El jardín de Bomarzo

La correcta información

Los medios de comunicación tradicionales, sin haberse dado cuenta, han visto en poco tiempo como su papel fiscalizador ha menguado

Publicado: 20/11/2020 ·
10:33
· Actualizado: 20/11/2020 · 10:35
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Bomarzo

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"El rumor es la más veloz de todas las plagas, monstruo horrendo que llena de espanto las grandes ciudades, mensajero tan tenaz de lo falso y de lo malo como de lo verdadero”. Virgilio en La Eneida.  

Una de las consecuencias que nos ha traído la revolución digital ha sido que el flujo de información se vuelva más rápido que el movimiento físico merced a la aparición de medios de comunicación para masas en formatos escritos, audiovisuales, por internet o a través de ondas de radio y, de ello, la dificultad añadida para que los ciudadanos localicen la información que buscan debido a una explosión informativa permanente que dificulta medir cuál es la importante y cuál no y, lo que es más grave y como novedad con la eclosión de las redes sociales, cuál es la cierta. No hay duda que toda revolución mezcla partes positivas y negativas, tanto como que es necesario un tiempo para que la onda explosiva decline y la sociedad se sitúe sobre el escenario post revolucionado y discierna lo importante del humo. Los medios de comunicación tradicionales, sin haberse dado cuenta, han visto en poco tiempo como su papel fiscalizador entre la noticia y el ciudadano ha menguado en favor de plataformas que sin ser medios comunican y han irrumpido en su terreno porque divulgan de manera masiva las noticias generadas por todos, sin filtros; facebookwhatsappinstagramtwitertik tokyoutube son canales que expanden de manera masiva todo lo que la revolución digital vomita a diario, pero lo hacen sin criterio periodístico, sin el cuidado profesional que merece toda noticia, sin contrastes. Y, usando un símil alimenticio, un día te puede apetecer una sobredosis de comida rápida con su correspondiente bol de patatas fritas grasientas, salsas y refrescos, pero qué duda cabe que está a años luz de una comida bien elaborada, condimentada donde la cuchara ejercite su labor básica transportadora y un vino de noble cepa acompañe el tránsito hasta el estómago. No hay color. Lo mismo que entre cualquier cosa que aparece en pseudo medios de comunicación o a través de redes sociales o una pieza contrastada y bien escrita publicada en un medio de comunicación oficial y serio.

Publicaciones del Sur nunca ha sido ajena a la innovación, al contrario y quizás por eso y por su valentía y, por qué no decirlo, por su atracción al riesgo, ha situado aquél Periódico del Guadalete de 1988 en un total de 30 ediciones digitales que desde este fin de semana editará para convertirse, así, en el mayor grupo editorial con soportes digitales de España, a lo que añade una aplicación específica para móviles de Andalucía Información disponible en iOS y Android, la optimización de contenidos en 7tvandalucia.es y la idea, por encima de todo, de crecer de manera sostenible en el mercado digital desde la óptica audiovisual. Pero sobre todo hacerlo en la idea inicial desde que se fundó hace más de tres décadas de poner en valor la información más cercana construida con la mediación profesional del periodismo bien entendido, no ese otro esclavo del click y a través del titular llamativo y falseado que contribuye a la desinformación general. Innovación, riesgo, periodismo de cercanía, mucho trabajo y, sobre todo, pasión diaria por vivir la vida y contarla en párrafos, en imágenes vía papel o webs, por redes sociales y en libertad ha sido, es y será la idea madre. Adaptarse y, ante el abismo, saltar.

Hemos conocido como algunas instituciones se han lanzado en plataformas que persiguen la buena información y pretenden luchar contra la desinformación y la falsedad y, raudos, ha habido movimientos críticos de sectores de medios y partidos que nada dijeron cuando no hace mucho La Junta insertada en su web de Presidencia, inaugurada en septiembre pasado, una alerta contra bulos.

Una cosa es clara, ningún medio de comunicación serio ha de inquietarse por este tipo de iniciativas en administraciones públicas. Es más, en todo caso acogerlas con agrado porque si hay algo que amenaza su supervivencia es el crecimiento de pseudo medios que captan la atención con titulares que no obedecen a la verdad pero que por su morbo se expanden a la velocidad del rayo. Y, de igual modo, el uso de las redes con una apariencia informativa cuando el objetivo es la desinformación intencionada. Sólo quienes usan la mentira en canales de comunicación con intereses espurios, sean de la naturaleza que sean,  deben temer que se generalicen estas webs públicas.

La información veraz es un bien público porque de ella depende nuestra libertad de opinión. Si nos manipulan con desinformación, con el agravante de que ni nos damos cuenta de ello, no seremos libres. Y como bien público no se debe escatimar en protegernos de la desinformación, de las noticias falsas intencionadamente difundidas. Periodistas, medios de comunicación y administraciones públicas han de unirse para la lucha contra las fakes news porque el problema es más profundo que el hecho de una concreta noticia falsa, son campañas masivas de desinformación de las que en ocasiones llegamos a sumarnos, sin atisbar su origen, naturaleza o finalidad reenviando lo que no debemos. Arrogarnos los de esta profesión que somos los únicos con derecho a decidir qué es noticia o no, aparte de tener un fuerte grado de soberbia, demuestra que no se es consciente de lo que hay por delante. La defensa de la verdad y el rechazo de la mentira no es monopolio de nadie sino objetivo de todos. Y para ello bien venido sea cualquier iniciativa. Herramientas que persiguen desvelar bulos no deberían tener rechazo bajo la justificación de temores hipotéticos: rechazarlas porque se dice puede haber un riesgo de convertirse en un instrumento de control político, o porque podría terminar siendo un mecanismo de censura a la labor de los medios de comunicación, o porque podría lesionar los derechos fundamentales de la libertad de expresión y de información... Un rechazo preventivo sin base alguna.

Del mismo modo, no es de recibo que se difunda una noticia falsa y esto no sea noticia ni objeto de comunicados de rechazo por parte de Asociaciones de Prensa y, en cambio, sí lo sea intentar luchar contra la falsedad. Y en esto, en la protección del derecho a la información veraz no vale el corporativismo. Las noticias falsas deberían ser noticia porque con la desinformación deliberada nos están robando la libertad de opinión, que nunca será libre si se permite su manipulación y, ante ello, no vale ponerse de perfil blandiendo la bandera de la libertad de expresión o, lo que es peor, ir contra quienes pretenden poner coto  cuando el verdadero peligro es permitir que la mentira campe a sus anchas y libre. Para quien no tiene intención de difundir mentiras no debe preocupar un mecanismo anti bulos, sea de la institución que sea y, es más, debería darle tranquilidad y un halo de esperanza de que se ponga freno a esta escalada de desinformación. Al igual que no preocupa que haya policías en la calle a quienes no tienen intención de delinquir porque se sienten más seguros y a nadie se le ocurre criticar su presencia por sentir coartada su libertad de movimiento.

Hilarry Clinton fue derrotada por Trump y, tras sufrir una dura  campaña desinformativa, dijo aquello de "Las fake news pueden tener consecuencias en el mundo real” y, realmente, las tuvieron para ella como las han tenido en el curso de la historia de EEUU. También cambió la historia en el 64 dC cuando Nerón, para exculparse, originó el bulo de que los cristianos fueron los causantes del gran incendio de Roma y ello provocó las primeras grandes persecuciones a este colectivo con un pueblo lleno de ira contra ellos, según relata Tácito en su obra Anales. Pasar por la guillotina a María Antonieta fue aclamado por el pueblo que creyó rumores sobre ella malintencionadamente difundidos. El 16 de octubre de 1793 medio París se concentró para abuchearla en su trance hacia el Cadalso, convencidos de las maldades de esa mujer contra ellos; relata la historia frases achacadas a ella que nadie escuchó circulaban como verdades incontestables: "Mi único deseo es ver París bañado en sangre; cualquier cabeza francesa presentada ante mí se pagará a peso de oro”; “Si en París no hay pan, que coman bollos...". No es nuevo el uso del rumor malévolo como estrategia para mover al pueblo. Pero la intensidad y rapidez de la difusión que alcanza con las redes lo hace muy peligroso y acrecienta una amenaza que día a día crece, que nos afecta a todos y ante la que hay que estar alertas porque la mentira divulgada con intención es un virus letal para la salud de nuestro sistema.

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