La escritura perpetua

La Baltasara

Fue impresionante ver ‘La Baltasara’ en el patio de la Casa Museo de Lope de Vega, en Madrid

Publicado: 04/06/2019 ·
14:08
· Actualizado: 04/06/2019 · 14:08
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Fue impresionante ver ‘La Baltasara’ en el patio de la Casa Museo de Lope de Vega, en Madrid, la historia, escrita por Inma Chacón, de aquella extraordinaria actriz del Barroco, que en la cumbre de su carrera, cuando impresionaba al público sobre las tablas siempre a teatro lleno y la llamaban ‘La Divina Baltasara’, o ‘La Bragalinda’ -los malidicentes-, decidió en plena representación de una pieza marcharse a vivir para siempre en una cueva ubicada en la montaña. ‘La Baltasara’ es un poético y dulce homenaje a la profesión de actriz, y también una reivindicación implacable de la mujer. Inma Chacón explica en el programa que en la España del siglo XVII los cómicos llegaron a un nivel de profesionalización semejante al actual, incluso hubo actrices que se convirtieron en empresarias de su propia compañía, pero las intérpretes dependían de sus padres o esposos para poder ejercer su vida profesional. Ana Martínez, que se hizo llamar Francisca Baltasara de los Reyes, tuvo que contraer matrimonio con el actor Miguel Ruiz porque la ley obligaba a las cómicas a estar casadas para evitar “la vida licenciosa”.   Dice Baltasara: “Del roce llegó el cariño”. Pero tanto Miguel como ella vivieron amores fuera del matrimonio. “Aquellas mujeres tuvieron que pagar la libertad en la que vivieron”, cuenta Baltasara. La obra se desarrolla en los momentos finales de su vida, retirada en la cueva, cuando rememora momentos estelares de su carrera. Miguel acudió varias veces a la cueva para rogarle a Baltasara que regresara a los escenarios, porque la compañía teatral se resentía sin el talento de ella, e incluso en una ocasión le llevó unos legajos que eran “una obra que Lope de Vega había escrito de su puño y letra para ella”. Baltasara duda, se conmueve, pero decide finalmente continuar en su retiro pese al impacto emocional que le causa ese libreto “con los apuntes de Lope en los márgenes, con su letra”: “Lope es el mejor escritor de comedias a lo ancho de las Españas”, dice. ‘La Baltasara’ es un maravilloso poema escénico. Pepa Zaragoza cuaja una actuación fascinante. La obra, ya está dicho, supone una recuperación de esas extraordinarias mujeres perdidas en la memoria de los tiempos. Los cómicos de aquella época no tenían derecho a un entierro sagrado. Pero la leyenda cuenta que cuando Baltasara murió en absoluta soledad, comenzaron a replicar espontáneamente las campanas de las iglesias para despedir a aquella gran mujer.  n

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