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CinemaScope

Jurassic World. Dominion: el decepcionante desenlace de una trilogía reinventada

Mantiene viva la conexión con la cinta original de Spielberg, pero carece de inventiva y de efecto sorpresa a causa de un guion de trama poco exigente

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Aún recuerdo el impacto que supuso Jurassic Park en el momento de su estreno. Por una vez entendimos lo que debieron experimentar los espectadores que asistieron a finales del siglo XIX a una primera proyección cinematográfica. Spielberg había dado un paso más en la representación fílmica con la incorporación de unos efectos digitales de una verosimilitud apabullante y abrió una senda que no parece encontrar límites desde entonces. Pero el mérito del director de Tiburón no fue solo alcanzar ese nivel de representación, sino hacer que funcionara en un contexto narrativo extraordinario.

Cuando en 2015 la Universal anunció la puesta en marcha de una nueva trilogía en torno al universo jurásico y fílmico de Spielberg, no solo hizo honor al recuerdo del filme original, sino que demostró una enorme habilidad a la hora de reinventar los atractivos de la propia historia y ofrecer una entretenidísima película de aventuras bajo la dirección del entonces desconocido Colin Trevorrow.

No sólo eso, sino que tres años después encomendó a Juan Antonio Bayona la dirección de una secuela en la que profundizó en los hallazgos visuales explorados por Spielberg en las dos primeras entregas de la saga, potenciando tanto el suspense como las consideraciones formales en torno a los experimentos genéticos.

La clausura de esta novedosa y atractiva trilogía llega ahora de la mano de Jurassic World. Dominion, en la que Trevorrow asume de nuevo la dirección y a la que se incorporan los protagonistas de la cinta original de 1993: Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum. Un punto de partida que, ligado al desenlace de la cinta anterior -con los dinosaurios dispersos en libertad por varios continentes-, prometía un desarrollo tan emocionante como atractivo que el nuevo guion se encarga de frustrar ante la falta de inventiva, efecto sorpresa y, especialmente, su escasa autoexigencia, como si bastara con unir a dos generaciones de espectadores en torno a un espectáculo que parece concebido como un recopilatorio de grandes éxitos de las películas anteriores.

Al decepcionante filme no solo le cuesta arrancar, sino que avanza limitado por la escasez de novedades en torno a lo ya visto en filmes anteriores, aunque sin negarle cierto empeño como en el final de la persecución en moto a bordo del avión o cuando Bryce Dallas Howard se arrastra hasta el fondo de un estanque.

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