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Andalucía

El empoderamiento de las madres con discapacidad: "Son capaces como cualquier mujer"

Entidades sociales ayudan a mujeres con discapacidad a desarrollarse como madres independientes que están al cargo de sus hijos

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  • Usuarias de Madres Capaces. -

La maternidad es retadora para todas las mujeres, pero lo es especialmente para aquellas que han visto cuestionada su capacidad de criar a otros. Es el caso de Ella, una de las usuarias del proyecto Madres Capaces, que ayuda a mujeres con discapacidad intelectual a desarrollarse como madres independientes.

Ella tiene 27 años y es madre de dos niños: Alí, de 5 años, e Isabella, que nació el pasado febrero. Esta joven de origen nigeriano vive junto a otras tres compañeras y sus hijos en una casa al norte de Madrid de la fundación A LA PAR.

El hogar Madres Capaces es un proyecto de vida autónoma que ofrece vivienda a mujeres con discapacidad intelectual y a sus hijos durante dos años, tiempo en el que las usuarias también reciben asistencia para inculcarles habilidades generales para su autonomía, así como herramientas para la crianza de sus hijos.

"Son capaces de ser madres como cualquier otra mujer, lo único que necesitan son apoyos, como cualquier otra mujer", asegura a EFE la coordinadora del proyecto, Julia Gutiérrez, quien alerta de la "infantilización permanente" a la que han sido sometidas estas mujeres por el entorno "sobreprotector" en el que han crecido. "Algunas nunca han podido decidir qué comen o a qué hora se acuestan", concreta.

Eso cambia cuando llegan a la casa de Madres Capaces. "Aquí tienen la responsabilidad de tomar sus propias decisiones, siempre con nuestra guía y respetando sus deseos, pero son ella las que toman las riendas de su progreso y su camino vital", apunta Gutiérrez.

Ella tuvo que enfrentarse a una de estas decisiones tras quedarse embarazada de su segunda hija. "Te has quedado embarazada, ¿quieres ser mamá o no?", le preguntaron a la joven, rememora Gutiérrez, quien subraya la importancia de tratar a estas mujeres "como adultas" e ir exigiéndoles "cada vez más" para que al salir de la casa puedan ser "lo más autónomas posible".

 Para lograrlo, la Fundación A LA PAR pone a su disposición a un equipo de educadores e integradores sociales que les enseña desde habilidades comunitarias (hacer la compra, pedir cita en el medico o renovar el DNI) hasta habilidades específicas de crianza (higiene, cuidados y alimentación del bebé).

Dentro del programa disponen, además, de apoyo psicológico y laboral –desde formación e inserción, hasta seguimiento en el puesto de trabajo para mantenerlo y conseguir mejores condiciones–, y pueden asistir a talleres y actividades de ocio familiar con otras madres y sus hijos.

"Me ayudan a buscar trabajo, con la guardería, a atender a mi hija y también en el tema del dinero, en los ahorros. También me ayudaron cuando me puse de parto y con los temas de médicos", cuenta Tamara, otra de las usuarias de la casa, donde vive con su hija de 8 meses.

Otra de sus compañeras, María (nombre ficticio) agradece la labor de la psicóloga. "Me ha ayudado a abrirme y a contar lo que me pasa. Ha mejorado la paciencia con mi hija", celebra esta joven de 30 años, que viven en la casa con su pequeña de 4 años.

Madres Capaces también presta otras ayudas a estas madres, como asistencia en sus domicilios o gestión de vivienda en el caso de que necesiten recursos habitacionales.

Así, además de la casa, Madres Capaces cuenta con una vivienda comunitaria en la que viven alquiladas dos madres de 26 y 28 años con un grado de discapacidad intelectual del 68 % y del 37 %, respectivamente, junto a sus dos hijos de 3 años.

Un pasado complicado

Como la mayoría de usuarias de este programa, estas mujeres han pasado por duras experiencias vitales, como historiales de malos tratos o incluso trata de seres humanos.

"Todas han sido víctimas de violencia de género y alguna de violencia intrafamiliar", relata Gutiérrez, quien también apunta que suelen ser mujeres con pocos recursos y que en la mayoría de los casos no tienen una red de apoyo, puesto que son solteras o provienen de familias desestructuradas o entornos inadecuados para el menor.

En la mayoría de los casos tampoco cuentan con modelos de crianza en sus propias familias que les puedan servir de ejemplo. "Nos cuesta inculcar modelos adecuados no por falta de ganas de ser las mejores madres del mundo, sino porque hay que desaprender lo visto en casa", explica Gutiérrez.

Estas situaciones les genera una serie de temores y "dudas respecto a su capacidad de ser madres", siendo uno de los más repetidos el miedo a la retirada de los pequeños, resalta la coordinadora del proyecto, quien reconoce que es un miedo "fundamentado", puesto que varias tienen hijos en centros de menores.

Es el caso de Tamara, cuya hija de 8 años vive en uno de estos centros, y también de María, con dos hijos de 8 y 10 años internos.

Un futuro con esperanza

"El hecho de ser madre impacta en la salud mental de cualquier mujer, pero si además se tambalean otras cosas o no hay confianza por parte de la sociedad hacia ti, esto se agrava", lamenta Gutiérrez, quien, no obstante, ensalza los progresos de estas mujeres.

A ellas la maternidad les ayuda a sentirse más integradas y seguras de sí mismas: la discapacidad pasa a un segundo plano, puesto que su rol de madres cobra más importancia.

"A los que me dijeron que no podría les diría que tendrían que haber creído en mi porque puedo hacerlo y lo estoy demostrando", subraya María, quien sueña con "buscar un trabajo en el que paguen bien" para poder encontrar una "casa con cuatro habitaciones" para sus tres hijos. "Para ser más felices", sentencia.

"Lo estamos haciendo bien, sabemos ser madres aunque tengamos una minusvalía", la secunda Tamara, que, como sus compañeros, solo tiene un sueño: poder vivir junto a todos sus hijos. 

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