Francisco Umbral fue el gran cronista de la Transición. La editorial andaluza Renacimiento ha publicado dos libros de Umbral: ‘Mis queridos políticos’, una recopilación de artículos sublimes sobre política y políticos, y ’30 Cuentos y una balada’, una serie de relatos inéditos del autor. De Umbral se ha escrito que cultivó la mejor prosa del siglo XX. En realidad, esa prosa brillante, sorprendente y canalla de Francisco Umbral resulta deslumbrante porque estaba llena de poesía. Umbral siempre fue un poeta que escribió en prosa. Por eso sus artículos, además de ideas, sobre todo ideas, tenían vida, y también música. Umbral observó a los políticos con fascinación y distancia aunque en alguna fiesta bailó agarrado a la cintura de Esperanza Aguirre. En ‘Mis queridos políticos’ escribe: “La política es la carrera brillante de los que no hacen carrera”. Se trata de un libro antológico y actual, porque las reflexiones del autor son aplicables a ahora mismo. Esta actualidad turbia y peligrosa que vivimos necesitaría la columna diaria de Umbral en el periódico.
Umbral, que pertenece a la generación de los que el dramaturgo Alfredo Sanzol ha llamado “niños maltratados de la posguerra”, nunca fue un escritor de derechas, como algunos sostenían en sus últimos años de vida, cuando el paso del tiempo y las enfermedades apaciguaron la furia del escritor, sino que Umbral siempre observó la vida y la política, más que desde el margen, desde la distancia. Es decir, fue un escritor de izquierdas. Y no se debe que confundir la izquierda con la izquierdona. O con “los infrarrojos”. Y además Umbral fue un visionario. Sintió fascinación, entre otros, por Manuel Gutiérrez Mellado y por Carmen Díez de Rivera. Y cuando conoció a un joven Mariano Rajoy, acertó a escribir que aquel registrador de la propiedad recién entrado en política llegaría a Presidente del Gobierno. Distinta es la visión que en un artículo fechado en 2003 Umbral expresó de Rodrigo Rato: “Rato ha descubierto la eficacia bursátil del chaleco y como su imagen mejora en mangas de camisa, que es el uniforme de los grandes millonarios, de los que tienen trato íntimo con el dinero y salen de la alcoba financiera como de la alcoba pecaminosa”.
Umbral siempre dijo que en sus artículos jamás dio ninguna noticia. Pero su talento lo impregnaba voluntaria o involuntariamente de un perfil visionario. Hay que decirlo por enésima vez: Al releer un libro de Umbral siempre se llega a la misma conclusión: Francisco Umbral escribe cada día mejor.