El sábado 26 de septiembre fue una fecha especialmente ominosa, llena de amenazas. Por eso me permito cualificarla de sábado negro. La conjunción de dos acuerdos del gobierno del partido socialista, uno malo y otro peor, lo distinguen negativamente. El primero de ellos ha sido bautizado con justicia de "impuestazo", a semejanza del decretazo del gobierno de Aznar, que intentó sin conseguirlo modificar los cánones de la contratación laboral y provocó una huelga general. Pero ahora no hay riesgo de huelga: los sindicatos se muestran satisfechos con la labor de ZP y su equipo, que sigue fielmente sus iniciativas.
Se han cumplido los pronósticos y suben el IVA general (16 al 18%) y el reducido (6 al 7%); las cargas sobre las rentas de capital (al 19 ó 21%), según su cuantía sea inferior o rebase los 6.000 euros), y se detraen los 400 euros que Hacienda nos descontaba del IRPF. El clamor general de indignación no se ha hecho esperar, ante lo que se estima una política errática y errónea. La subida del IVA contraerá el gasto, y con ello dejará sin fruto su objetivo recaudatorio; la resta de los 400 euros, va a resultar sensible para los declarantes de menores ingresos, y el superior gravamen sobre las rentas depone en contra del ahorro. Elena Salgado y compañía se defienden aludiendo a la solidaridad para con los más débiles, pero en el fondo las cargas a los ciudadanos van destinadas a tratar de mitigar el déficit de las cuentas públicas. Que esta política es negativa, lo denuncia un simple hecho: Angela Merkel ha triunfado en Alemania con la promesa de reducir los impuestos.
Aún peor es el anuncio de la aprobación por el Consejo de Ministros de la nueva ley del aborto. En mi opinión se trata de una medida rechazable desde un triple punto de vista: ético, porque supone dar refrendo legal a la supresión de una vida que tiene todo el derecho a ser respetada, la del nasciturus; social, porque rebaja el papel de la mujer, en la que lo más sublime es su maternidad, y político, ya que ni era una promesa del programa electoral socialista, ni tan siquiera resulta aceptable para una mayoría de ciudadanos españoles. La manifestación del próximo 17 de octubre en Madrid será sin lugar a dudas prueba de la dimensión del desatino y del rechazo popular que concita. Hay muchas personas que se sienten estremecidas cuando se considera que durante tres meses lo que el vientre de la madre alberga es sólo un ser vivo no humano (así lo afirmó Bibiana Aído), algo así como un bicho. Pero el sábado deja paso al lunes, en el que se autorizaba la venta sin receta de la llamada píldora postcoital, un fármaco que, si en ocasiones es anticonceptivo, en otras se comporta como abortivo, impidiendo el anidamiento del cigoto en la mucosa uterina. Que Dios nos asista.
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