Al margen de la irrupción de la extrema derecha en el Parlamento europeo, generalmente provocada por la alta abstención que ayuda a 'abaratar' el coste de un escaño, no deja de ser sociológicamente sorprendente que en plena crisis económica sea la derecha la que haya ganado con comodidad y claridad las elecciones europeas, sobre todo teniendo en cuenta de que, teóricamente, ha sido su política neoliberal y sin control la que ha provocado la actual situación de crisis mundial. Sin embargo, el ciudadano de la calle, pese a su enfado por sus consecuencias, sigue pensando que debe ser la misma política que ha arrastrado la economía de medio mundo la que le saque de esta situación, dando la espalda a una izquierda que, quizás, en muchos casos se ha centrado más en las políticas sociales y de igualdad mientras aceptaba sin alternativas --y éste ha sido su gran error-- la bonanza económica que debería haber intentado frenar desde el poder de aquellos países en los que gobernaba. Por eso, los europeos siguen pensando que no es hora de ideologías, sino de hechos y que debe ser la derecha la que invierta la situación económica, que ya habrá tiempo cuando vuelva la bonanza en pensar en los demás.
