El regreso de Donald Trump a la presidencia de los EEUU, la inestabilidad política del eje París-Berlín y los conflictos armados entre Rusia y Ucrania y entre Israel y sus vecinos restan protagonismo a los retos climáticos que analizan las delegaciones presentes en la COP29 de Bakú (Azerbaiyán).
Aunque los delegados piden optimismo y confianza para los negociadores climáticos, la victoria de Trump en los comicios presidenciales estadounidenses ha creado incertidumbre en una cumbre que, de entrada, ya presenta un perfil bajo por ausencia de líderes mundiales y por los múltiples obstáculos para lograr un acuerdo al alza en la financiación contra los efectos del cambio climático.
La posición de Trump ante lo que define como un "engaño climático" que pone en "permanente desventaja" a la economía y los trabajadores de EEUU no es nueva, ni tampoco su amenaza de retirarse del Acuerdo de París e incluso de la propia Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en cuanto asuma el cargo en la Casa Blanca, el próximo mes de enero.
Otra cosa es el impacto real de sus intenciones: durante su primer mandato presidencial anunció que rompería el acuerdo al poco de ser elegido en enero de 2017, pero la retirada efectiva de EEUU no se produjo por cuestiones legales hasta noviembre de 2020 y, en enero de 2021 -tal y como confirmó el Departamento de Estado- Joe Biden, "en su primer día en el cargo" como nuevo presidente, firmó los documentos necesarios para reincorporar al país al convenio climático.
¿Dónde está Europa?
Si la sombra de Trump es alargada, también lo es la ausencia de líderes de la UE que, en las últimas cumbres, han aparecido siempre en primera línea: la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, está todavía conformando su nuevo ejecutivo y ha descartado acudir personalmente a Bakú.
Tampoco viajará el canciller federal de Alemania, el socialista Olaf Scholz, ocupado con la grave crisis política que desembocará en elecciones anticipadas después de que la semana pasada saltara por los aires su coalición de Gobierno por el enfrentamiento con su hasta entonces ministro de finanzas, el liberal Christian Lindner, y pese a contar con el apoyo del partido verde, tercer socio del ejecutivo.
Ni lo hará el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que no termina de remontar su propia crisis política y social, con una inestabilidad que no resolvieron los últimos comicios en el país, tras los cuales nombró como primer ministro al exministro y exeurocomisario Michel Barnier.
Ni siquiera se espera a la ministra de Transición Ecológica de España, Teresa Ribera, habitual en estas cumbres pero a punto de realizar su propia transición desde una vicepresidencia en el Gobierno español a una vicepresidencia en la Comisión Europea; sí estará, en cambio, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que este martes interviene ante el plenario.
A ello hay que sumar el creciente escepticismo de amplias capas de la población europea, especialmente las asentadas en el sector primario, que se han movilizado repetidamente contra las iniciativas verdes y la Agenda 2030, así como el hecho de que los jóvenes vean desdibujarse la referencia de Greta Thunberg, ahora más volcada en la política que en el medioambiente.
Guerras
Un tercer factor de incertidumbre son las tensiones y conflictos en distintos puntos del globo: en especial, la guerra entre Rusia y Ucrania y la que mantiene Israel en distintos niveles de intensidad con sus vecinos de Gaza, Líbano e Irán.
Un informe publicado por los 'Cuadernos de Información Económica' de Funcas al poco de comenzar la invasión rusa del territorio ucraniano en 2022 ya advertía de que alteraría "todas las dinámicas geopolíticas presentes desde la caída el Muro de Berlín" y "supondría una amenaza para el proceso de globalización tal y como está conformado desde la incorporación de China a la cadena de producción mundial".
El empeoramiento de la economía con el encarecimiento de las materias primas, el deterioro de los vínculos comerciales y la inestabilidad financiera lleva aparejada la pérdida de interés por las cuestiones ambientales: cuando lo importante es garantizar que haya un plato de comida en la mesa, nadie se preocupa por si hay más o menos insectos en el mundo, a pesar de que la polinización sea esencial para la biodiversidad y, ésta, a su vez, para conseguir un mayor y mejor rendimiento de los cultivos.
El alargamiento del conflicto entre rusos y ucranianos -cuyo origen se remonta al enfrentamiento entre ucranianos proeuropeos y ucranianos prorrusos tras los graves disturbios de Euromaidán en 2014- y las interminables guerras de Israel con diversas facciones islámicas -que han alcanzado cotas de auténtico terror durante la invasión y destrucción de Gaza por el ejército israelí tras el ataque sorpresa de Hamas en 2023- han empeorado aún más la situación y dificultan un acuerdo importante en la COP29.