El jardín de Bomarzo

La gran ola del sur

No estamos habituados a vivir al borde del susto constante. Las tragedias siempre sucedían en territorios inhóspitos y muy lejanos

Publicado: 01/10/2021 ·
14:14
· Actualizado: 01/10/2021 · 14:14
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Bomarzo

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Si bien es cierto que un desastre nunca se puede considerar natural porque lo natural es, o debería ser, algo de corte plácido y no trágico, este mundo terrenal nuestro -en parte por la acción humana- parece haber entrado en una fase autodestructiva donde de manera cíclica los desastres se suceden en cadena; tsunamis, huracanes, diluvios repentinos y fuera de temporada, olas de calor e incendios, de frío, pandemias, amenaza de subida del nivel del mar, deshielo de los polos y fruto de ello subida de la temperatura del agua, cambio climático  y, ahora, para completar el arco iris de tragedias posibles, volcanes con coladas en directo absorbiendo casas. No estamos habituados a vivir al borde del susto constante. Las tragedias siempre sucedían en territorios inhóspitos y muy lejanos y, por ello, se parecían más a un documental de ficción que a algo palpable y, ahora en cambio, nos acechan. La oceanógrafa Begoña Pérez, jefa de esta sección en Puertos del Estado, no se cuestiona si habrá un tsunami en la costa atlántica sur de la península ibérica, o sea Cádiz y Huelva, sino cuándo, asegurando así que se repetirá el acontecido en 1755 debido a que en el golfo de Cádiz hay varias fallas que pueden generar grandes seísmos -y lo de golfo, Cádiz y fallas daría para un sinfín de interpretaciones y/o variantes rítmicas...-. En la capital se hacen simulacros y advierten que habría que ponerse a salvo por encima de los diez metros, en Jerez se frotan las manos ante la expectativa de vender primera línea de playa y sacar a licitación concesiones para chiringuitos.  

Psoe. Los 288 votos que separaron a las dos listas presentadas en la provincia de Cádiz cara al congreso federal de este mes encabezadas por Irene García y Juan Carlos Ruix Boix vienen a significar un punto de inflexión y marcan una línea, separan, dividen a un PSOE gaditano que históricamente viene a ser como un volcán en erupción y, cada cierto tiempo, necesita vomitar la lava ardiente que produce dentro, airearla, que todos la vean para una vez silenciado el ruido iniciar de nuevo un proceso que inevitablemente le llevará de nuevo a otra frenética lluvia de cenizas. Y la ruptura actual le viene pese a que en la presente legislatura gobierna en 22 de las 45 alcaldías gaditanas; seis son del PP, cinco de Adelante, cinco de IU, cuatro de AxSí y tres de independientes como Los Barrios 100x100, La Línea 100x100 o Unidos Por Chipiona. Más la Diputación, también socialista. Por tanto a estas guerras internas no las mueve una precaria cuestión electoral, son más bien intereses de personas que quieren conservar puestos de poder u ocupar esos puestos que otros tienen. Lícito, democrático, lúdico y festivo, pero al menos algunos se deberían ahorrar discursos del tipo de la necesidad de refrescar o renovar cuando no hay más que ojear la lista de cada cual para advertir que el refresco o la renovación no es precisamente lo que predomina. 

A partir de la elección del domingo, por tanto, el problema lo tiene Juan Espadas, al que todos apoyan pero que empieza a tener fogatas en Almería, Huelva o Granada e incendios declarados en Cádiz y Jaén con riesgo claro de expandirse ante la sequedad del terruño y la escasez de bomberos. La Resistencia, encabezada por un susanismo que estos días está tan activo como divertido, empieza a calcular porcentajes que controla aquí y allá en espera de que las cosas a Espadas no le vengan bien y, siendo honestos, el aún alcalde de Sevilla no lo va a tener nada fácil ante la próxima convocatoria electoral, de hecho en el parlamento ya se percibe un claro clima electoral. Aunque Moncloa y Pedro Sánchez se vuelquen en Andalucía como previsto tienen, la consolidación del PP de Moreno Bonilla y las posibilidades de acuerdos a su izquierda y derecha le dibujan un futuro inmediato tenebroso al espadismo -¿existe ya?-, y eso lo saben todos -Susana la primera-. Y es hasta lógico que él quiera controlar las provincias con gente más de su cuerda para evitar incendios futuros y saboree la idea de finiquitar a Paco Reyes en Jaén y que el alcalde de Marmolejo le sustituya -pese al enorme enfado de Reyes porque quien le alisa la cama es su hasta hora íntima Ferry, con Sicilia-, que Maru lidere el PSOE de Huelva con María Márquez a su lado y Gaby, alcalde de Huelva, quede al margen, que en Sevilla Antonio Conde, alcalde de Mairena, coja el relevo de Villalobos y de Verónica Pérez, que haya procesos de renovación en Granada -Almería es otra cosa-, y que en Cádiz haya consenso para que emerja la figura de Ruiz Arana y tanto Irene García como Ruix Boix cesen su actividad. Pero querer es una cosa, conseguir otra, apartar de un plumazo tanto a históricos como a quienes ahora exigirán su cuota de poder en base al porcentaje de militancia que controlan y votan es una bien distinta. La sensación es que cuando el coche no ha llegado a la primera curva hay riesgo cierto a que derrape y vuelque. 

La lista de Ruiz Boix ahora tiene la difícil tarea de ponerse de acuerdo y para ello tiene dos meses antes del congreso provincial y el consenso consiste en cómo se repartirán los cargos futuros, para lo cual se reunieron el lunes en Alcalá: quien optará a secretario general -Ruiz Boix ya ha anunciado en privado que quiere, pero Pizarro había pensado en su hijo Javier y habla de que ese era el acuerdo, Mamen no está por la labor de que sea ninguno de los dos porque prefiere a Ruiz Arana-, quién al de organización -¿López Gil por la cuota de Susana?-, más quiénes encabezarán las listas al parlamento y congreso, quién podría ser candidato a presidir la Diputación y, solo hay que echar un vistazo, las cuotas son claras y los porcentajes puestos por las diferentes familias también. Familias, sí, no la suma de agrupaciones. Jerez, en este sentido, se ha convertido en familia y ahora puede ser clave en lo que suceda cuando antes nunca lo fue. El problema de Espadas, en Cádiz o Jaén, veremos también si en Granada o Huelva, es que ahora le toca ejercer el mando, posicionarse, decir las cosas claras a favor de unos y en contra de otros, en privado o en público, ya que empieza a no valerle repetir eso de lo bonitas que son las cosas bonitas. 

Irene García no lo tiene más fácil, al contrario. Perdió las elecciones por 288 votos y sabe que el 46 por ciento logrado por su candidatura es tan suyo como insuficiente y rascar cara a su congreso para revolcar esta situación será como remar a contracorriente y prácticamente imposible si Ferraz o el propio Espadas no se meten de lleno a ello. Le queda la Diputación y el poder que ella genera, eso sí: un ejemplo son los diez asesores suyos y que hoy son críticos porque son las cuotas o de Luis Pizarro y Moscoso o de Susana Díaz a través de Jiménez Barrios o Cornejo. Diez. Dos, de momento, han recibido por escrito firmado la idea de que se vayan a asesorar a sitios tan bellos como Puerto Serrano o Benaocaz, junto a Moscoso. Otros seis, parece, tendrían un puntito señalado ante su nombre, aunque a lápiz. 

Qué bonito es el sur. Es como una ola esbelta, azul y encrestada de blanco espumoso, poderosa, que amenaza con romper y arrasarlo todo. A veces se hace grande, muy grande y entra terreno adentro convirtiendo en un fangal y arrastrando todo lo que encuentra a su paso. Para describir el riesgo en Cádiz, anticipándose y a modo de prevención, ya hay letra de chirigota ilegal, y dice: "Un enorme tsunami, podría llegar a Cádiz y a la costa de Huelva. Y nadie ha preparado ni un plan de emergencia ni un sistema de alerta. Pero nuestro Ayuntamiento lo tiene to controlao; grandes expertos y especialistas han estudiado el problema y han encontrado la solución y ya tenemos en Cádiz nuestro plan de evacuación. Se activa con tres palabras, con tres palabras que dirá el Kichi desde el balcón: maricón el último...". Pues eso. 

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