Cuidadito con el Betis, que en caso de derrota en Málaga, el efecto de nerviosismo que podría provocar, empezaría a trasladarse desde la afición al seno del club verdiblanco. Pues aunque todavía es pronto y el mercado invernal debe reactivar a un plantel con más mediocridad que calidad, a causa de una planificación deficiente, las dudas en torno al equipo y al técnico se palpan en el ambiente.
Además, no es precisamente La Rosaleda un estadio que al conjunto bético se le dé especialmente bien; aunque los heliopolitanos, a domicilio, al menos por lo visto hasta ahora, muestran mucha más competitividad y mayor capacidad de sumar puntos, que las que desde luego, evidencian los verdiblancos en el Benito Villamarín.
Números en mano, el Betis gana la mitad de los partidos que pierde. O lo que es lo mismo, un balance en contra del conjunto bético de ocho derrotas por cuatro victorias en los enfrentamientos disputados entre el bloque malacitano y el equipo de las trece barras en Primera División.
Pero la cosa cambia ligeramente si tenemos en cuenta los recientes envites. Después de cumplirse el nuevo milenio, las diferencias entre ambos que existían hasta entonces en cuanto al bagaje cosechado cada vez que se han cruzado en la Costa del Sol, se ha reducido bastante. Pues el póker de triunfos del Málaga, únicamente supera en uno, al trío de victorias acumulado por el cuadro bético; amén de los dos empates (diez en total si tenemos en cuenta todos los encuentros disputados desde la nueva nomenclatura del Málaga), que sendas escuadras registran.
Este sábado, a las 22.00 horas (horario que hasta hoy no ha otorgado demasiado fortuna a los pupilos de Mel), debe suponer el punto de inflexión para un Betis que ha de volver cuanto antes a la senda triunfal que perdió a raíz de los tres puntos en Vallecas.
