Como casi todos los días con las primeras luces había comenzado a escribir, viendo como al pulsar las teclas del ordenador iban apareciendo nuevas palabras. Desde muy joven había sentido la necesidad de expresar por escrito lo que veía , lo que pensaba y lo que sentía. Y comunicar todo eso se convirtió en algo que me atraía , porque era otra forma de crecer como persona, de obligarme a conocer como era todo lo que llevaba dentro y lo que me rodeaba, de enriquecer mi mundo interior y exterior.
De todas formas, la menor en mi caso, es muy difícil no ya precisar el momento sino la razón. Tal vez si tuviera que destacar alguna en particular , y lo he dicho en numerosas ocasiones , es porque soy un curioso empedernido. Un curioso paciente, persistente , algo perspicaz y un poco prudente para no precipitarme en mis análisis.
A pesar de todo, siempre hay razones y emociones ocultas, difíciles de explicar, y que sean tal vez las más importantes, como la necesidad de jugar con las ideas, los conceptos y las palabras con las que intentamos expresarnos. Eso sí, siempre acercándome al oficio de escribir con mucha humildad.
Elaborar una historia, describir un personaje, contar lo que ocurre en un espacio y tiempo determinado exige en primer lugar un esfuerzo, y lo mejor del mismo , de ese camino que tenemos que recorrer es que está lleno de pensamientos, de emociones y de sentimientos.
Es un camino de placer y de sufrimiento, de gratificación y de incertidumbre, de certezas y dudas, de comunicación y aislamiento, de construir y romper, de establecer vínculos y alimentar rupturas, es un proceso de construcción, creatividad y conocimiento de la realidad y la fantasía.
Creo que el mito de las musas como dice en una canción de Serrat, a veces pasan de uno porque están de vacaciones, por tanto no podemos esperar que aparezcan milagrosamente y hay que cultivarlas, así que lo mejor cuando se hagan visibles que nos pillen trabajando ante la pantalla del ordenador.
Cada cual es cada cual y cada quien es cada quien, yo duermo poco pero bien desde que estaba estudiando en Madrid , eso hace que sea de los ciudadanos y ciudadanas que ponen las calles , así que todos los días, desde bien temprano estoy escribiendo , lo que alterno con la lectura de la prensa a través de internet. Eso sí, sin renunciar al papel que me da una experiencia multisensorial. Toda esta operación suele durar hasta las nueve en que preparo el desayuno.
El otro periodo de aproximadamente tres horas es más infrecuente, ya que es de tres y media a seis media de la tarde, o sea justo en el tiempo en el que común de los mortales en nuestro País se suele echar la siesta, ese deporte nacional que como todo con moderación resulta terapéutico.
Habitualmente trabajo en mi despacho al que llamo familiarmente “la fábrica de las ideas”. Aunque a decir verdad siempre llevo conmigo papel y pilot, por si se me ocurre u observo algo que merezca la pena, así que el lugar de creación de un escritor es el mundo, aunque después se haga realidad su obra en un lugar concreto, y además la obra de los buenos escritores sale del mundo y vuelve al mundo.-
Delante y detrás de cada personaje hay una persona ,porque en parte no hay personaje que responda a la realidad ni a la ficción en un cien por cien. El doble juego de persona y personaje, caras y caretas, cabezas y gorros, andares y caminos, es la licencia y la libertad de expresión que se puede permitir el escritor. Oficio al que me acerco con un profundo respeto. Por tanto cualquiera que con dignidad sea capaz de contarnos o describirnos algo con la palabra escrita, para mi tiene un enorme mérito.
Aprender se puede aprender de cualquiera y en cualquier circunstancia, sería pretencioso negarlo: Ahora bien que un taller, con muy buenos profesores nos enseñe a escribir por principio , creo que no, puede eso sí enseñarnos técnicas sintácticas, y de construcción estilística, pero creo que aprender a escribir es un proceso largo y difícil , que nunca se acaba, y en ese camino hay dos grandes escuelas, la observación y la lectura.
Me gustaría terminar con una frase de un gran escritor, Ernesto Sabato” Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas”