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Una nueva oportunidad para el fin de eta

La carta pública de históricos presos de la banda puede abrir una brecha que quizás sea definitiva

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La carta hecha pública por ocho históricos presos de ETA, en la que, entre otras cuestiones, asumen que deben “reconocer y reparar” los daños causados a las víctimas del terrorismo o que la firmen como “presos comprometidos con el irreversible proceso de paz”, no debe tomarse como un hecho aislado, sino como un paso más en la división interna que vive el colectivo de los reclusos etarras y, por extensión, la propia banda armada. Es cierto que estos presos firmantes ya había marcado distancias con la organización terrorista desde hacía tiempo, que sólo son un número reducido con respecto a todos los etarras recluidos en las prisiones españolas o francesas, pero no por eso se debe obviar que en esta misiva se están dando unos pasos que no cabía de esperar inicialmente, como es el hecho de asumir que debe pedir perdón a las víctimas y que aceptan que la lucha armada no tiene sentido. Posiblemente para la gran mayoría esta carta no dejará de ser un gesto concreto de etarras determinados, pero puede ser esa brecha que hacía falta que se abriera para que la desaparición de ETA pueda ser la realidad que todo el pueblo español espera. Por eso, con toda la cautela, con todos los matices que se le quiera dar, se debe facilitar que esta ruptura no sólo se consolide, sino que se vaya ampliando poco a poco al resto de presos y a la propia izquierda abertzale. Y ahí deben jugar los partidos políticos, en especial el PSOE y el PP, un papel primordial, en el que prevalezca el interés del Estado por encima de sus intereses electorales. Si alguno de estos dos partidos quiere aprovechar esta nueva oportunidad para sacarle un rendimiento propio (bien para ofrecer una alternativa ante el fracaso económico por parte socialista; bien para impedir darle una salida al Gobierno, por parte popular) no sólo se equivocarían, sino que estarían haciendo un flaco favor a toda la sociedad española. Y es que esta carta no es definitiva del final de la banda terrorista, pero sí es un paso más (y ya van muchos entre las divisiones internas, el debate en la izquierda abertzale y los duros golpes policiales españoles y franceses a la cúpula etarra) que si se sabe gestionar podría ayudar a que el sueño de un final de ETA esté más próximo de lo que muchos podrían pensar.

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