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Curioso Empedernido

Terminar lo que se empieza

Para rematar la faena, hay que procurar que la participación no sea sino una sucesión de monólogos insoportables

Publicado: 09/01/2025 ·
19:39
· Actualizado: 09/01/2025 · 21:04
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Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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Son muchos los estímulos a los que estamos sometidos en un mundo audiovisual , y nos gustaría comenzarlo todo, pero debemos olvidarnos que lo que se empieza hay que terminarlo, sino seremos unos muñecotes al vaivén de quien maneja los hilos.

Además no se nos puede olvidar que si queremos concluir lo que iniciamos , hemos de hacerlo en equipo, y no pensar que solos lograremos lo que nos propongamos. Cada día más , las exigencias de la realidad, nos obliga a trabajar con los demás y si queremos empujar en una misma dirección , ser sensibles a las necesidades de los otros y prestar nuestros apoyo a los objetivos del grupo en el que estamos en cada momento.

Se trata de un fenómeno al que no escapa en mayor o menor medida cualquier sociedad , ya sea avanzada o en vías de desarrollo , del primer o del tercer o cuarto mundo. En esta época de la inteligencia artificial , las soluciones a los problemas se abordan y ejecutan desde el esfuerzo común , y por muy genial que alguien se crea , por sí solo , está condenado al fracaso.

Claro está que cualquier conjunto de personas que desean abordar una misión , de empezar y terminar los objetivos que se habían propuesto , tienen que verse , comunicarse , reunirse en definitiva , y “aquí está la madre del cordero”, salvando que las formas , clases , modalidades y tipos de reuniones pueden ser innumerables, pero me gustaría centrar vuestra atención, queridos lectores, que todos hemos sido victimas en alguna ocasión, de como perder el tiempo en compañía de otros.

A veces, resulta patético, dramático y terrorífico estar sentados alrededor de una mesa para conseguir ser eficaces y encontrarnos en que la colaboración entre la gente que allí se encuentra brilla por su ausencia , observando que la habilidad de los asistentes para plantearse algo en común es nula , y comprobamos como el coordinador o moderador podría dedicarse perfectamente a organizar carreras de tortugas , pero es totalmente inoperante a la hora de motivar a nadie y lograr terminar lo que han comenzado juntos.

Conforme aquella tragicomedia avanza, observamos entre la rabia y la resignación que quien ha organizado aquel desaguisado es un sádico o un peligroso ignorante , que no ha tenido en cuenta para nada qué objetivos concretos se pretendían conseguir de la convocatoria en cuestión , ni ha llamado a los participantes adecuados para el tema que se está tratando , ni el personal que ha acudido tenía con  anterioridad la información oportuna para poder opinar y en su caso proponer y decidir.

Para rematar la faena, hay que procurar que la participación no sea sino una sucesión de monólogos insoportables, en los que cada cual intenta deslumbrar al resto haciendo gala de lo culto, inteligente y bueno que es, pero que por ese camino no habrá manera de terminar lo comenzado.

Se corre el peligro que llegue un momento en el que se instala un magno desorden y nadie escucha a nadie, y asistimos a permanentes interrupciones en directo y a través de los móviles, en una especie de dramatización de que “el mundo no puede pasar un minuto sin ellos”.

Ante la pérdida de control por parte de todos y tras demasiado tiempo perdido , alguien hace la única aportación sensata y aunque la realiza en forma de pregunta , pero que suena a una maravillosa sugerencia a modo de elixir liberador ¿Os parece que suspendamos la reunión y la dejamos para otro día ¿ ¿Y si nos pusiéramos a trabajar? No tarde en llegar el acuerdo y el sentido común se abre camino para dar carpetazo la ineficacia y  la imprevisión.   

Llegado a este punto, no vale lamentarlo sino remediarlo para una próxima vez , no sirve hablar de progreso , sino salir de la rutina y traer a la pantalla de nuestra memoria lo que decía Alessandro Manzoni :”Trabajar sin método es el más difícil y fatigoso del mundo”

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