Hasta el cielo lloró de rabia por lo que estaba viendo

El Xerez sumó un punto en un partido lamentable y ante el Espanyol, que ha sido de largo, el peor equipo que ha pasado por Chapín. Partido para olvidar

  • Mario Bermejo celebra el tanto que supuso el empate del Xerez ante el Espanyol. -
Transcurrían los minutos finales del primer tiempo y descargó sobre Chapín un aguacero impresionante. El diluvio universal. Y es que hasta las nubes se unieron para llorar por el espectáculo que se estaba ofreciendo sobre el tapete verde de Chapín. El Espanyol con nada se había adelantado en el marcador en el minuto 17 y el primer periodo estaba resultando un tostón. Si un equipo era malo, el otro era peor y viceversa. Sin género de dudas, el cuadro catalán ha sido el peor visitante que ha pasado por el Municipal jerezano. Y si con ese detalle, con el añadido de que es el peor visitante de la Liga española, con peores números incluso que el propio colista de la categoría, y de que llevaba cinco meses sin ganar fuera de casa y, sin embargo, iba por delante en el marcador ya se entenderá cómo lo estaba haciendo un Xerez completamente a la deriva. Un Xerez que lo hacía peor incluso que en la era de Ziganda. Porque si con el navarro el equipo azulino era pírrico en ataque y pobre en defensa, el de ayer era pírrico en ataque y en defensa, porque recibió un gol de verbena. Osvaldo quebró por banda derecha a Aythami, Casado no fue capaz de cortarle y entró en el área como Pedro por su casa y asentó un disparo cruzado ante el que nadie se opuso. Era el minuto 17 de partido y el Xerez volvía a estar detrás del marcador y sin poder de reacción. Eso de presionar en los tres cuartos de cancha fue algo que Gorosito expuso, pero que no se ha hecho. Más bien parecía que se presionaba en un cuarto, porque era el Espanyol quien tenía el balón y el que manejaba la barca del partido a su antojo. Y es que la primera aproximación del Xerez al portal de un aburrido Kameni no llegaría hasta el minuto 25. Fue un disparo lejano y desviado de Abel. Hasta entonces poco o nada en el haber xerecista. Y el Espanyol pudo marcar en un cabezazo de Víctor Ruiz que se fue fuera por poco. Con lo mínimo el Espanyol ganaba. Y el Xerez agonizaba. Por eso el cielo lloró. Fue el llanto de tantos xerecistas que se asoman al balcón del cielo para ver a ese equipo que, en vida, no lo pudieron ver en Primera y que querían disfrutar con la Primera. El vídeo del encuentro le daría yo a aquellos que pregonan que la Primera era para disfrutarla.

En el segundo tiempo, Gorosito dejó en vestuarios a los dos extremos, para sacar a Orellana y a Antoñito, colocando a Abel Gómez de extremo derecho y dejando al equipo sin dirección alguna en el centro del campo. Con Abel escorado a banda, ¿quién iba a organizar, un desaparecido Víctor o Moreno, más ocupado en misiones de corte que de confección? Eso se notó y el hueco en el centro del campo era enorme. Allí mandaba a placer el Espanyol, aunque los de Pochettino vieron el encuentro tan fácil, que se dedicaron a especular, a nadar y a guardar la ropa, a esperar al Xerez y a intentar rematar el encuentro a la contra,. No le salían las cosas a los espanyolistas. Tampoco a los jerezanos. En los primeros quince minutos sólo está anotado un disparo lejano de Abel. En el minuto 60, por cierto, Iván Alonso, que había salido desde el banco, pudo hacer el 0-2, pero su disparo se fue fuera.

El encuentro seguía por lances de comer pipas y comentar las incidencias de la mañana con el compañero de pupitre. De verdad que lo que se estaba viendo sobre el terreno de juego era lamentable. Impropio de un partido de Primera División. Por una parte y por otra. Parecía que el encuentro se difuminaba y que valía el 0-1, pero Mendoza sacó ese carácter y esa calidad que atesora, aunque lo hayan tenido condenado al ostracismo durante cuatro meses, y se colocó la bola en su pierna diestra para desde fuera del área poner a prueba a Kameni, que hizo la parada de la tarde enviando al esférico a saque de esquina. Desde el córner botó Orellana, remató Gioda, salvó un zaguero y Bermejo, siempre Bermejo, marcó. Era el minuto 76. Restaban catorce minutos más el alargue. La afición xerecista, lo mejor sin género de dudas de esta entidad, se levantó como un resorte. Le importaba poco el espectáculo deprimente que estaba viendo, quería llevar al equipo hacia el triunfo, pero ya el Xerez ni se asomó por los aledaños de Kameni. El único equipo, que en ese tramo final del encuentro, quiso ganar el partido fue el Espanyol y lo pudo conseguir en el minuto 80 cuando Osvaldo se quedó en soledad ante Renan pero no supo solventar. El Xerez se quedó con un mísero punto y el Espanyol con otro. Tal para cual.

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