El jardín de Bomarzo

La banda de Rivera

Al PP de Juanma Moreno tampoco le seduce echarse a los brazos de Vox en un Gobierno compartido a dúo con la formación de Abascal

Publicado: 04/06/2021 ·
10:55
· Actualizado: 04/06/2021 · 10:55
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"La democracia está sobrevalorada"Frank Underwood en House of Cards.

Era julio de hace dos años, 2019, cuando Albert Rivera se subía al atril del Congreso para utilizar en más de 20 ocasiones la palabra "banda" contra Pedro Sánchez en frases tan desafiantes como "la banda no se ha puesto de acuerdo en cómo repartirse el botín" o "los españoles no se merecen un Gobierno con esta banda", tras lo cual fracasaba la sesión de investidura de Sánchez y se activaba la cuenta atrás para unas elecciones cuyos resultados son de sobras conocidos. Ciudadanos, de esta forma, dinamitaba todos los puentes para un posible acuerdo con el PSOE porque aproximándose al PP se veía liderando la oposición y, por qué no, optando a la misma presidencia del ejecutivo nacional, mucho para un partido que hacía bien poco había nacido en Cataluña y que con una posición ideológicamente centrada se presentaba como la bisagra perfecta para todas las puertas. Pasados dos años se echa la mirada atrás y cuántas cosas hubieran sido diferentes si determinadas personas hubieran hecho un ejercicio de sensatez, alejándose de los egos y de la soberbia y hubieran echado unos minutos de más frente al espejo para darse cuenta de que en realidad parecían bastante más de lo que en realidad eran. De hecho, la política está sobrevalorada y basta echar una ojeada rápida por los cabezas de cartel nacionales para confirmar cuán mejorable es, en general, el asunto. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.

Por aquellos días Ciudadanos coronó la cúspide de su pirámide tras un vigoroso ascenso y, desde entonces, desciende de manera constante y vertiginosa y se asoma al abismo como atraído por el negro vacío, a punto de dar el salto definitivo hacia la nada. Desde entonces acumula error tras error y amago tras amago para trasladar al espectro general del electorado que es un partido innecesario cuando, en realidad, sucede todo lo contrario y eso es algo que saben bien tanto en el PSOE como en el PP -aunque no lo dirán-, dos formaciones a nivel nacional, autonómico y local que necesitan con urgencia de una formación de corte ideológico centrado y liberal en la que apoyar gobiernos y que les evite acuerdos incómodos con los ultras y sus locuras, de izquierda o de derecha, o con el nacionalismo indecente que ahora fuerza a Pedro Sánchez a negociar un indulto de coste elevado porque tres de cada cuatro españoles no entienden, ni lo harán nunca, que se indulte a quienes de manera tan deleznable apedrearon sin cuartel la Constitución española, nuestra Constitución y es a esos a quienes se pretende perdonar sin más. Y la culpa de esto la tiene Sánchez, claro está porque se deja manosear para mantener el poder y lo hace confiando en la memoria pez del ciudadano -y lo peor es que tal vez tenga razón-, pero también de todos los que con su actitud ególatra y poco razonable fagocitaron una solución mejor para el conjunto de los españoles. El conjunto de los españoles, frase que a muchos gusta usar pero que pocos, por no decir que casi ninguno, lo hace anteponiendo su significado a ese interés partidista y personal que a todos prioritariamente mueve.

Dos años han pasado desde lo de la banda de Rivera y uno se pregunta qué hubiera pasado de pactar gobierno con el PSOE y, desde luego, en eso estaremos todos de acuerdo: Ciudadanos no estaría como está hoy al borde de la extinción. Estaría gobernando España, una España sin necesidad de indultos, creando estructura de partido y afianzando sus opciones en autonomías y ayuntamientos, arrinconando a esas formaciones de los extremos que de un modo u otro se están haciendo fuertes. En cambio, está a medio paso de desaparecer del mapa y solo mantiene una tenue luz en Andalucía por el foco que le da el Gobierno autonómico y porque la estabilidad generada por la coalición con el PP le está dando tiempo para intentar atravesar este calvario, sin tampoco excesivas esperanzas de éxito porque cuando una marca política cae en el descrédito elevarla de nuevo resulta casi imposible; pasa como con los líderes, cuando pierden ese aura de seducción que les alzó al Olimpo del voto masivo es inútil insistir porque la urna ni perdona ni tiene memoria.

Al PP de Juanma Moreno tampoco le seduce echarse a los brazos de Vox en un Gobierno compartido a dúo con la formación de Abascal, esa misma que en Murcia ha logrado el apoyo de PP y Cs para que en todas las aulas se coloque la foto del Rey y se deje en manos del centro que se haga sonar el himno de España. ¿Y está mal que suene el himno? Pues no, lo malo es que se lo quede Vox. O quien sea. Lo malo es pretender usarlo para adoctrinar sobre una idea política.

Rivera se tuvo que ir, claro está, y dejó paso a una Inés Arrimadas que ha demostrado en poco tiempo ser mejor número dos y en Cataluña que uno y para España. Porque una formación herida de muerte no se puede permitir el lujo de hacer el ridículo hecho después con las mociones de censura e invitar a ser despedidos de Madrid, con el resultado sabido. Y después de eso nada ha cambiado, dos dimisiones para tapar el sonoro equívoco y poco más, ningún cambio en la estructura ideológica o en la política de acuerdos que les haga detener el descenso, al contrario, todo lo más este recorrido nacional actual por agrupaciones para hacer equipo y escuchar a seguidores antes de la convención política programa para el 17 de julio; Ciudadanos necesita con urgencia un cambio de timón, una posición firme ideológica donde no tema entrar en controversia, un giro de estrategia para resituarse en el mercado electoral o, sencillamente, desaparecerá como la pompa de jabón que se hizo grande, se elevó unos metros ante la expectación y mirada de todos y fruto de su nada interno explotó para perderse por siempre jamás.

Para Cs no es tiempo de más discursos sin fundamento que no hacen más que trasladar a la opinión pública una sensación de agotamiento, a lo que se une la huida de muchos a un PP que recupera personas y votos que antes eran suyos; en Andalucía al PP interesa que Cs resista y, tal vez por eso, Moreno Bonilla aguante hasta el próximo año para convocar elecciones en espera de que Juan Marín y los suyos saquen cabeza del hoyo donde están. Vox, por eso, ahora aprieta porque quiere elecciones ya. Es su momento.

La democracia está sobrevalorada desde la óptica que deja grietas por donde cada día con mayor soltura se cuelan los personalismos y estos terminan imponiéndose, caso de lo que pasó con Rivera hace dos años y cual aleteo de mariposas provoca el tsunami interno hoy para Cs y externo para España o, también, caso del personalismo de un Pedro Sánchez que se lanza a los brazos de ERC y de los indultos pese a que el noventa por ciento del socialismo español esté radicalmente en contra y lo hace pese al aire de cambio de ciclo que sopla por Ferraz y del cual Moncloa sabe, mide y se preocupa. Mucho.

Es verdad que la solidez electoral ni los suelos del PSOE son los de Ciudadanos, por eso la diferencia es que formación naranja camina firme hacia su extinción tal y como antes hicieron otros y tal y como en un futuro no muy lejano harán -probablemente- quienes hoy inflan su pompa de jabón con poco más que frases hechas.

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