Rogue One (2016), la primera historia de Star Wars alejada de la saga protagonizada por los jedi y la fuerza, ya sufrió profundas modificaciones en el guion antes de su estreno en salas. Lo que ha ocurrido con Han Solo (2018) en su producción, durante la cual los directores Phil Lord y Christopher Miller fueron sustituidos por Ron Howard, remarca el descontrol creativo —o quizás el exceso del mismo por parte de quien no debiera— que muestran estas nuevas entregas ambientadas en uno de los universos cinematográficos que más posibilidades narrativas ofrece con permiso del recientemente construido por Marvel.
Nunca sabremos con certeza lo que los directores de Infiltrados en clase (2012) hubiesen hecho con Han Solo: Una Historia de Star Wars (2018), así que nos centraremos en analizar la película que sí se ha estrenado, dirigida por Ron Howard, talentoso artesano y autor, en la última década, de películas tan interesantes como Rush (2013) o En el corazón del mar (2015).
Siempre he defendido que toda película es necesaria, pero Han Solo ha conseguido que salga, por primera vez, ligeramente decepcionado del cine tras ver una cinta de Star Wars, lo que hace que me replantee ciertas cosas. La génesis del personaje que propone la película apenas enriquece el universo en el que se basa, resultando flagrante para el personaje de Han Solo, que sufre una fallida deconstrucción de todos sus mitos a través de la sobreexplicación y el abuso de la nostalgia. La cinta, pese a establecer con acierto un tono y una estética que oscila entre el “spaghetti western” y el cine de atracos, se sitúa dolorosamente cerca del “blockbuster” contemporáneo en cuanto al nivel mínimo de presunción de inteligencia que establece para su público. Además, por si fuera poco, la película luce horrible. La fotografía acaba resultando demasiado oscura y de bajo contraste, dificultando el disfrute de algunas escenas, y el diseño de producción de la cinta resulta vago y carente de encanto en comparación con otros trabajos ambientados en el universo Star Wars, más detallados y ricos en sutilezas.
Han Solo hubiese resultado mucho más interesante si en lugar de tratar las situaciones que construyen al personaje de Solo como artificios para el disfrute del fan, las hubiese cuestionado y enriquecido, cosa que solo consigue en cierto momento, cuando no se limita a solventar los elementos clave en el desarrollo de nuestro héroe añadiéndolos al guion sin que apenas repercutan en la trama, y es al final de la cinta, planteando como catarsis narrativa la resolución, firme y coherente, de una de las incógnitas más famosas del universo de Star Wars: ¿es Han Solo es un hombre capaz de disparar primero?
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