El jardín de Bomarzo

La vida es la ruleta

Las guerras estigmatizan a una sociedad y lo hacen por mucho tiempo

Publicado: 01/06/2018 ·
11:08
· Actualizado: 01/06/2018 · 11:09
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Bomarzo

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Los dos bandos que se enfrentaron en la guerra civil, como todos recordamos, fueron los nacionales y los republicanos, ambos dividiendo el país en dos trozos, dos ideas, dos trincheras. Según para quién, buenos y malos. Las guerras estigmatizan a una sociedad y lo hacen por mucho tiempo; tal es así que cualquier cuestión de índole nacional hoy enseguida es derivada en dos ideas, una de claro corte conservador y otra con tonalidad más de izquierdas, sea cual sea el asunto. Siempre dos líneas de opinión gestadas desde el minuto cero al nacimiento del conflicto. A lo largo de la historia, con el aborto o el divorcio, la unidad nacional o la corrupción había que elegir entre A o B, las dos trincheras; no decantarse por una es quedarse sin el amparo de la masa y eso resulta sospechoso. También está la mezquina estrategia de hacer sobrevolar el miedo al desastre nacional como medio de traer a la memoria viejos tiempos y, de este modo, reforzar la idea de que mejor quedarse como estamos porque lo contrario podría ser el fin del mundo -miedo a que se instalen los rojos, miedo a que se apodere de todo la derecha...-. 

Por mucho que el PP sostenga estos días el oportunismo barato de esta moción de censura avalada por lo peor del independentismo, resulta obvio que un partido que ha sido tan duramente señalado por la sentencia de orquestar una trama corrupta vía Gürtel lo que debió hacer es asumir con responsabilidad el bochorno apartándose del gobierno o, como poco, ofreciendo la dimisión de su máximo responsable; la justicia ha determinado que el partido que nos gobierna tramó fraudulentamente durante años y eso no es asunto menor. Consentir la corrupción como método válido es un imposible, además de muy peligroso tanto para el sistema público nacional como de ejemplo a las nuevas generaciones y a quienes la enseñanza que se les da es que delinquir de este modo está escasamente penado. Claro que el PP está formado por muchas personas nobles y dignas, honestas e ideológicamente equilibradas que no merecen esto, en muchos casos muy buenos gestores, pero resulta que el partido de este gobierno, con Rajoy siendo su presidente, amparó unos hechos deplorables y la justicia ha sido tajante en su determinación. Por tanto, un político responsable debe dimitir con convocatoria de elecciones y que los españoles, en votación libre, elijan de nuevo. También debió mantenerse presente en el debate jueves y viernes porque no hacerlo es perderle el respeto a los españoles representados en esa cámara.

Nuestro sistema político ofrece las siguientes opciones: que el presidente del Gobierno convoque elecciones, que dimita, que presente una cuestión de confianza o que la oposición presente una moción de censura. Y ante la condena de la sentencia del Gürtel no puede aceptarse que se mantenga gobernando el partido condenado por lucrarse de un sistema institucionalizado de financiación ilegal, coincidiendo en la misma persona la presidencia de ese partido con la del gobierno de la nación. Por esto, de no llevar a cabo Rajoy las opciones que la honestidad exigen, sólo quedaba la moción de censura porque el país, que somos todos, debe ser inflexible ante la corrupción política. La situación exigiría que el nuevo presidente investido convocase de inmediato elecciones para que el voto de todos sea el que decida quién nos gobierne. Un pacto contra natura como el que sitúa a Pedro Sánchez presidente sólo tendría sentido de forma muy transitoria -MUY- para permitir dar paso a la inmediata voluntad popular, cosa que no hará porque a Sánchez no le interesa y porque los que le elevan al poder tampoco quieren y poco importa que sea lo más indicado para con los españoles.  

Por mucho que el PSOE sostenga que esta sentencia le avala para presentar una moción de censura y por mucho que sea avalada con los apoyos conocidos, y aún más, por mucho que la moción sea la única alternativa a la falta de respuesta por parte de Rajoy, es evidente que Pedro Sánchez lo hace por puro y duro interés personal, empujado por lo peor del independentismo catalán y elevándose a los altares del poder con solo 84 escaños para gobernar, en principio, hasta final de legislatura -dos años-, sin el control de la mesa del parlamento, adoptando los presupuestos del PP, en minoría en el Senado donde el PP conserva su mayoría y teniendo que conceder lo que le pidan todos aquellos que prefieren un gobierno más débil al que sacarle mejor rendimiento como es el caso de Bildu, PNV o PEdCat, por no hablar de Podemos. Sin duda, es bueno para su presente hoy, veremos si también lo es para el futuro de su partido, no parece que lo sea para España.

Los pactos son aceptables porque suman los votos de todos los electores que representan cada formación, pero para muchos votantes resulta infame que el partido al que votó pacte con otro sin previo aviso. Y más cuando el pacto puede afectar a la unidad nacional o a la economía de un país que ha entrado en un bucle negativo. Conseguir la presidencia del gobierno de la forma que Pedro Sánchez la logra tendrá un coste muy alto porque no hay pacto con nacionalistas que salga gratis, por no hablar de la inestabilidad que el país irradiará desde este lunes y que la propicia, por este orden, la corrupción del PP y el oportunismo interesado de todos los que ahora se juntan sin valorar el precio que todo esto tendrá para el ciudadano español. 

¿Andalucía? Susana Díaz se enfrentó y es por todos conocida la relación de íntimo desprecio con quien ahora va a ser su presidente del Gobierno y eso para ella no es una noticia buena, por no hablar de un calendario electoral que ahora sí ha entrado en una fase de absoluto descontrol. Por tanto, para todos -TODOS- el futuro es incierto.

María Dolores. Mientras se aplican y replican desde el atril de esta convulsa política nacional defendiendo cada uno su idea de España, mientras la política habla, la estampa se diluye como una línea en el agua cuando a uno le asalta el recuerdo de la fina estampa de la siempre admirada Pradera, María Dolores, y su templada voz de dama fuerte, de mujer recia que entonaba un verso desde la caverna de su voz profunda y ahora muerta -vivo siempre su bello canto-. Se ha ido como lo hacen las grandes señoras para quizás cantar con Carlos Cano habaneras celestiales, también poniendo hilo a todo este lío nacional con aquello de: "La vida es la ruleta, en que apostamos todos, y a ti te había tocado, nomás la de ganar. Pero hoy tu buena suerte, la espalda te ha volteado, fallaste corazón, no vuelvas a apostar...".

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