La caballerosidad

Publicado: 09/01/2025
Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

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Ser caballero y educado es dar buenos días, tardes o noches a las personas que te cruzas en las escaleras, en el ascensor, en la puerta, en la calle...
En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la victoria, se conoce al caballero.

Jacinto Benavente.

Dice la RAE que la caballerosidad es sinónimo de educación, gentileza, cortesía, urbanidad y refinamiento. También galantería, nobleza, generosidad, desinterés, altruismo, caridad, humanidad, etc. Y en la parte opuesta están la grosería, la descortesía y la bajeza. Estamos pues ante una palabra que dice mucho del varón que se comporta como un gentilhombre conforme a algunos de los sinónimos de la RAE. Y es que hoy se están perdiendo muchas de las buenas costumbres que prevalecían en otros tiempos. La urbanidad que se decía.

Quizás el único pero podríamos ponerlo cuando la caballerosidad se dirige a algunas mujeres que se identifican como feministas, para las que suele ser sinónimo de machismo y bajo ningún concepto desean que el hombre, el macho, les trate como un caballero. Si bien hay que anotar que la mayoría de las mujeres aceptan de buen grado la cortesía y la educación e incluso la agradecen. Nos referimos al tratamiento cortés y educado, no de piropos ni alabanzas sean o no malsonantes. Que no se confunda el atún con el betún.

En el mundo actual, sin embargo, nuestra sociedad está muy dividida con la caballerosidad. Y es que ésta también exige que se erradique el maltrato a las mujeres, mientras que el feminismo reclama la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, por lo que, lógicamente, tanto el feminismo como la caballerosidad, en esta ocasión, significan lo mismo: respeto entre hombres y mujeres. Y aunque ser caballero solo es aplicable a varones, sus conductas se pueden extrapolar al sexo femenino cuando éstas realizan las mismas acciones, que también las hay.

Quod non vetat lex, hoc vetat fieri pudor; Lo que no prohíbe la ley, lo prohíbe la honestidad (Séneca). No se trata de aplicar ninguna Ley para regular determinadas conductas de la moral y el trato humano; sino de ser honesto y educado; y esa es la norma por excelencia de la caballerosidad. Y podemos añadir honestidad y correspondencia. Quizás la frase Quod tibi fieri non vis, alteri ne feceris, No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti, lo dice todo. La máxima fue difundida por el emperador de Roma Alejandro Severo, quien la hizo grabar en su palacio y en monumentos públicos. Fue difundida por un autor anónimo bajo el pseudónimo de Elio Lampridio.

Aunque la caballerosidad procede del medievo, donde los caballeros luchaban por conseguir a una dama o para hacer determinados favores que fuesen premiados por el Rey o el Señor feudal que mandara en esas tierras, en la actualidad esta manera de comportarse tiene más que ver con ser una persona amable y educada que actúa en favor de terceras personas con acciones definidas como gentiles y educadas. Aunque ya hemos dicho lo que etimológicamente significa ser caballeroso, veamos algunos ejemplos simples. Se es caballero y educado cuando vas a coger un ascensor -u otro medio de transporte- con otras personas y dejas que pasen antes los demás o le dejas tú asiento. También cuando ayudas a una anciana a cruzar una calle e incluso -si es una vecina tuya-, le ayudas a llevar la compra hasta su puerta.

Ser caballero y educado es dar buenos días, tardes o noches a las personas que te cruzas en las escaleras, en el ascensor, en la puerta, en la calle y en los establecimientos. Eso es tener educación y además dice mucho, porque saludarse entre personas se está perdiendo cada día. Yo tengo algunos vecinos, pocos por suerte, que ni te miran. A veces los ves venir de frente y se hacen el tonto como que no te han visto mirando hacia otro lado por tal de no saludarte, aunque afortunadamente son pocos. ¿Quién no los tiene?

Y para finalizar un hecho real de generosidad y caballerosidad. En un concierto al que pudo asistir mucha gente, dirigido por John Towner Williams (Floral Park, Nueva York, 8 de febrero de 1932) compositor, director de orquesta, pianista y trombonista estadounidense y autor de las bandas sonoras más famosas y reconocibles de todos los tiempos como: Harry Potter, Star Wars, Tiburón, Atrápame si puedes, E.T., el extraterrestre, Superman, Indiana Jones, Parque Jurásico y otras muchas más; al terminar el mismo tuvo conocimiento que un vigilante de seguridad que era admirador suyo no pudo asistir al concierto al estar en su puesto de trabajo. Ni corto ni perezoso, lo hizo llamar y le dio un mini-concierto exclusivamente para él. Eso es generosidad, educación y caballerosidad.

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