Hay que mojarse

Publicado: 12/05/2015
A veces medimos demasiado nuestras opiniones y al final acabamos hablando un lenguaje esotérico y eufemístico que no entiende ni quien lo pronuncia
Ser indiferente ante lo que ocurre a nuestro alrededor; intentar permanecer equidistante de tener que tomar posición; presumir de neutralidad son además de un ejercicio de cinismo una música escrita en la partitura pero que interpretada no suena bien e incluso puede  parecer una sinfonía desafinada.

En la vida estamos para pringarnos y luchar por aquello en lo que creemos, aunque en ocasiones los manipuladores del poder utilicen los miedos para intentar privarnos de libertad, ignorando que por mucho que ellos lo pretendan una sola idea puede cambiar nuestros destinos.

Vivimos inmersos en contradicciones que nos hacen ser mejores, porque nos permiten avanzar desde la concepción que somos maravillosamente imperfectos y así descubrimos que podemos pasar un día mucho mejor que lo habíamos planificado , que en cualquier rincón habita la magia que creíamos olvidada y que en ocasiones cambiar de aspecto nos impulsa a modificar nuestra conducta.

A veces medimos demasiado nuestras opiniones y al final acabamos hablando un lenguaje  esotérico y eufemístico que no entiende ni quien lo pronuncia, que no hemos querido decir lo que correspondía por un ejercicio de responsabilidad y que hemos cuidado nuestras palabras para no ofender a nadie.

Mientras seguiremos escuchando discursos desconcertantes que predican la clarividencia entre reformas inadmisibles y revoluciones imposibles, principios inmutables e intercambiables, sin ser capaces de iniciar nuevos caminos ni asumir responsabilidades.

Ante las estafas y los engaños, debemos plantarnos y mojarnos y regresar a las ideas, la vuelta de los valores y el ejercicio de los principios. Ante los granujas y pillastres  las expectaciones y movilizaciones, los fulanismos y fanatismos, hemos de mojarnos.

Tenemos que aprender a diferenciar lo que realmente nos importa de lo que solo son rellenos , fruslerías y frivolidades y en ese camino hasta encontrar lo que buscamos, hay veces que pagamos un alto precio, sin bandeos ni postureos , sin falsas apariencias ni afectos y conversaciones postizas.

Hay cosas que nos envuelven como éxitos cuando encierran grandes fracasos, objetivos logrados que esconden enormes frustraciones. Nos pasamos parte de nuestro paso por este escenario del mundo intentando buscar rótulos para todo aquello que no sabemos, e ignoramos que hay sensaciones y sentimientos, incluso conceptos que son muy difíciles de definir.

Tenemos que mojarnos en lo real y lo concreto. Descalificar sin proponer, criticar sin trabajar, investigar sin resultados, grupos que son uno y uno que pretende dominar la voluntad de todos, envidiosos que se rascan hasta arrancarse la piel y gratitudes que se convierten en chantajes no deben ser argumentos para la huida.

Atascarse, sin ideas ni impulsos para descubrir nuevos horizontes es en ocasiones una forma intelectualoide de instalarse en el conformismo , pensando que la forma puede sustituir al fondo, que lo caro siempre es lo bueno y lo barato lo malo , comprando y vendiendo , avanzando o retrocediendo, eligiendo  o dejándose llevar.

Llegado este punto de este artículo, me confieso dispuesto a mojarme y a descubrir nuevas posibilidades de  jugar con las palabras, para construir algo distinto como el que recorre un sendero por primera vez y se asombra contemplando paisajes que no conocía.
                  

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