El jardín de Bomarzo

El efecto dominó

Ya no hay quien se trague que la jueza del momento actúa al margen del calendario político y solo movida por criterios jurídicos

He de reconocer que hasta a mí, curtido en mil batallas a pesar de la evidente juventud que mi presencia propone, me tiene superado esta actualidad política que lejos de relajarse por el bien del colectivo hace exacto lo contrario y es profundizar en una espiral de autoexterminio que, sinceramente, me deja seco. Hasta Alaya se ha apuntado a esto del despropósito y uno empieza a cuestionarse si no será verdad toda la leyenda urbana alimentada en torno a la señora doña Mercedes, que ha sido capaz de sacar brillo a su estrella a costa de un procedimiento extravagante contra ex presidentes y ex consejeros en tiempo y formas y muy lejos del sentido estético que requiere algo tan serio como debería ser la justicia. Ya no hay quien se trague que la jueza del momento actúa al margen del calendario político y solo movida por criterios jurídicos. Se ha pasado, como quien dice, tres pueblos al proceder en el mismo momento en el que Susana Díaz y su Gobierno tomaban posesión y haciéndolo de un modo en el que los señalados, básicamente, parece que han de “autoimputarse” al objeto de, es de suponer, confesar voluntariamente sus supuestas tropelías. Vamos, para troncharse.

El Gobierno de Díaz. En el momento en que Alaya procedía filtrando a diestro y siniestro el auto contra Chaves, Griñán, Viera, Ávila, Aguayo, Recio y Vallejo –al que últimamente le gusta mucho Cádiz y algún Ayuntamiento en concreto y ojo-, Susana Díaz pretendía inaugurar Gobierno, ese mismo confeccionado entre el domingo y la jornada del lunes y que internamente ha sido calificado como “blandito”. Pagadas todas las cuotas territoriales a pesar de que la nueva y joven presidenta se hartó de anunciar que su femenina persona no jugaría a nada de eso y, visto lo visto, menos mal, es de destacar el cese de Mar Moreno y la fusión de Educación con Cultura y que todo pase a manos de Luciano Alonso, superviviente activo, así como el nombramiento de Maldonado, perfecto desconocido que en enero, y según relatan medios en Málaga, abandonó la Autoridad Portuaria de allí por estrés y unos meses más tarde acepta nada menos que Economía, Innovación, Ciencia y Empleo en la Junta de hoy, lo que para un estresado viene a ser como pretender curarse a base de dar saltos en paracaídas sobre el océano; la, otra vez, separación de Agricultura y Pesca de Medio Ambiente, lo cual resulta un verdadero pitorreo porque cada dos años las unen para después separarlas para después unirlas para después… En todo caso, Elena Víboras, alcaldesa de Alcalá la Real, y María Jesús Serrano, de Baena, le darán lustre a ambas y, en gran medida, recomponen equilibrios territoriales, todo ello más los tres consejeros de IU, que se frotan los ojos pensando que todo esto no puede ser verdad, tanta suerte sin haberla pretendido ni, casi, merecido.
La bomba, sin duda, ha sido Chiqui. Que Jiménez Barrios iba a ser nombrado Consejero de Presidencia no era esperado por nadie al tratarse de un sillón de rancio abolengo dentro del gobierno andaluz por el que han pasado ilustres como la propia Díaz, Mar Moreno o Zarrías. ¿Tendrá Chiqui toda la libertad de maniobra ahí o estará maniatado por la larga sombra de la presidenta?  Gaspar tuvo en Comunicación Social a Tily Santiago, Mar Moreno nombró para el cargo a Julio Ruiz, Susana Díaz hizo lo propio con el actual, David García Ostos, todos ellos en un puesto clave dentro de la Consejería porque a él se adjunta todo el presupuesto publicitario y, por ejemplo, algo tan básico internamente como Canal Sur. Veremos si Barrios pone al suyo o se queda en herencia con el de confianza de Díaz, que es el actual y procede de la agrupación sevillana de Écija. ¿Y Miguel Ángel Vázquez, actual portavoz? ¿Seguirá? ¿Hasta qué punto cambiarán las estructuras internas de la Junta? Y es que cuando cae la primera ficha, posible cascada se teme.

La renuncia de García. El efecto dominó ha ayudado, que no provocado, la renuncia de Irene García a la Alcaldía de Sanlúcar, decidida en febrero, y lo hace no por un berrinche como malidiciosamente se traslada desde dentro, ni porque vaya a ser nombrada Delegada del Gobierno en sustitución de López Gil, ni, sondeo interno lo corrobora, por temor a un mal resultado próximo. Se va porque es el momento de hacerlo, porque en su casa, que viene a ser el lugar donde duerme, hay tres personas con los brazos en alza que le piden turno, porque llevarlo todo es mucho, porque prioriza y ahora, tonta no es, entiende que le toca trabajar para el partido, para la provincia y por la recuperación de la Diputación, institución para todos fundamental y prueba de ello es que el PP se traza como objetivo fundamental mantenerla una vez probado el buen gusto de boca que queda tras catarla. Cierto que es una apuesta arriesgada porque común no resulta que un alcalde abandone voluntariamente un sillón así sin que sea forzado por un procedimiento judicial, por un mal sondeo de intenciones o porque sea elevado a otra esfera institucional de mayor peso y, como no se da ninguna de estas tres razones, no cuadra en el pensamiento colectivo y, claro, distorsionan realidades. El tiempo le dará o no razones, pero con Presidencia - Consejería porque la de Cádiz quedará libre y tal vez recaiga en mujer- a su espalda y Chiqui y tiempo para dedicarse a las agrupaciones tal vez logre lo que persigue, para ello deberá ordenar situaciones complejas como, por ejemplo, Jerez, clave, donde las intenciones sondeadas dicen que peor que mal y, opina, nada de lo que se presenta como posible ofrece, en principio, las suficientes garantías para recuperar el terreno perdido, que es mucho, y les acerque a las cuotas necesarias para pelear Diputación. Quedan dos años, cierto, pero la brecha en la agrupación local es grande; Algeciras será otro punto clave en esa cuenta y habrá que ver si Angelines termina por aceptar la candidatura, tanto como en otros sitios donde hay que cuadrar candidaturas y hacerlo de aquí a la próxima primavera. Esa será su labor y de ella y del consenso que logre en situaciones enquistadas y de los apoyos que sume antes del comité provincial dependerá buena parte del fruto que recoja en dos años. Lo sabe, apuesta a ello y se la juega en una decisión arriesgada pero valiente.
El PP la mira incrédulo. Lo de Chiqui e Irene en dos días ha sido mucho, pero ya han interpretado la jugada y saben que han de ponerse las pilas, aunque públicamente trasladen ese tono sobrado de estamos mejor de lo que parece, quedan dos años y hay tiempo, la Diputación, en todo caso, no corre peligro. ¿No? Antonio Sanz también tiene lo suyo, menos, pero suyo, por ejemplo arreglar Sanlúcar de una vez y, tal vez, decidir si Ana Mestre es una solución porque no encuentra otra, al tiempo que se le va complicando por días la trama de El Puerto: tiene una idea pero no sabe cómo ejecutarla ni, parece, ponerle a la solución nombre, e igual le salta el pacto por los aires porque a Moresco ahora le ha dado por juguetear con IP y hacerlo en Pleno ante la faz incrédula de su socio de gobierno. En fin. Todo hace indicar que habrá sustitución, habrá que ver hacia dónde y si acierta para que el partido judicial no sufra más de lo necesario teniendo en cuenta que Rota también podría bajar y, tal vez, haya riesgo de perder un diputado en la zona, al igual que lo hay de lo mismo en el Campo de Gibraltar a favor del PA que, con dos, podría ser determinante en la suma para el próximo gobierno provincial. Cuentas que ya se hacen porque el calendario pasó el ecuador de legislatura y ese dominó, en cuanto a caída de fechas, también avanza.

Citar. Es lo que hace un medio de comunicación cuando lee o difunde la primicia que ha dado otro, al menos cuando el periodista en cuestión disfruta y respeta el oficio y sus códigos. No nos importa que no nos citen nunca, al contrario, nos divierte mucho, más ahora que difundimos muy bien por digital, diarios gratuitos, publicaciones semanales y muchas, muchas televisiones locales, con lo cual no necesitamos de nadie para trasladar ni mensajes ni, mucho menos, para vender marca. Resulta, eso sí, divertido comprobar cómo blogueros lamesuelas e integrantes varios de la canallesca fauna se saltan sus propios códigos cuando han de ponerlos en práctica contra apetencias personales. Eso sí, todo el rato muy independientes, muy defensores de la libertad de expresión y de la deontología propia del oficio y bla, bla, bla.

Ley de Transparencia. Mezclar esta Ley con la actualidad es, como poco, extraño. El proyecto estrella del PP para la regeneración democrática -se parte en dos Bárcenas analizando el texto- ha obtenido luz verde del Congreso. La otra, la andaluza, está aún en proceso de exposición y debate, de hecho aún no han sido contestadas las concienzudas alegaciones presentadas por este sujeto, o sea yo, expectante ante el hecho en cuestión y cuya demora quiero justificar por el verano de por medio y el consecuente calor o, tal vez, por los escasos medios en materia de personal que tiene la Junta –hoy voy sobrado en lo irónico- para dotar a la respuesta de mayor celeridad. Paciencia.

El efecto. Cuando el dedo de la justicia, con más o menos razones, tumba la primera pieza todo el sistema se agita nervioso porque la caída de fichas corre tan deprisa que empieza por el cambio de Díaz sobre Griñán y afecta a consejeros, senadores, alcaldes, concejales, delegados provinciales, directores generales, jefes de gabinete, jefes de prensa, candidatos, agrupaciones políticas, cargos de confianza, conductores, entre otros muchos integrantes de este bello, transparente y consigo mismo solidario sistema. Y muy útil, ya que de no ser tan grande se dispararían de manera alarmante esos índices de desempleo estáticos pese a tanto cambio político y que nada hoy me anima a pensar mejoren en un futuro cercano.

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