Curioso Empedernido

Entre lo que existe y lo que se inventan

Los momentos actuales, entre prisas e inmediateces, nos dejan muy poco tiempo para pensar y reflexionar y demasiado para exhibiciones y postureos

Publicado: 04/10/2018 ·
11:49
· Actualizado: 04/10/2018 · 11:49
Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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Entre tormentas de escándalos y gritos de alegría, nos mostramos misteriosos y vamos sacando nuestro lado más seductor y dejamos a los demás mudos y sin palabras. Es muy fácil inventarse todo tipo de argumentos sobre lo que queremos hacer y cómo para cambiar el mundo.

Luego llega el momento de la verdad, que es cuando tenemos que hacer lo que prometimos en su día , y comenzamos a quejarnos y todos nuestros ideales se deshacen y ponemos más nuestro foco en el rendimiento más inversión, que en el ser más diversión.

Vamos abriéndonos paso en medio de ruidos, caos y alarmas, docencias y decencias, felicidades y desgracias, tranquilidades y emergencias, procurando  superar contradicciones, afrontando contraposiciones  e intentado correlacionar lo que se puede.

A veces nuestra intuición es nuestra verdadera guía y abrimos nuestra mente a nuevas posibilidades aun no exploradas, no dejándonos dominar por la rabia y la frustración, y sabiendo distinguir los tratos de favor y los acosos mediáticos.

Deberíamos empeñarnos  siempre en convertir lo negativo en positivo, en promover los acuerdos y fomentar las reconciliaciones, en que los temporales de proa fueran todos vientos de popa, en no recurrir como argumentos a los insultos ni incitar el odio.

Tampoco estaría demás que nos preocupáramos en respetar las reglas y evitar los disparates, rechazar las opresiones y las humillaciones, sofocar enfados y restablecer desequilibrios. No podemos defender lo indefendible ni admitir lo inadmisible.

Para conseguir el éxito, nuestro entusiasmo debe ser contagioso y superar todos nuestros miedos. No debemos olvidar que sobran ocasiones para meter la pata y faltan oportunidades para aprender, entre compromisos y dejaciones, continuidades y treguas.

Cuando no sabemos definir el futuro, tenemos que tener muy claro qué hacer en el presente, sino serán más los momentos de ruidos que los de esperanza., más la fascinación por el poder que las denuncias por el  exceso del mismo.

Los momentos actuales, entre prisas e inmediateces, nos dejan muy poco tiempo para pensar y reflexionar y demasiado para exhibiciones y postureos, muchas pasarelas y pocos andares hacia adelante,  enamoramientos que no llegan a ser amores.

Nos vamos deslumbrando con lo que vemos y nos imaginamos lo que no vemos, coincidimos y nos enfrentamos sin saber muy bien por qué y cómo podríamos promover lo primero y evitar lo segundo. Y demasiadas veces hacemos lo que no nos gusta, como estar en las redes sociales, tal vez porque es posible que no existiéramos.

Nuestra existencia puede ser risueña y con estilo, mientras que el modelo que nos ofrecen es aburrido y hortera. Con frecuencia olvidamos el papel de los jóvenes y las personas mayores y creamos una sociedad virtual y artificial que cada vez está más distante de la realidad.

En ocasiones nos quejamos con razón, por motivos que existen y por otros que son producto de nuestra imaginación. Esperamos con ilusión y ansiedad que ocurra alguna sorpresa en nuestras vidas. Exigimos diálogo y comprensión cuando nosotros solo ofrecemos mutismo y malos modos.

Necesitamos energía positiva para caminar y recorrer el día a día, pero no podemos olvidarnos que quienes tenemos que movernos somos nosotros. Nadie puede hacer milagros, si nosotros no queremos.
                  

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