Desde mi azotea

La velocidad en la carretera

Los principales factores que afectan a los accidentes son tres, el conductor, la vía y el vehículo y un cuarto adicional que son las condiciones meteorológicas

Publicado: 31/10/2024 ·
17:53
· Actualizado: 31/10/2024 · 17:53
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Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

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Advierte la Dirección General de Tráfico (DGT) que: “La velocidad excesiva o inadecuada ejerce una influencia muy negativa sobre tus capacidades para conducir y te expone con mucha facilidad a situaciones de alto riesgo. La probabilidad de morir o sufrir lesiones graves permanentes es mucho mayor en un accidente con velocidad excesiva que en otro con una velocidad más moderada. Esto sucede independientemente de si la causa última del accidente ha sido o no el exceso de velocidad”. La velocidad engaña, ya que en la percepción de la misma influyen muchas circunstancias: el tipo de vehículo y su potencia, la hora del día, los factores climatológicos, la vía por la que se circula, el estado psicofísico del conductor, etc.

Es casi seguro que si conduces a una velocidad excesiva o inadecuada, es una mera cuestión de tiempo que acabes por sufrir un siniestro. Por el contrario, circular a una velocidad adecuada a la situación en la que te encuentras puede evitar que sufras un accidente y, aunque éste finalmente llegue a producirse, probablemente será de mucha menor gravedad. La velocidad es considerada comúnmente como uno de los factores más determinantes en los accidentes con víctimas. En más de uno de cada tres accidentes hay una velocidad inadecuada, lo que hace que el número de fallecidos aumente el 50 por 100.

Los principales factores que afectan a los accidentes son tres, el conductor, la vía y el vehículo y un cuarto adicional como pueden ser las condiciones meteorológicas. Y añadimos la velocidad excesiva. El conductor es el que decide sobre la velocidad que lleva el vehículo, pues tiene la capacidad de aumentar o reducirla y adaptarla a las condiciones de la carretera o a las ambientales. Esta decisión está influida por diversos factores, como pueden ser las características de la vía y del vehículo; pero también y, sobre todo, por la personalidad, la actitud y el estado emocional o psicofísico del conductor.


Así sabemos que, en general, los conductores jóvenes conducen más deprisa que la media; los conductores que llevan pasajeros circulan más despacio que los que conducen solos; los conductores que realizan un desplazamiento largo tienden a conducir más deprisa que los que lo efectúan corto y algunos estudios sugieren que la velocidad depende en gran manera de la familiaridad del conductor con la carretera. La confianza en los accidentes mata.

La vía es otro de los factores influyentes. La mayoría de los estudios han demostrado que la velocidad aumenta con la calidad de la carretera, tanto en lo relativo al trazado como a la regularidad superficial de su pavimento y al ruido que perciben. El factor que más limita la velocidad es la curvatura en planta, por la sensación de aceleración centrífuga no compensada por el peralte que provoca en el conductor. El vehículo como objeto del accidente tiene también cierta influencia, ya que las condiciones técnicas y mecánicas como elementos de seguridad influirá en las respuestas de frenado, dirección, luces, etc.

Según determinados estudios el riesgo de sufrir un accidente cuando se toma una curva a una velocidad incorrecta se triplica. La configuración del terreno, la nocturnidad, el humo, la vegetación, deslumbramientos, etc..., unidos todos ellos a una velocidad excesiva incrementa en cerca de un 150 por ciento el riego de sufrir un accidente.

Y otro factor de los accidentes serán las condiciones meteorológicas. La niebla reduce la visibilidad disponible en términos inciertos y provoca unas reducciones de la velocidad a veces excesivas. La lluvia reduce el rozamiento disponible entre el neumático y el pavimento, necesitándose una mayor distancia para detenerse, al margen que al igualo que la niebla redice la visibilidad en la carretera.

La distancia de detención dependerá de la velocidad, así si convertimos los kilómetros por hora a metros por segundo, tendremos una idea aproximada de la distancia que recorre un coche en un segundo, que es el tiempo aproximado que transcurre desde que el cerebro percibe un peligro, envía una orden al pie y éste empieza a pisar el pedal del freno. Este tramo se denomina distancia de reacción y depende de la rapidez de reflejos del conductor y de la velocidad a la que circula.

La distancia de frenado supone el espacio en el que debe detenerse el vehículo y éste depende de la velocidad a la que se circula, el tipo de calzada, las condiciones de adherencia del suelo, el estado de los frenos del vehículo, amortiguadores, etc. La suma de la distancia de reacción y de la distancia de frenado es lo que se denomina distancia de detención. Por tanto, reducir la velocidad en cada situación en las que estemos en peligro de accidente es vital. Nosotros somos los que manejamos en vehículo y, por tanto, los principales responsables de los accidentes.

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