El jardín de Bomarzo

El canto del gallo

El sesenta por ciento de los votos de la federación de Andalucía, con una diferencia de más de diez mil, fueron determinantes para que Sánchez se invistiera

Publicado: 22/03/2019 ·
11:15
· Actualizado: 22/03/2019 · 11:15
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El sesenta por ciento de los votos de la federación de Andalucía, con una diferencia de más de diez mil, fueron determinantes para que Pedro Sánchez se invistiera como quinto secretario general del PSOE desde la transición en el verano de 2014 frente a su principal oponente, Eduardo Madina. Andalucía, de la férrea mano de Susana Díaz, no quería de ningún modo que Madina ganase ante el temor de que éste tuviese pensamiento propio y, por ello, decantó el voto andaluz hacia Sánchez, a quien pensó manejaría con mayor soltura -buena pregunta visto lo visto hoy sería qué hubiera sido de todo esto si entonces hubiese ganado Madina...-. A la primera reunión como nuevo secretario general a Sánchez le acompañó la entonces presidente andaluza Díaz, que ante una nutrida comparecencia de fotógrafos quiso poner de relieve públicamente su mecenazgo cual madre que acompaña al hijo en su primer día de cole, le atusa el flequillo a las puertas del recinto, le mete el bocadillo en la maleta y le aconseja no se pelee con nadie a la hora del recreo. Pero Sánchez entró solo y, acto seguido, se revolvió el pelo, tiro el bocata a la papelera y empezó la bronca con media clase porque no estaba dispuesto a dejarse guiar por nadie.

Como bien dice Ángeles Férriz, actual portavoz y ex alcaldesa de ese bonito pueblo jiennense donde el hígado de la perdiz nos regala un exquisito paté como es La Carolina, la S de PSOE es de Socialista y no de Sánchez o Susana, aunque lo dice sabiendo que la realidad de su partido hoy no es esa. Hoy estas personas están por encima de la centenaria sigla, antes era distinto. Las guerras se producían de manera tan cruenta como ahora o más, pero librada la batalla todos reconocían el poder electo y se alineaban tras él con disciplina porque por encima de todo estaba esa marca política que, al final, es la que sostiene el proyecto, la idea, también el negocio. Ahora las personas y sus intereses están por encima de la marca y fruto de eso pasa lo que estos días.

Ferraz ha actuado de manera pública contra Susana Díaz al llegar a acuerdos para las listas en cuatro provincias -Huelva, Jaén, Málaga y Granada-, que optaron por colocar a sanchistas al frente para las listas al Congreso y situar a los suyos para el Senado, mientras que el desacuerdo llegó en las otras cuatro: Almería, Córdoba y, sobre todo, Sevilla y Cádiz, donde el federal arrasó con el susanismo para mandarle el claro mensaje que los tiempos de amagos se han terminado y que ahora empiezan las refriegas serias, ante lo cual la ex presidente Díaz espetó el conocido y sonoro: "Tomo nota", a lo que Ávalos, tajante, replicó: "Todos tomamos nota de todo". Pues eso, apuntando.

Desde aquel comité federal y "el partido soy yo" de Verónica Pérez, más todo lo de antes y todo lo de después, resulta evidente que en este partido pugnan dos liderazgos y no hay corral que soporte la tensión que generan dos gallos en permanente disputa, cacareando todo el rato y exhibiendo su plumaje para medir cuál de los dos luce mejor, canta más alto, cuenta con más gallinas bajo su dominio. Díaz perdió aquel comité, perdió su posterior asalto a Madrid y, ahora, ha pedido la Junta sumando el peor resultado de la historia del socialismo andaluz, además de apoyos en media Andalucía que llegan a acuerdos con un Pedro Sánchez al que los sondeos colocan ya como claro vencedor de las elecciones del 28 de abril y, si se confirma, el canto del gallo retumbará firme, sonoro y vengativo. La única esperanza de Díaz es que Sánchez gane pero no logre sumar gobierno, como a ella le sucedió tras el 2D y eso abra una brecha con la que pueda introducirse de nuevo en una pelea que a estas alturas parece tener perdida, de lo contario sabe que las huestes de Sánchez no esperarán ni a la mañana del 29 para cruzar Despeñaperros contra el susanismo, una persona que en la derrota se está mostrando incapaz de dar un paso al lado para salvaguardar el futuro de aquellos que han peleado por ella y que se encaminan, parece, a un destino incierto. Y llegada la hora habrá que ver si los puentes son de plata para todos. 

En la provincia de Cádiz, por ejemplo, el enfrentamiento entre las dos facciones ha logrado unir de cara a la confección de listas al sector de Luis Pizarro, que pone a Alfonso Moscoso de dos al Senado, a los Román, José María y Rafael, que colocan a María Jesús Castro y Cándida Verdier, a Fran González, que ya se postula como candidato a presidir la Diputación en caso de que sacara el diputado por su partido judicial, que esa es otra, y a la agrupación de Jerez, liderada por Mamen Sánchez y que ha puesto de dos al Congreso a Eva Bravo en sustitución de Miriam Alconchel, con quien ha manteniendo un enfrentamiento férreo desde que ésta quiso, junto con el provincial, disputarle la secretaria general de Jerez a través de Isabel Armario; todo ello una UTE, habitual en política y que se distingue por unir a grupos o personas cuando encuentran un interés común por encima de sus posibles fricciones del pasado. El uno y el tres de esa lista los pone Pedro Sánchez, con Grande Maerlaska, el habitual de Costa Ballena, y la ministra Meritxell Batet, que tiene una muy cercana y bonita relación con Juan Carlos Campo. 

Y en dos suspiros profundos han quedado, por un lado, el ansia de Juan Carlos Ruiz Boix, alcalde de San Roque, por liderar la lista al Congreso dado el enorme interés que tenía en acomodar su vida por Madrid. Su apuesta era arriesgada y ha salido vapuleado, señalado y quién sabe si algo tocado para las municipales -aunque la previsión es que gane allí fácil-. Por otro, López Gil, Fernando, al que quizás aquel twet -"@sanchez castejon lo lamento has sido muy mal secretario general y candidato. Gracias por tu renuncia!"- le haya perseguido hasta hoy. Puestos a tomar notas, todos las toman, como lo han hecho de las declaraciones de unos y otras sobre la decisión de Ferraz sobre las listas, como también las toman de los enfrentamientos inoportunos y fuera de tono en redes sociales de quienes deberían hacer justo lo contrario.

Todos han tomado nota, no solo Díaz y Ávalos, también aquellos que en las provincias han decidido llegar a acuerdos y aparcar la guerra, quienes no comparten una disputa que solo responde al interés personal, sin duda quienes han dado un paso al frente y se organizan para la batalla final cual ejército que suma adeptos bajo las colinas de Mordor. También toman nota los electores, es de suponer, a quienes estas guerras por el poder les incomoda y quita las ganas de votar o, al menos, de hacerlo al partido que las tiene; más aún cuando interesadamente se filtra la posibilidad de que el PSOE-A se escinda del partido como hizo, quizás, el PSC en Cataluña. Una sonora barbaridad que solo se explicaría desde el interés personal de hacer suya la S de un partido Socialista y centenario.

Y es que el gallo canta por varias razones, una de ellas, quizás la principal, es para alejar competidores de su corral, mostrar a las gallinas su poderío para que así estas se sientan seguras y pongan mejores huevos y evitar, sobre todo, que nadie les invada el territorio. No se dan nunca dos gallos en un mismo corral porque ni su condición les permite acuerdo posible ni las gallinas, confusas, ponen nada. Por lo tanto, cuando ambos cantan por un mismo dominio no queda otra que afilar el espolón y batirse en duelo.

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