En una de las crisis que sufrió el ahora Secretario de Estado Gaspar Zarrías tomó la decisión de hacerse fuerte en su provincia, Jaén, controlando al máximo el partido y haciendo buena la ahora extendida teoría de que al PSOE andaluz lo sostiene el poder acumulado por las secretarías provinciales.
Lo hizo, trabajó más que nadie y le fue de cine. Por supuesto volvió al Gobierno con más galones de los que tuvo antes. A diferencia de Espada, que va de candidato en Sevilla, Torres, presidenta del partido, Martín Soler, al que ofrecieron, dicen, Medio Ambiente y/o Empleo, Cinta Castillo, que no logró conectar con Griñán y, posiblemente, tampoco con su dirección en Huelva, a Antonio Fernández no le queda otra que el retorno a Cádiz para pelear dos caminos o esperar que en Madrid suene la flauta, aunque parece que en la capital la cosa está para poca fiesta. Por un lado la Diputación, sabiendo que la tregua firmada por Griñán y Cabañas solo es un pacto de no agresión que tiene fecha de caducidad y que, en consecuencia, se abre un camino sucesorio codiciado por unos y muy apetecible para todos. Por otro, Jerez. Supongamos pues. Que a Pilar Sánchez la obligaran de llevar de dos a su amigo, por decir algo, Antonio Fernández y que el resultado en las urnas ofreciera lo que dicen ahora los sondeos, necesidad de contar con una muleta para sumar mayoría. Supongamos que dicha muleta, y no sería de extrañar, exigiera que no fuera Sánchez la que ocupara el sillón grande y que, en consecuencia, el partido le tendiera un puente de plata a la actual alcaldesa hacia Cádiz o el gobierno autonómico, dejando vía libre a Fernández como alcalde que, de este modo, no debatiría su rostro en primera línea de batalla electoral y, por tanto, arriesgaría poco y podría ganar mucho. Supongamos que la muleta fuera Pacheco y su Foro Ciudadano, con quien el ex consejero de Empleo siempre se ha entendido muy bien porque a los dos les cortó, parece ser, la misma tijera celestial. "Nos encanta Jeré", propuesta sin ánimo de lucro para lema de este posible pacto entre caballeros. Aunque a Fernández, pensará Pilar, bien le podría dedicar ahora una calle o, mejor aún, una placita con fuente incluida donde reunirse a tomar café los prejubilados de Delphi, Fábrica San Carlos o Jerez Industrial, que no son pocos. Una plaza grande, entonces.
