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Arcos

Padre

"El viento lo canta llorando Padre...ya están aquí...Monstruos de carne con gusanos de hierro. Padre, no tengáis miedo"

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  • Ilustración de Jorkareli. -

Sí, tiene sentido. Aunque pudiera parecer que todo corresponde a una íntima e inconfesable necesidad de sentirnos identificados y reflejados en algo, alguien o adscritos a una corriente de pensamientos e ideas. El asunto va más allá. No es un mero trámite de identidad.
A pesar de los relativistas, que parecen jurar y perjurar que ´nada es verdad o mentira´, sino a través del cristal con que se mira, no nos cabe duda que entre todas las relatividades existentes, alguna de ellas es más universal que las otras.
Por ejemplo, nada podríamos objetar si juramos y perjuramos que "donde no hay flores, no hay abejas". Parece tan meridiana y razonable esta aseveración que no admitirla sería multiplicar exponencialmente la einsteniana afirmación del relativismo, pero no atómico, sino del más absurdo de los sentidos comunes.
"Padre, decidme qué le han hecho al bosque que no hay árboles,...qué le han hecho al río que ya no canta...."
Valores tan relativos como cierta es la propia vida que, de relatividad y clarividencia al mismo tiempo, juega sus propias normal naturales, las cuales estamos contraviniendo, desarmando y convirtiendo en algo tan superficial como supone apretar una tecla para no sentir la soledad en medio de este inalámbrico y artificial mundo que construimos día a día.
"Sin leña y sin peces, Padre tendremos que quemar la barca, labrar el trigo entre las ruinas..."
Cuando las letras salen del corazón, cuando en medio de la confusión nace la esperanza y cuando el pincel, la nota musical, la propia palabra, es capaz de contraponer a la imprudencia - también cotidiana - un ápice de razón, equilibrio y sensatez, podemos afirmar que no todo está perdido.
Y es que hay valores que no cambian. No por tozudez, ni recalcitrante inmovilismo, ni por interés espurio, sino porque son el propio sustento de la naturaleza de las cosas.
"Padre, que el campo ya no es campo..."
El ámbito de confusión en el que algunos -bastantes- pretenden sumergir al ciudadano día a día, no hace sino incrementar el escepticismo y la discordia entre la realidad y el sueño. Pero la realidad tiene que ver más con la pureza de las aguas, la frondosidad de los montes, el respeto a la naturaleza y a los seres humanos, que somos quienes, en comunión permanente, deberíamos velar por ella.
"Padre, decid que no, que yo os espero".
Ese NO esperanzado, esa negación necesaria ante tanto desmán, ante tanta ley de montes que convierte en sartén los campos donde se cocinan cementos de lujuria y vanidad convertidos en despilfarro y desigualdad. ¡Padre, decid que no!...Una responsabilidad frente al futuro de todos, frente al futuro nuestro Padre y de toda la humanidad.
"El viento lo canta llorando Padre...ya están aquí...Monstruos de carne con gusanos de hierro. Padre, no tengáis miedo".
Dicen que ya no hay abejas. Que los campos sufren la inclemencia de la química. Que los alimentos enferman. Que las avispas ya no saben cómo anidar para interpretar los vientos. Dicen que La Mar (el mar) sufre de asfixia plástica, que nuestros cielos están colmados de cuerpos extraños y que pronto, muy pronto habrá que quemar la barca para calentar el frío invernal.
Yo digo, Padre, que no. Que no es posible tanta relatividad, insensibilidad e incongruencia con nuestro propio destino. Que nuestros pulmones han de respirar aire puro, que nuestro cuerpo necesita la sombra de los árboles, que los ríos han seguir siendo fuente de vida, que….
“Padre, no tengáis miedo, decid que no, que yo os espero. Padre, que están matando la tierra. Padre, dejad de llorar que nos han declarado la guerra”.
Recientemente el poeta ha revitalizado aquella composición que en los años setenta traía consigo aires de libertad. Ahora, con nombre de Mar Mediterráneo, servirá para reivindicar de nuevo la paz y justicia para con los más desfavorecidos: los refugiados.
Serrat (una vez más) compuso ´Pare´  para llamar la atención sobre quien quema los bosques, quienes sin vergüenza ni  pudor, para no ensuciar, siguen yendo “a cagar a casa de otra gente”, porque “es más turbio cómo y de qué manera llegaron esos individuos a ser lo que son ni a quién sirven cuando alzan las banderas…y se arman hasta los dientes en nombre de la paz”.
El asunto sí va más allá. Entre esos tipos y nosotros hay ALGO PERSONAL.

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