¿Qué está pasando con los curas?

Publicado: 08/10/2023
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Pues bien, uno de esos inventos, producto de mentes calenturientas, es esa cosa del celibato
Nos están llegando al manicomio demasiadas noticias que hablan de cosas raras sobre los curas y no precisamente de sus logros. ¿Qué les está pasando? ¿Qué les está picando? Un día es uno que se da a las mujeres y luego abusa de ellas, mañana es otro que tiene películas indecentes que ni siquiera le dan vergüenza, pasado, otro que tiene novia, el otro…

Nos hemos reunido los locos para analizar este tema, porque aquí hay volados que estuvieron en el seminario de jóvenes y conocen algo el paño. Para empezar hay que decir que la Historia de la Humanidad está llena de cuentos chinos y de inventos que  se elevaron a la categoría de verdades incuestionables, y que el personal se traga religiosamente (nunca mejor dicho). Pues bien, uno de esos inventos, producto de mentes calenturientas, es esa cosa del celibato. Le tuvo que doler bastante la cabeza al que lo inventó. En primer lugar, porque el tema no aparece para nada en los evangelios. Ese coco privilegiado dedujo que, como Cristo andaba para acá y para allá predicando, no podía tener tiempo si estaba casado y que por tanto lo mejor era que ningún cura se casase. Además, si vienen los hijos, de dónde iba a sacar el cura momentos de dedicarse a los demás en cuerpo y alma. En segundo lugar, porque así el alma de los curas se purificaba, sin tener en cuenta lo que puede purificar una suegra. En tercer lugar, porque lo mejor era renunciar al mundo, a sus vanidades y a su pompa, como si el mundo fuera un jabón que lo que produce son resbalones. Por tanto, no solamente no se iba a casar ningún cura, sino que iban a vestir de negro absoluto, que, digamos, es el color de pésames y pesares, de renuncias y de ausencia de colores. Al que inventó lo del celibato tenían que haberle dado con una zapatilla en el coco, y sin embargo estuvieron a punto de darle el Premio Nobel, cosa que no hicieron porque ese premio aún no se había inventado. El hombre está hecho de carne y hueso, de modo que su tendencia natural es la mujer, que es su media naranja, y lo mismo pasa con la mujer con respecto al hombre. De ahí que se produzcan desajustes en los cuerpos serranos de los curas. Y de ahí también que muchos se dediquen a la pederastia, porque los niños es un campo más silencioso para perversas intenciones. Por si todo esto fuera poco, la Iglesia prescinde también de las mujeres, porque no quiere saber del sexo más que lo imprescindible, de forma que el Vaticano, que lleva en su cuerpo cantidad de cardenales, dispone de una colección de varones, que serán santos pero que son ya mayorcitos como para cambiar de mentalidad a estas alturas. Y por mucho que junten las manos mirando al cielo tienen sus apetencias carnales, que se esfuerzan en contrarrestar, no se sabe muy bien para qué ni de qué manera. Algún día los curas se casarán y tendrán hijos, y las mujeres llegarán por fina ser también curas, si les apetece, que hay gente pa tó. Cuando llegue ese momento, la cosa podrá funcionar algo, pero ahora mismo no está el horno para tiernos bollos.

Mientras tanto, muchos obispos tapan todo lo que pueden, destinan a los pederastas a otros sitios y no denuncian por lo civil a cualquier pederasta que haya en sus filas, para que se le caiga el pelo, porque el corporativismo les puede.

En fin, que el celibato, mire usted por dónde, es también cosa de locos.

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