El Puerto

Twisters

Crítica de la película 'Twisters', por Jesús González

  • JESUS GONZÁLEZ. -

TWISTER fue la segunda película más taquillera de 1996, solo por detrás de INDEPENDENCE DAY. El blockbuster norteamericano vivía entonces, en los años 90, una época de desvergüenza e imaginación sin límites, y esta película, sobre un grupo de científicos que cazaban tornados, fue un exitazo que, gracias a sus impresionantes efectos especiales y a su infalible condición de aventura familiar, también quedó en la memoria de los espectadores de la época. Como curiosidad, la trama romántica de aquella TWISTER giraba en torno a un divorcio, y uno de sus principales productores fue Steven Spielberg, al que ya sabemos cómo influenció el divorcio de sus padres en su carrera cinematográfica. Este verano, y gracias a la labor de la maquinaría Hollywoodiense más nostálgica, llega a las salas de cine TWISTERS, una nueva versión a medio camino entre la secuela y el remake, algo que ya algunos catalogan como “recuela”. 

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La película está dirigida por Lee Isaac Chung y escrita por Joseph Kosinski, el director de otra exitosa “recuela” reciente: TOP GUN: MAVERICK. Este tándem creativo tan particular ha conseguido realizar una película que aúna los mimbres del cine de ambos, aunque el sello autoral se vea mermado por las características de la película entre manos: un gigantesco blockbuster veraniego dispuesto a repetir el éxito de su predecesora noventera. 
La película vuelve a contar una historia muy parecida a la de la cinta original, y se construye sobre sus espectaculares secuencias de acción y sus potentes efectos especiales, pero esta vez añade capas de profundidad a un guion que es bastante sólido, a pesar de lo absurdo de la trama, y la dinámica y desarrollo de sus personajes protagonistas está muy conseguida. Por un lado, tenemos a Daisy Edgar-Jones interpretando a una joven e inteligente científica marcada por el trauma y la pérdida, que debe aprender a dominar sus miedos para no convertirse en otra alma succionada por el huracán empresarial/capitalista. Por otro lado, tenemos a un Glen Powell que parece haber sido apadrinado por Tom Cruise y que camina bajo la lluvia como si el agua no le mojase, interpretando a un tipo algo cretino pero noble, de cara y cuerpo esculpidos, que se aprovecha del sistema para ayudar a quien no puede sobrevivir al desastre. 
TWISTERS habla sobre el trauma, el duelo y la pérdida, y también sobre la importancia de afrontar los miedos y no dejar de perseguir los sueños, temáticas manidas, muy del cine norteamericano, que además son tratadas a través del cliché, pero que en la película acaban resultando muy efectivas por dos motivos: La química entre Glen Powell y Daisy Edgar-Jones es propia de una comedia romántica y funciona porque la conexión entre ellos surge de una pasión común. El segundo motivo es que la película plantea un debate simplificado pero elocuente sobre los peligros morales del emprendimiento y la fina línea entre ayudar a los demás y aprovecharse de ellos.
Podemos sentenciar que esta “recuela” sigue teniendo vientos favorables para consumar la enésima salvación de ese torbellino de sensaciones absurdas y emocionantes que es el cine. Y el aire de película que se limita a ser una película se agradece en temporada veraniega. Disfruten de sus vacaciones y vayan mucho al cine.
 

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