La Tierra, la única patria

Publicado: 02/12/2019
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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La sociedad global que en la zozobra del milenio pasado parecía el mejor de los bienes que nos aportaría la globalización, quedó en un deseo
Afirma un viejo aforismo popular que las personas son de allí donde comen sus hijos. Una encuesta del Banco Europeo de Inversiones, sobre la conducta de los jóvenes ante el cambio climático, resalta que los españoles además de tener más sensibilidad ante el problema, son conscientes de que tendrán que emigrar a países más frescos del norte de Europa. Así lo expresan uno de cada dos. Es decir, que de seguir por esta vía, nos quedaríamos sin la mitad de la población juvenil antes de mitad de siglo, lo que agravaría profundamente nuestra crisis demográfica. Nos convertiríamos en un país de viejos, con una gerontocracia que seguirá envolviéndose en trozos de tela a la que se aferraran como banderas. Los jóvenes que se marchen ya no sentirán de aquí, si no en el mejor de los casos ciudadanos del mundo, hijos de La Tierra. Entonces cantarán como Drexler que les perdonemos que no se alisten bajo ninguna bandera y que el mismo suelo que pisaron seguirá, cuando se hayan ido rumbo también del olvido. Hoy por hoy la humanidad solo tiene una patria que es el planeta Tierra y las fronteras son artificios del pasado, que solo sirven para aderezar conflictos.

La sociedad global que en la zozobra del milenio pasado parecía el mejor de los bienes que nos aportaría la globalización, quedó en un deseo que solo sirvió para crear una crisis económica y social de efectos mundiales. Fue la excusa perfecta para que emergieran las voces de los patrioteros, esos que buscan blindar fronteras superadas por las de ese otro mundo no tan virtual de las nuevas tecnologías. Ha tenido que ser la crisis climática la que empuje hacia ese cambio global que nos hace ver con celeridad que estamos inmersos en una revolución global, que conllevará a cambios tan profundos como la de una quinta revolución industrial o los grandes movimientos migratorios. Los que hoy se envuelven en banderas nacionalistas de cualquier tipo, serán vistos entonces como anacronismos inútiles cargados de sinrazones.

A tres días de la Conferencia de Cambio Climático de Madrid son muchas las esperanzas de que sean tantos los avances que aclaren el camino hacia un futuro común.

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