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Desde la Bahía

Aburrimiento y responsabilidad

El despertar del individuo es ahora pasivo y laxo y su desembocadura, como delta de lento caminar, no es otra que el aburrimiento

Publicado: 17/09/2023 ·
18:35
· Actualizado: 17/09/2023 · 18:35
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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La fe ha variado su domicilio, su hábitat y el objetivo de su creencia. Creíamos que no, pero el espíritu también tiene su indumentaria. Puede haber contribuido a ello el abandono, real, palpable, al que el Creador nos tiene acostumbrado. Lo cierto es que cada vez es mayor el número de fanáticos que siguen hoy día a líderes que ya no es que tengan “pies de barro”, sino que su cerebro está ocupado por la “mala hierba” del dictado que intenta borrar todo gesto opositor. La sociedad cuya fuerza es muy superior a la que ella misma se imagina, le han paliado su empuje hasta hacerlo doblegar bajo el manto de un bienestar a veces inaceptable, pero muy útil como sedante que la adormece e indiferencia.

El despertar del individuo es ahora pasivo y laxo y su desembocadura, como delta de lento caminar, no es otra que el aburrimiento. Estamos en él y es, como lo consideraba Kierkegaard, la raíz de todos los males. Nos ha atrapado quizás indefinidamente. Es el aburrimiento el estado de malestar que hoy se percibe en la sociedad en general, debido a que nuestra vida diaria, nuestro entorno, nos tiene inmerso en una realidad que, a base de sacrificar múltiples valores y carecer cada vez más de libertad para alcanzar el bienestar que se anhela, se ha encogido de hombros y ha dado la espalda a estímulos y compromisos necesarios para mantener unas expectativas ilusionantes y esperanzadoras en el futuro más próximo.

Quizás como dice Ros Velasco -Josefa - Premio Nacional de Investigación María Moliner y autora de la obra La enfermedad del aburrimiento, no sepamos nada sobre el aburrimiento a pesar de ser su estudio casi tan antiguo como la civilización, pero lo que si puede decirse es que su “esencia” es el descontento que hay en una sociedad hastiada por la pésima relación de ella con la realidad que estamos viviendo y tenemos la responsabilidad de recuperar todo el terreno perdido por más que nos cueste y aunque quieran impedir los que ejercen el poder que se nos permita. Nos tenemos que preguntar también si somos nosotros mismos la causa de nuestro aburrimiento. Es curioso que Séneca lo atribuía a un exceso de tiempo libre en aquella época del Imperio Romano.

Un pueblo, el español, que debe sus “sagradas tradiciones” a la antigüedad de su nación, viene observando como los ideales radicales van erosionando de modo continuado su feliz y alegre modo de vivir, la unión sin fisuras de sus distintas regiones y la unidad de las mismas bajo nombre solemne de España. Los festejos religiosos o las efemérides santorales cada vez se parecen más a eventos donde el punto álgido es el comer, beber o bailar. Algunas, perdidas su ubicación habitual, comienzan a no saberse cuál es su fecha actualizada. Otras se mantienen porque el ocio y lo días libres de labor que condicionan superan a la osadía de su supresión. También han nacido otros acontecimientos, sin fuerza tradicional, pero con la estupidez del progreso venido de fuera y que tanto enaltece al crítico de las consideradas por ellos fiestas arcaicas o adoctrinadas. Los mínimos vencen a los máximos con el consentimiento de la aritmética mediocre. De esta forma y poniendo los ejemplos que mejor entendemos todos, nos tendremos que ir a ver espectáculos taurinos a nuestra vecina Francia, como hacíamos antes con las películas para adultos aquí prohibidas. Pero lo mas lamentable es que ya no iremos a Portugal por las “famosas toallas”, sino que prescindiendo de comprar en esta Andalucía, como decía A Machado “bordada de olivares polvorientos” tendremos que conseguir el dorado jugo de los frutos del olivo, el aceite de oliva, en esta nación hermana, donde su coste es bastante más asequible. Detrás puede ocurrirle los mismo a nuestros viñedos y “caldos” y a otros, porque nuestra agricultura se está defendiendo escasamente y estamos dándole vida a la marroquí.

Y ahora, para más inri, la sociedad dormida y aburrida que siempre requiere un icono para su despertar, parece querer encontrarlo en estos días manifestándose públicamente ante la decisión gubernamental de conceder amnistía a una de las piezas del puzle autonómico que constituye el global de nuestra nación, cuyos representantes electos, cometieron el ignominioso acto del referéndum independentista, que ha promovido la confusión en los ciudadanos que ya no saben que es delito, sedición, malversación o rebelión, pero lo que si saben - y por ello deben de manifestarlo - lo que es traición, odio y existencia de enemigos, que no pueden reírse de la justicia por mor de ser mediadores de la concesión de “poder” a otros, que pueden acabar esclavizados. Siempre dentro de la Ley y la Constitución el ciudadano nunca está libre de responsabilidades, aunque éstas le cuesten el estar proscritos por los que son sus opositores.

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