso a las 3 .30 horas de la madrugada.
En su declaración ante el tribunal y el jurado popular, reconoció que le “llamó la atención” el “orden” que se encontró en la escena del crimen, donde la mujer estaba tumbada boca arriba con la cabeza en dirección a la puerta de salida de la cocina “en un charco de sangre”.  Estas circunstancias, sumadas a la ausencia de “manchas de proyección”, referente a las “salpicaduras de sangre en las paredes” pese a la “entidad” de las heridas que presentaba en el pecho, evidencia que “no hay elementos que indiquen que se produjo lucha”, dijo. Una afirmación de la que se deduce que la víctima no se defendió.


En esta misma línea, los agentes de la Policía Científica que realizaron la inspección ocular rechazaron que en el lugar de los hechos hubiera habido forcejeo. “No había desorden”, señalaron,   tras explicar que lo que hallaron en la cocina fue un móvil cargándose en la encimera, un paquete de tabaco “recién abierto” y dos colillas en el fregadero. A pocos metros del cuerpo de Raquel, había un cuchillo “lleno de sangre”, y en el suelo también se encontraba  un colchón de goma espuma de un perro justo en la entrada. 


En el cuarto día de juicio, al que estaban citados más de una decena de peritos, también comparecieron por videoconferencia los que realizaron el informe toxicológico de la fallecida, que cifraron en 2,70 gramos por litro de alcohol en la sangre, un índice “muy alto” que demuestra que “estaba bastante afectada”. Este nivel de alcohol supone ”tiempos de respuestas más largos”, “alteraciones en la coordinación motora” y “escasa capacidad de defensa” en el ataque, matizaron. En el caso del procesado, al haberle practicado estas pruebas 36 horas después de los hechos -lo cual resulta bastante incomprensible teniendo en cuenta el tiempo que estuvo con los agentes del 092 y su posterior traslado al Hospital de Jerez-  los peritos solo han podido determinar a partir de un análisis de orina y de restos del cabello su “consumo medio” de alcohol en los últimos seis meses, que han calificado de “moderado”, rechazando que estuviera afectado por sustancias estupefacientes.

Peligraba su ‘modus vivendi’
En lo que respecta al acusado, la forense de la Unidad de Psiquiatría del Instituto de Medicina Legal que se han entrevistado con él en Puerto  II hasta en dos ocasiones, señalaron a raíz de estas conversaciones, en las que inicialmente se mostraba “poco colaborador”, que en el momento de los hechos “sabía perfectamente lo que hacía”.


Esto no quiere decir, como precisó, que no estuviera movido por la “carga emocional”, la “rabia” y la “ira” que sentía porque “se estaba viendo venir la separación matrimonial”, apuntó tras subrayar la “dependencia económica y afectiva” que tenía con su mujer. “Empezó hablándonos de una relación idílica y fantasiosa con su esposa, pero después reconoció que había problemas a raíz de los contactos entablados de su mujer en Facebook y porque le había dicho que se quería separar. Si José Antonio se separa, su modus vivendi se acaba”, explicó.


Por tanto y no sin descartar que “hubiera podido pensar antes llevar los hechos a este extremo”, negó que actuara movido por “síntomas psicóticos ni alteraciones intelectuales” y que sufriera “intoxicación aguda por alcohol”. “Era una respuesta emocional pero sabía perfectamente lo que estaba haciendo”, afirmó tajante. Una conclusión que, en su opinión, también se pone de manifiesto a posteriori cuando el acusado se autolesiona. “Fue un intento de suicidio frustrado; no llega a consumarlo pero ahí ya tiene conciencia de que acaba de matar a su mujer, hay un sentimiento de culpa y una autojustificación a sus actos, lo que se intensifica más con la llamada al 092 en un lenguaje claro y coherente”.
Radicalmente opuesta y de lo más discutida resultó la visión de los peritos contratados por la defensa, que  resaltaron “antecedentes psiquiátricos” y “trastornos delirantes” del acusado. 

Hoy el juicio encara la quinta y última sesión, que se dedicará a la presentación de los informes finales de las partes, estando previsto que el lunes se entregue el objeto del veredicto a los miembros del jurado para que se retiren a deliberar.

Un mareo obligó a interrumpir la sesión

Las duras imágenes del cuerpo de Raquel obligaron al juez a interrumpir la sesión tras marearse una joven integrante del jurado, que acabó yéndose.

Exhiben al jurado el arma del crimen

Especialmente complicado para la familia de la fallecida fue el momento en el que se mostró el cuchillo del crimen con restos de sangre.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN