La Vertical

El nacimiento de Apolo era celebrado por los romanos el 25 de diciembre

Vamos a aprovechar la excusa de estas fechas para reencontrarnos con nuestros seres queridos y a disfrutarlo al máximo

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La mañana festiva decidí aprovecharla para colocar el portal de belén, el árbol navideño y resto de elementos. Hago acopio de cajas y subo al ascensor. Marco el piso y el elevador se negó a trabajar. Tuve suficiente cobertura para llamar a mi esposa para que avisara al técnico de mantenimiento.

Media hora tenía que esperar encerrado entre cuatro paredes y con la única compañía de las figuras del belén, que me miraban contrariadas. Como no podía entretenerme con el teléfono móvil, como hubiera sido habitual en condiciones normales, escarbé en mi sesera en busca de algún tema que me mantuviera distraído.

Uno de los romanos, que aparecían entre las figurillas de la escena bíblica a disponer en uno de los rincones de mi hogar, me llevó a recordar que durante el período mitológico y hasta la conversión del cristianismo en la religión oficial del imperio, el 25 de diciembre se festejaba el Sol Invictus, un culto a la divinidad solar asociado al nacimiento de Apolo, dios del Sol.

El emperador Constantino catalogó dicho rito como pagano y al legalizar el cristianismo, en su imperio, estableció ese día 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús. Desde entonces se utilizó el término latino Nativitas, que significa nacimiento.

El papa Julio I apoyó la decisión del mencionado emperador y a partir de ese momento la iglesia católica difunde el mensaje entre sus feligreses, aunque algunos interpretan los Evangelios de una forma diferente porque si los pastores tenían sus rebaños al aire libre significa que no podía ser invierno, bastante duro en la región de Palestina.

Ensimismado, no escuché la voz del técnico del ascensor que, al otro lado de la puerta, preguntaba insistentemente si me encontraba bien. Cuando logró descerrar el portón, abandoné, bastante tranquilo, el cubículo y respiré un aire más limpio. Al agarrar una de las cajas cayó el niño Jesús sobre la alfombra, ¡uff!, no se rompió. Sentí una mirada profunda de la figurita.

Vamos a aprovechar la excusa de estas fechas para reencontrarnos con nuestros seres queridos y a disfrutarlo al máximo. Mucha precaución en los desplazamientos. Que a la vuelta, todos los platos vuelvan a colocarse en su lugar… que no falte ninguno

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