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Las tropas aliadas lanzan una ofensiva en el corazón talibán
Las tropas internacionales, con el apoyo de las fuerzas afganas, lanzaron la madrugada de ayer una masiva operación militar con 15.000 efectivos contra un bastión insurgente del sur de Afganistán, la mayor ofensiva en cuanto a número de soldados desde la caída del régimen talibán en 2001.
En varios comunicados, la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN, informó de que en el asalto participan unos 5.000 efectivos estadounidenses –la mayoría marines–, 2.000 militares afganos y un gran contingente del Ejército británico apoyado por soldados de Dinamarca, Estonia y Canadá.
La Operación Moshtarak (“Juntos”, en lengua dari) persigue desalojar a los talibanes de Marjah, una de las plazas fuertes de los integristas en la extensa provincia sureña de Helmand.
Un comandante del Ejército afgano en esta región, Shir Mohamed Zazi, aseguró a Efe por teléfono que durante los primeros compases de la operación en Marjah y aledaños cinco supuestos talibanes perdieron la vida y ocho resultaron heridos.
Tres soldados estadounidenses encuadrados en la ISAF fallecieron también durante la jornada a causa de la explosión de una bomba de fabricación casera en el sur afgano, pero un portavoz de la OTAN confirmó a Efe que el ataque se registró fuera de Helmand, al margen de la ofensiva.
El ministro afgano de Defensa, el general Abdul Rahim Wardak, ofreció una rueda de prensa en Kabul para informar del desarrollo del asalto militar y dijo que las tropas aliadas por el momento tan sólo se han visto envueltas en episodios de “resistencia esporádica”.
“En el flanco este han minado profusamente la zona, así que tenemos que ir despacio en el proceso de limpiar (de insurgentes) el área. Por ahora el avance sigue según lo previsto”, resumió.
El ministro constató que en el pasado las fuerzas extranjeras y afganas han arrebatado a los insurgentes algunos de sus bastiones, pero tras el esfuerzo militar “no había una presencia permanente de las fuerzas de seguridad” que protegiera a los civiles.
Wardak garantizó que esta vez los efectivos permanecerán sobre el terreno y expresó su deseo de que la magnitud de la ofensiva desaliente a los talibanes que actúan en otras provincias y los empuje a entablar el diálogo con las autoridades, objetivo al que la comunidad internacional dio luz verde en la Conferencia de Londres de finales de enero.
“Necesitaremos tener más éxitos (militares) para crear esta percepción”, admitió.
Otra preocupación del Gobierno afgano son las consecuencias humanas de esta ofensiva, motivo por el que el presidente afgano, Hamid Karzai, pidió a las fuerzas internacionales que eviten las bajas civiles y descarten el uso del poder aéreo en zonas donde se acumulen los civiles.
Karzai, en un comunicado difundido por el Palacio Presidencial, sostuvo en la misma línea que el ministro de Defensa que la operación es una oportunidad para que los insurgentes que desean abandonar la violencia “se reintegren en la vida civil”.
Aunque Marjah tan sólo tiene una población de unas 80.000 personas, el mando militar internacional la considera clave por ser el único que los insurgentes controlan de forma total en Helmand, por constituir un núcleo del narcotráfico del que se nutre el movimiento talibán y por su ubicación central en la provincia.
“Marjah es el último santuario enemigo en la zona de operaciones de los marines” en Helmand, analizó en un comunicado de la ISAF el general de brigada estadounidense Larry Nicholson.
Marjah se había convertido en un centro de operaciones talibán desde el cual planear atentados y fabricar bombas que se colocan en los caminos y suponen el arma más letal de la insurgencia para golpear a los convoyes militares de la ISAF.
Una vez se elimine a la resistencia talibán de Marjah, un equipo de reconstrucción estadounidense y británico instalará una oficina de estabilización. La principal prioridad será colaborar con el nuevo gobernador del distrito, Haji Zahir, que ha regresado al país tras 15 años en Alemania.
Miles de tropas extranjeras ya lanzaron en el verano de 2009, antes de la celebración de los comicios presidenciales, dos ofensivas en el norte y el sur de Afganistán con el objetivo de expulsar a los integristas de los núcleos a lo largo del río Helmand, que corta la provincia homónima y alrededor del cual se aglomeran la población y los campos de cultivo.
En aquella ocasión, el mando de la ISAF no informó regularmente sobre sus avances militares en Helmand.
El asalto sobre Marjah es la primera gran operación militar extranjera desde que el presidente de EEUU, Barack Obama, ordenó el despliegue de 30.000 soldados adicionales y fijó julio de 2011 como fecha para el inicio de la retirada militar.
Cuando en verano llegue este refuerzo y los 7.000 soldados prometidos por la OTAN, unos 140.000 efectivos extranjeros estarán destacados en Afganistán para cumplir con el objetivo marcado por el presidente estadounidense: castigar a la insurgencia para facilitar el traspaso de responsabilidad a las fuerzas de seguridad afganas y crear el clima propicio para que los talibanes dialoguen con el Gobierno.
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