Notas de un lector

Vendimia de luz

El continente que envuelve estas páginas es un hermoso álbum que aúna de manera lúcida la imagen y el verso

Publicado: 21/10/2019 ·
10:20
· Actualizado: 21/10/2019 · 10:21
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Inspirador y prolífico ha sido desde siempre el binomio vino/poesía, un maridaje que ha dado a los largo de la historia de las letras muy bellas obras. Virginia Wolf dejó escrito que “el lenguaje es el vino en los labios” y, en verdad, que de la esencia de este elixir brotan palabras, misterios, aromas y fervores inolvidables.

    “Me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo”, escribió Federico García Lorca. Jorge Luis Borges lo reclamó para saber más de sí mismo: “Vino, enséñame el arte de  mi propia historia”.Y con ese mismo anhelo, de ahondar en su conciencia y en la de su simbiosis con este milagro que nace de las cepas, Javier Asiáin (1970) nos ofrece “El instante lúcido” (Cénlit Ediciones. Navarra, 2019).

      El continente que envuelve estas páginas es un hermoso álbum que aúna de manera lúcida la imagen y el verso. Las ilustraciones de Pedro Salaberri dotan de hermoso cromatismo a los textos de Asiáin. En su epílogo, el poeta pamplonés afirma que los poemas aquí reunidos, nacieron “a la luz de varios recitales impartidos en la intimidad de las bodegas a lo largo de estos últimos años. De este modo, fueron pergeñados y macerados (…) desde ese contexto exclusivo que marida palabra y enografía, experiencia organoléptica y asombro perceptivo”.

     El volumen aparece dividido en cinco apartados, “Invocación primera”, “Instantes lúcidos”, “Rincón del sommelier”, “Alegorías del vino” e “Invocación última”, si bien, todos ellos vienen cosidos por una llamada común para compartir con el lector esta “poesía embotellada, versus mitológico,/ palabra sujeta a la cadencia, palabra sujeta/ al balanceo del tiempo,/ al laudo magno de los siglos (…) Por eso hoy yo os invito al delirio cósmico,/ al poema enaltecido con la sangre de Dios crucificado,/ a la exaltación de los sentidos…”.

    En esta entrega, el verso de Javier Asiáin sigue conservando en la tradición y la modernidad de la que hecho gala en sus poemarios anteriores. Con una intensidad contenida, una clarividencia liberadora y una acentuada pureza verbal, su decir se encadena y asciende hasta una madurado espacio vital. La memoria cruza de parte a parte el pentagrama de sus días y preserva la inmanente espiritualidad de lo absoluto: “No, no es la vida quien nos salva/ acaso el fiero afán de contener/ tras la materia la promesa en alto,/ el signo claro que aún prosiga/ contra la sístole del tiempo/ y su oscuro aldabón en persistencia”.

   En estos retazos de perdurable certidumbre, caben también las heridas abiertas, la juventud ida, el magnetismo del pecado o la mansedumbre de lo angélico. Pero como enredado  en un círculo que todo lo cobijase, se alza el amor, con su danza y su fantasía, con su fecundidad suprema. Y sobre él y desde él, se copia el yo lírico para hacer de su himno triunfal prodigio: “El vino es del color violento de tus ojos./ Tus ojos fulguración de la materia,/ calendario solar de los días,/ química de la fermentación,/ fiebre de la redondez vitral,/ vendimia de luz,/ azumbre portentoso”.

    En suma, un libro sugestivo y enriquecedor, para brindar con pasión por este fuego sagrado y rojo, “alimento sustantivo del espíritu”.

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