El ojo de la aguja

Páramo

En ‘Páramo’, flamante obra poética que ha visto la luz, tras el reciente libro en prosa ‘Marisma’ te quitas el sombrero, Jesús Conde

Desabrigada y rasa el alma, como única, yermos los sentidos en el mundo, sueltas, Jesús Conde un poema directo que aflora de las manos en una huida sin precedentes, en un intento de ser único en lo humano. Arrancas con una soledad tan tuya y a oscuras, naturaleza, agua de lluvia y epílogo de muerte.
     Jesús Conde, escribes todo de un tirón, en pequeños retazos, libres, y echas hacia fuera esa introvertida faceta de poeta, etiqueta que pocos conocen de tu personalidad. En ‘Páramo’, flamante obra poética que ha visto la luz, tras el reciente libro en prosa ‘Marisma’ te quitas el sombrero, Jesús Conde. “Desolada mañana amarga de vaho frío, penetrante, que corta como un cuchillo la carne débil, las entrañas”, como la almendra amarga. 
    A golpe de creatividad vas haciendo justicia a los impulsos de tus adentros. Citas la luz, “ya late la luz que simboliza el alma y la ensenada de la arenisca abarca solo oscuridad”, te sigo Jesús línea por línea, verso a verso, y termino de empaparme tus escritos. “El dolor, la mirada desequilibrada, el espejismo, la palabra de arena, y un féretro para  desaparecer, para morir en solitario”.  Te puede la sensibilidad, Jesús Conde,  esa que nace desde la fuente creativa, y sin quererlo, me llevas de nuevo a comenzar tu poemario,  nueva lectura para tratar en el mismo de abrazarme en tu perfil interior. Te puede todo, Jesús, hasta conseguir en esas “rarezas” o “caprichos”, como me pones en la dedicatoria del libro, que proscribo, porque esto de hoy tuyo son cantos de una creatividad oculta con unos deseos enormes de ver la luz, y conseguir a través de la palabra tu afán de plenitudes.
      Has llegado con ‘Páramo’ a lo justo, a saber en definitiva de lo que eres, tu perfil por dentro, y el de todos en lo que somos. El contrasentido de las ilustraciones, faceta que ignoraba en ti, el bostezo agrio, el nacimiento de la sombra, el hambre, la oquedad de la palabra sin esencia, la impotencia de la fuerza que le puede el silencio, el oro y lo débil sin conciencia. “Seres desolados en las aguas de fin de siglo”. Soledad, sin la necesidad del necesitado, sentirte no útil pero con ese soplo de vida que nos hace tirar para adelante hasta que nos llegue la hora.
     Enhorabuena Jesús Conde, por ese aire marismeño fresco, del alba, que me ha llegado por la ventana, en esta mañana de incierta primavera que me ha hecho sentirme otro por breves momentos. 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN