Nunca dos del mismo partido se han odiado más, igual puede ser, pero más, nunca. Ahora que tras los tiras y aflojas post congresuales, las candidaturas asignadas o casi y el silbato a punto de sonar en la carrera por las alcaldías, llega la hora de hacer números y, según sondeos publicados, unos, y ocultos, otros, el pánico arrecia cuando la posibilidad para el Psoe de perder la Diputación es muy real. Y entonces los alcaldes de los pueblos socialistas rechinan ante cuatro años de Sanz y Loaiza y su gente en la casa grande gaditana controlando la recaudación de todos ellos. Miedo les da, y con razón, sabiendo como saben las penurias que han pasado estos años gobiernos locales del PP en su relación económica con el ente provincial.
El partido judicial de Jerez aporta cinco diputados, tres de ellos son ahora del Psoe y dos del PP y en las cuentas que todos hacen entienden que la aportación de Jerez será clave para determinar el color del próximo gobierno provincial. Los números del Psoe jerezano son que solo necesita un voto más que el PP para mantener sus tres diputados, mientras que en el PP opinan, según contabilidad interna, que han de llegar a diecisiete concejales -ahora cuentan con que están en catorce/quince- para gobernar la provincia. Un sondeo interno hecho en julio y encargado por el regional socialista a un ex director general del CIS vaticina un estrepitoso batacazo en Jerez y, ante eso, todos huyen de la quema sacudiéndose responsabilidades próximas, porque temen que la diputación la pueden perder por la sangría en Jerez y a ver entonces quién da un paso al frente para hacerse responsable de soberano tortazo.
Antonio Fernández, mientras tanto, tranquilo viendo los toros desde la barrera del Consejo Regulador a cuenta de 180.000 razones anuales, mientras que Mamen Sánchez sigue esperando que suene el teléfono y que se cumpla el acuerdo que cerró en junio. ¿Se atreverá el Psoe a cambiar el jockey de un caballo llamado Jerez a plena galopada? Vaya lio. Y mientras, Pilar aguantando, Paco empujando y el partido meditando si tomar decisiones ahora para amortiguar la torta o dejar que todo se caiga para, desde los escombros, reconstruir a base de renovación.
