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De un pregón tan hermoso como sentido

Publicado: 07/04/2014
José Carlos Navas dio una clase evangelizadora y de amor por la Semana Santa de su ciudad
El último domingo de Cuaresma fue un día grande en Arcos; el día del pregón oficial y de las emociones cofrades que entroncan en este acto organizado por la Delegación municipal de Cultura y que viene en cierto modo a poner guinda a un mes repleto de exaltaciones en las parroquias arcenses.


José Carlos Navas Collantes, hermano de las de San Antonio y la patrona de la ciudad, la Virgen de las Nieves, supo desde un inicio crear el ambiente necesario para cantar a Cristo, para lo que fue ayudado inicialmente por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías representado por su presidenta, Mari Nieves Sánchez.


Las primeras palabras de la tarde pronunciadas desde el teatro municipal Olivares Veas fueron de la secretaria del Consejo, Francisca Sánchez, para presentar al periodista y director de Cambio 16, escritor y hombre solidario ,Manuel Domínguez, quien sustituyó en el atril a su esposa en el menester de presentar al pregonero. Sí, Cristina del Valle no pudo asistir finalmente por una indisposición de última hora, pero su esposo cumplió sobradamente con la entrega. Tablas, desde luego, no le faltaron.


De inicio, señaló sentirse privilegiado por cruzar “los cielos celestes” andaluces para llegar a Arcos para presentar a un amigo con el que comparte algo más que su devoción cofrade, para, a partir de ahí, deleitarse en las sensaciones primaverales,
De su amigo enalteció su vida cofrade desde que era un niño, su faceta como trabajador social y como miembro de la hermandad de Nuestra Señora del Amparo de Sevilla, pero sobre todo redescubrió a un hombre creyente, inquieto, caracterizado por el respeto a las diferencias, a las distintas ideologías, firme en sus decisiones y un luchador por las buenas causas que van más allá de su compromiso profesional. Un hombre al que le apasiona la sed espiritual, el altruismo, la democracia, la solidaridad y la unión de los pueblos.
José Carlos Navas, para iniciar su pregón, quiso dejarse bendecir por el sacerdote Juan Manuel Sotelo, para comenzar rezando a la Virgen María, sea la Madre del Barrio Bajo, de Santa María, San Juan de Dios o San Francisco. Efectivamente, como se presuponía, el pregonero dejó entrever su corazón mariano. También incluyó un matiz biográfico para citar su familia que sin duda de algún modo le ha iluminado en este pregón. Sus versos tomaron los derroteros primaverales, con sus sensaciones y detalles cofrades.


Tras los saludos de rigor, hizo referencia a la tierra de la Virgen de las Nieves, y agradeció de corazón los detalles previos al pregón, así como la invitación que el verano pasado le hizo la hermana mayor de San Antonio para pregonar la Semana Santa de Arcos, en una etapa en la que el Consejo tenía un carácter transitorio al estar constituido como gestora. Así, pues, los primeros compases de su exaltación fueron todo agradecimientos, pero también de entrega total al Espíritu Santo para que le iluminara en la lectura.


Tras encomendarse a la Virgen de las Nieves, siguió hablando de la Madre de Dios, que para él es “socorro de afligidos”. Lanzó un “repique” por aquellas causas que amargan al mundo, las angustias de la humanidad, pero también un repique por los sentimientos cofrades... A todo, sonaba el repique de campanas por megafonía.


José Carlos se detuvo en su infancia cuando, cogido de la mano de sus padres, recorría las calles para ver los pasos. Seguramente fue entonces cuando comenzó a amar la Semana Santa.
El pregonero se mostró un defensor de las tradiciones, y por unos instantes abandonó su ciudad natal para contar los sentimientos que le despiertan las advocaciones sevillanas. Y con detalles aparentemente insignificantes fue buscando a Cristo, el sentido de la Vida... Su idea fuer presentar a un Dios vivo que, sea de la hermandad que sea, es el único, el inspirador de todo esto y más. Inteligentemente, el pregonero fue encontrado el paralelismo bíblico a las sagradas imágenes que confluyen en la Semana Santa, un Señor prendido en Santa María, un caío en San Francisco, al Hijo de Dios muerto en su sepulcro de San Pedro...


Guiño nostálgico a una radiante mañana de Domingo de Ramos “a orillas del Guadalete”, donde comienza la plasmación de la Semana Mayor arcense en las calles de Arcos. Después, una tarde del Domingo de Ramos con un Prendimiento en las calles que pisa un recinto sagrado donde sería traicionado a cambio de 30 monedas de oro.


De ahí, al Lunes Santo y al Señor de las Tres Caídas que un día dio sentido a la adolescencia del pregonero, y una Madre -María Santísima de la Amargura- de dulce mirada. Pero no, el pregonero no siguió el previsible orden cronológico de las salidas procesionales de Arcos, para dedicar hermosas palabras al “Sabio de San Agustín” que no es otro que Nuestro Padre Jesús Nazareno, por el que todo Arcos siente máxima devoción.


Después, no obstante, descubrió ese “trocito de cielo azul” que es la tarde del Martes Santo, cuando procesiona desde San Francisco su hermandad, la primera que traslada a las calles “el derramamiento de sangre” del Señor en su pasión. El Señor Atado a la Columna y el especial misticismo que se vive, ya de noche, por las calles del conjunto histórico arcense. Cuerpo flagelado al que el pregonero entregó su amor siendo un niño. María Santísima de la Paz procesiona en este Martes Santo, que para José Carlos Navas es “un gozo que queda incrustado en el alma”. A Ella le dedicó versos preciosistas, a la flor más hermosa, “como un jardín de poesía”.


Para el Cristo del Perdón, que expira cada Miércoles Santo desde Santa María, tuvo palabras de amor, a un Cristo que agoniza con Arcos.


El pregonero se mostró gran conocedor de la catequesis que embarga el Jueves Santo en Arcos; primero desde San Juan de Dios, con un Cristo desgarrado, muerto en la cruz. Y después la hermandad de servitas del Cristo de los Remedios que procesiona sin paso, costado abierto, ensangrentado y muerto, terrible duelo que vela su Madre de los Dolores.
José Carlos destacó el intrínseco carácter infantil de la primera cita plástica del Viernes Santo, de la mano de un Dulce Nombre al que “querer, significa seguirle para siempre”.


Paradojas de la vida: de una procesión de claro matiz infantil al luto absoluto de ver muerto a Cristo, en su urna, solitario, aislado. Su Madre, La Virgen de la Soledad camina detrás del Hijo en palio, con “el corazón resignado por la muerte”, “pero intuimos que con esta Mujer las tinieblas se convertirán en luz”.


Como si velara la muerte de Cristo, el pregonero bajó el tono, para a continuación subir el soniquete buscando la Vida de la Resurrección. El pregonero comparó el cierre de la parroquia de San Pedro con la última procesión de Semana Santa con el cierre del Sepulcro que albergaría el cuerpo de Cristo.


Y terminó como empezó, con el repique de campanas que esta vez anuncian la Resurrección.
El acto fue cerrado con los detalles propios, comenzando por la entrega de un plato de cerámica recuerdo de la ciudad, una placa, un precioso cuadro de la Virgen de la Paz y flores para el presentador del pregonero para que, a su vez  las entregase a su esposa. En fin, lluvia de detalles de manos de la presidenta del Consejo, de su hermandad y de las autoridades representadas por el alcalde de la ciudad, sin que faltara el detalle entrañable, de la presencia en el escenario de su hermana menor y de su madre.


Destacada, sin duda, sería también la presencia del alcalde de Plasencia a título de amistad con el pregonero. Sus palabras sirvieron para un simbólico hermanamiento de las dos ciudades, una aportando el manto blanco de la nieve de su particular invierno sobre el valle del Jerte y la otra obra el blanco inmaculado de su Virgen de las Nieves. Sin embargo, fue el alcalde de Arcos el que cerraría el acto no sólo para felicitar el magnífico pregón de José Carlos Navas, sino para agradecer el inconmensurable trabajo que viene desarrollando el Consejo de Hermandades que una Cuaresma de actos sin fin.


Como se suele decir, con las palabras del pregonero la suerte está echada: comienza la Semana de Pasión.

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