Notas de un lector

La última luz de la tarde

Ryunosuke Akutagawa está considerado por algunos como el “padre del cuento japonés”

Publicado: 02/03/2020 ·
11:31
· Actualizado: 02/03/2020 · 11:31
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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El próximo 1 de marzo se cumplirán 128 años del nacimiento de Ryunosuke Akutagawa. Considerado por algunos como el “padre del cuento japonés”, su legado y su vigencia se deben en buena medida al éxito alcanzado por la película Rashoomon, dirigida por AkiroKurosawa. El film, basado en dos cuentos de Akutagawa, recibió el León de Oro del Festival de Venecia y el Óscar Honorífico a la Mejor Película Extranjera en 1951.

     La obra del escritor nipón está íntimamente ligada a su compleja biografía. Huérfano a los diez años, soportó el acoso y el tormento de su tía política, quien le hizo creer que había heredado la enfermedad mental de su madre. Tal vez, esa injusta presión o quizá, los azares del destino, lo llevaron al suicidio tras cumplir los treinta y cinco, dejando tras de sí una obra relevante y marcada por su afán de conjugarla tradición occidental con la oriental. Además, los toques grotescos y exóticos que salpicaban sus relatos, siguen siendo, hoy día, reveladores de su expresiva originalidad.

    Hasta ahora, su narrativa ha tenido cierta trascendencia en nuestro país con la traducción de bastantes de sus relatos. No así su poesía, que cuenta solamente con la antología preparada en 2015 por Fernando Rodríguez-Izquierdo.La aparición de “Brilla un relámpago” (Hiperión. Madrid, 2019) devuelve a la actualidad el decir de un escritor esencial dentro de la literatura japonesa de la pasada centuria.

     Teresa Herrero y Jesús Munárriz han seleccionado, anotado y vertido al castellano un centenar de haikus de los más de mil que se recogen en sus obras completas,. En su prefacio, anotan que “al igual que en sus cuentos, Akutagawa se inspira para sus haikus en la tradición y sigue sus normas, pero incorpora elementos de modernidad que enriquecen y actualizan el género antes de las innovaciones que propiciaría el siglo XX”.

En esta sugestiva compilación encontrará el lector muy gratos retazos plenos de lirismo, donde prevalece lo visual y la esencialidad de lúcidas instantáneas: “De amanecida/ en la hierba se oye/ resbalar el rocío”.

Jorge Luis Borges conoció ampliamente el quehacer literario de Akutagawa y aseguraba que “la extravagancia y el horror están en sus páginas, pero no en el estilo, que siempre es límpido”. Al hilo de estas páginas, puede comprobarse como, en efecto, predomina un decir contemplativo, de sencilla cotidianeidad, que mezcla sabiamente la naturaleza y la percepción sensorial: “Se calmó el viento/ y se fueron las nubes./ Noche estrellada”.

     Su devoción por la escritura de haikus le hizo, incluso, escribir uno como nota previa a su citado suicidio. En un sobre cerrado, se lo entregó a su tía Fuki para que se lo hiciese llegar después a su amigo el doctor Shimojima. Los constantes episodios de insomnio, la inquietud ante su porvenir y un extendido sentimiento  de doliente nostalgia, fueron las fatales causaspara ingerir una dosis mortal de barbitúricos el 24 de julio de 1927.

    En aquel haiku previo a su adiós, escribió: `Me rio de mí mismo´“Mi nariz moquea;/ sólo en su punta/ la última luz de la tarde”.

 

 

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