Sevilla

Contramano: La declaración

La declaración turística obvia la realidad del mínimo y precario empleo creado en el sector

Publicado: 06/10/2019 ·
22:41
· Actualizado: 06/10/2019 · 22:41
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
  • Colas de turistas ante el Alcázar. -
  • La concentración de la oferta contribuye a la percepción de una ciudad masificada

Aprovechando el Día Mundial del Turismo, el Ayuntamiento, representado por Antonio Muñoz como delegado del ramo, y el sector empresarial, representado por Miguel Rus (CES) y Francisco Herrero (Cámara de Comercio), firmaron una declaración conjunta que pretende ser la base de un futuro pacto en el que se incluya al conjunto de los agentes sociales, permita el reconocimiento de la importancia del turismo para Sevilla y propicie la convivencia pacífica entre los vecinos y nuestros visitantes.

En el documento se afirma que la mejor forma de consolidar e impulsar la economía y el empleo que genera el turismo es afrontar sus retos desde el diálogo, la reflexión, la concertación y el consenso en torno a estos diez ejes: 1) la participación de la sociedad civil; 2) la colaboración entre Administraciones en promoción e infraestructuras; 3) la sostenibilidad del crecimiento; 4) la diversificación de la oferta; 5) la calidad del turista y del destino; 6) la competitividad, la formación y el empleo; 7) un frente común contra la clandestinidad y la competencia desleal; 8) el transporte y la movilidad urbana; 9) la colaboración público-privada; y 10) el posicionamiento internacional de Sevilla y el turismo como canal de captación de inversiones.

Dado que el turismo es el principal motor de la economía sevillana, según Muñoz no se debe caer en el rechazo al mismo que ya se da en otras ciudades, y los sevillanos deben ser conscientes de las oportunidades económicas, laborales y sociales que representa esta actividad sin que se vea disminuida su calidad de vida.

Precariedad

Aun compartiendo la obviedad de que el turismo se ha convertido en la principal fuente de riqueza de la ciudad y de que aún existe margen para su crecimiento en comparación con las cifras de visitantes de Madrid y de Barcelona (cuatro veces más que Sevilla), y no digamos con otras urbes extranjeras, es muy difícil que los ciudadanos sean conscientes de las oportunidades económicas y laborales que genera a la luz de los datos objetivos que esgrimen los sindicatos, razón por la cual éstos han rechazado salir en la foto de la firma, a su juicio vacía de contenido.

Comisiones Obreras ha destacado que en el decenio 2008-2018 el número de turistas en Sevilla ha crecido en 1.249.872 pero en ese mismo periodo de tiempo sólo se han creado en el sector 965 nuevos empleos. Por tanto, cada nuevo empleado, que según la central sindical  ganan una media de 675 euros al mes, debe atender a 1.295 visitantes, y ello pese a que en los últimos años la rentabilidad de los hoteles sevillanos es la que más se ha incrementado (en un 11,6%) de toda España y cada habitación genera unos beneficios de 71,9 euros.

De forma retórica, los signatarios de la Declaración en el Día Mundial del Turismo empiezan hablando de la participación de la sociedad civil, pero han  obviado a los colectivos con una visión más crítica de la actividad turística, como los que han organizado congresos para analizar el fenómeno de la gentrificación y el de la turistificación del Casco Histórico, y las centrales sindicales, que antes de firmar declaración o pacto alguno han puesto sobre la mesa la necesidad de un más justo reparto de la tarta turística y de acabar con la precariedad en el empleo, máxime en esta época de vacas gordas en el sector, que no se sabe cuánto tiempo más durará. O se aprovecha esta bonanza o difícilmente se presentará una oportunidad mejor.

Sin el estudio

Antonio Muñoz ha pedido también que no se caiga en el rechazo al turismo detectado en otras ciudades. Es comprensible en sitios como Venecia, que pese a sus singulares características geográficas es invadida cada año por millones de personas que obstaculizan la vida de los venecianos hasta extremos insospechados de casi no poder moverse en su propia ciudad. Muñoz, a la vista de ese hastío en sitios como Venecia y Barcelona y con el fin de prevenirlo anunció en el anterior mandato de Espadas la realización de un estudio para ver “grosso modo” la capacidad de carga turística de Sevilla y no acabar cayendo en la turismofobia, pero han pasado los años y del prometido estudio jamás se supo.

Se habla en la declaración de la necesidad de diversificar la oferta, cuya concentración en el Centro, valga la redundancia, es la principal razón de la creciente percepción de que Sevilla se está colmatando por causa de un aparentemente excesivo número de visitantes. Sin embargo, la mayor parte de las decisiones que se adoptan van en la línea de incrementar aún más la oferta en la almendra del Casco Antiguo en vez de tratar de quitarle presión con nuevos polos de atracción hacia los que se puedan redirigir los turistas.

Así, el proyecto del museo Bellver se trasladó desde el Pabellón Real del Parque de María Luisa a la Casa Fabiola, a la sombra de la Giralda. También, con el fin de ahorrarse el dinero de su restauración integral, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura están analizando el traslado de los fondos del Museo Arqueológico desde la Plaza de América hasta unos pabellones militares cercanos a la Fábrica de Artillería, en San Bernardo.

En vez de crear nuestra particular Isla de los Museos en el Parque de María Luisa y descongestionar el Centro se actúa en sentido contrario, por más que en declaraciones públicas y documentos se preconice esa política de descentralización, nunca llevada a efecto.

El Carambolo

Más ejemplos en esa línea. Espadas y Muñoz han insistido en exponer el Tesoro del Carambolo en el Antiquarium de las Setas de la Encarnación, fuera de todo contexto histórico para esas joyas de origen tartésico o fenicio y pese a que oficialmente su único destino admitido desde su descubrimiento es el Museo Arqueológico, al que de paso se privaría de otro gran atractivo patrimonial y cultural que podría servir  para esa diversificación de la oferta turística que se proclama pero que no se cumple.

Asimismo, pese a la ya elevada carga turística que sufre, el Ayuntamiento no ceja en su empeño de reconvertir la puerta y el patio del León del Real Alcázar con fines meramente turísticos y de incluir las murallas en el circuito de visitas para así seguir incrementando su número, y la recaudación.

Item más, para el controvertido proyecto de museo de la Semana Santa se elige un suelo público sito junto a la Casa de la Moneda y la Torre de la Plata en vez de otro sitio alejado del Centro y que permita dispersar a los turistas por otras zonas de una ciudad que se precia de tener el casco antiguo más extenso de Europa pero que no es capaz de llevar a sus visitantes mucho más allá de la zona declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y su entorno.

Cuando algún día, esperemos más pronto que tarde, se reabran las Atarazanas se acentuará aún más esa concentración turística, que influye de manera esencial en la percepción de una Sevilla saturada y con un Centro convertido en parque temático turístico en perjuicio de sus vecinos tradicionales.

Turismo “de calidad”

Por otra parte, frente al concepto y visión de Sevilla como ciudad amigable y acogedora de todo tipo de visitantes que de forma acertada ha defendido siempre Antonio Muñoz frente a quienes ya incluso hablan despectivamente de “turistas zarrapastrosos”, en la Declaración con motivo del Día Mundial del Turismo se habla sólo de “la calidad del turista”.

Esta es una expresión eufemística y clasista con la que se hace referencia encubierta al turista de alto poder adquisitivo, con desprecio implícito a la inmensa mayoría de quienes nos visitan, no clasificables en tal categoría. Habrá que recordar de nuevo la nefasta experiencia y el fracaso de Crasa-Coral, la central de reservas hoteleras de la Expo’92, que puso los precios por las nubes pensando sólo y exclusivamente en ese “turista de calidad” y se estrelló contra la realidad tras comprobarse, como había vaticinado Antonio Távora, que no había tantos miles de turistas dispuestos a llenar los establecimientos sevillanos a tarifas propias de un cinco estrellas gran lujo.

Escritores y artistas que luego han hecho una publicidad impagable de Sevilla ambientando en la misma sus obras o hablando de sus experiencias cuando la visitaron en su época juvenil y en plan mochilero serían despreciables o no entrarían en nuestro “target” a la luz del objetivo de la declaración sobre “la calidad del turista”. Hablar en estos términos equivale a decir que hay turistas carentes de la misma, simplemente en función de los billetes que lleven en la cartera.
Y no olvidemos que la gran mayoría de los turistas que nos visitan vienen en vuelos de bajo coste, que han disparado el tráfico del aeropuerto de San Pablo y generado el boom turístico que vive la ciudad.  

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN