Escrito en el metro

La playa triste

Le explicó como aquellos millones de migas de piedra llegaron hasta allí hacía miles de años desde los confines más remotos del mundo

Publicado: 20/04/2022 ·
09:31
· Actualizado: 20/04/2022 · 09:36
  • Disfrutando de la playa en Vélez-Málaga. -
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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  • Este último siglo una extraña nueva especie en el planeta había cerrado con presas el flujo de granos que aportaban los ríos
  • Pero no deben equivocarse, la culpa no es del mar, porque por definición el mar es indómito

Aquella ola del mar, nacida más allá del horizonte, rompió en la orilla para encontrarse entre burbujas de espuma con la playa. El enlace fue largo mientras ascendía en pleamar, lo suficiente para que la ola se preocupase por el lamento común de todos los granos del infinito arenal. Una minúscula partículade cuarzo puro, rubio y brillante, le explicó como aquellos millones de migas de piedra llegaron hasta allí hacía miles de años desde los confines más remotos del mundo. Muchos provenían, de las más altas cumbres, fruto de la erosión de grandes rocas madres que el frío extremo y el abrazador calor se encargaron de desmenuzar en pequeños fragmentos. El agua de los ríos los condujo hasta el mar, para depositarse por las corrientes de deriva allá donde los bordes continentales se lo permitían. Además de playas, durante siglos formaron extensos arenales, gigantescas dunas o alargados cordones litorales, y gracias a Posidonia, la responsable de las praderas marinas, consiguieron durante siglos estabilizarse, incluso integrar aquellos granos erráticos que viajaban de un océano a otro sin rumbo fijo, para crear un benéfico paraíso de diversidad.

Subirá su nivel si continúa el deshielo en los polos y los glaciares, y los fenómenos devastadores serán cada vez mayores. No es un augurio, sino la evidencia

Su pesar era que en este último siglo una extraña nueva especie en el planeta había cerrado con presas el flujo de granos que aportaban los ríos para hacerlas crecer, alterando con sus puertos y sus infraestructuras la perfilada línea litoral y, lo peor, su masivo interés por habitar en la misma orilla, en la primera línea de playa y hasta encima de los arenales móviles. 

El desencuentro en bajamar fue muy rápido, casi sin tiempo de despedirse, y la ola se marchó presta hasta el centro del océano para informar a los guardianes del mar.  Aquellas noticias enfurecieron a Nereo, el anciano hombre del mar, a la ninfa Tehys y al titán Ofión. La réplica común fue contundente agitando las olas, creando un mar embravecido para reclamar lo que desde siempre fue suyo.

Es una paradoja ver el lamento de aquellos que el mar les ha hecho perder sus bienes. Pero no deben equivocarse, la culpa no es del mar, porque por definición el mar es indómito. Subirá su nivel si continúa el deshielo en los polos y los glaciares, y los fenómenos devastadores serán cada vez mayores. No es un augurio, sino la evidencia. Y lo lamento aun más, porque quizás mi niñez sigue jugando en aquella playa.

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